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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Eficiencia energética: Un buen negocio

En el marco de nuestra Política de Seguridad Energética, estamos promoviendo activamente las inversiones con miras a diversificar nuestra matriz y lograr mayor autonomía. Los requerimientos no son menores, considerando que sólo en el ámbito eléctrico hay que materializar proyectos que permitan duplicar la capacidad instalada de acá al 2020.

Sin embargo, además de ampliar la oferta, también debemos reducir la demanda. Y en el Día Mundial de la Eficiencia Energética la invitación es a que, además de debatir cuál fuente de generación eléctrica es la más conveniente, reflexionemos sobre los beneficios que conlleva el uso racional de la energía. No nos equivoquemos: la eficiencia energética no es un eslogan ni una moda pasajera, sino un buen negocio para cada uno de nosotros, para nuestras empresas y para el país.

A partir de las actuales pautas de consumo, la Agencia Internacional de Energía ( www.iae.org) proyecta que la demanda global por energía subirá más de 50% durante el próximo cuarto de siglo, con los combustibles fósiles liderando por lejos el crecimiento. En este contexto, se requerirán de billonarias inversiones en generación y transmisión eléctrica, exploración y explotación de hidrocarburos, y logística de transporte y distribución. Estas tendencias acentuarán nuestra vulnerabilidad frente a la volatilidad en los precios internacionales de los combustibles fósiles y a las interrupciones en su suministro. Además, amplificarán el ya grave problema del cambio climático, ya que implican un 55% más de emisiones de CO{-2}. De mantenerse este patrón, el futuro en materia de seguridad energética es incierto, excesivamente costoso y ambientalmente insostenible.

La buena noticia es que hay medidas que contribuyen a lograr mayores grados de seguridad en forma inteligente, competitiva y ambientalmente sustentable. En efecto, la AIE propone un escenario alternativo en base a acciones en los ámbitos de Transporte, Vivienda, Industria, Agricultura y Generación Eléctrica a través de un amplio rango de aplicaciones, que van desde la iluminación a los procesos industriales y desde los mecanismos de riego a los sistemas de calefacción y ventilación. Esto reduciría el consumo proyectado de energía de acá a 2030 en un volumen equivalente al actual consumo de China.

Cada dólar invertido en aparatos eléctricos eficientes permite ahorrar 2,2 dólares de inversión en generación y transmisión eléctrica, la que, por cierto, también es financiada por los consumidores; cada dólar invertido en motores eficientes permite ahorrar 2,4 dólares en importaciones de petróleo, con el consiguiente efecto en materia de autonomía energética.

El uso eficiente de la energía no es sólo una vía eficaz para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, sino que conlleva un importante beneficio económico de mediano y largo plazo para quienes pagan el costo de implementar estas medidas. Está probado que el gasto inicial es más que compensado por los ahorros futuros. Asimismo, la eficiencia energética ofrece amplias oportunidades de inversión en áreas vinculadas al desarrollo de nuevas tecnologías, fabricación y comercialización de equipos, y diseño e implementación de nuevos procesos productivos.

Así, además de seguir impulsando las inversiones para ampliar la oferta de energía a través de fuentes convencionales y no-convencionales, debemos fomentar más activamente las inversiones en el área de la eficiencia energética. Y no por mera filantropía o como una medida obligatoria para cumplir con exigencias medioambientales, sino que, como está demostrado, porque es un gran negocio para Chile.

KAREN PONIACHIK, Ministra de Minería y Energía de Chile

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