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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Contabilidad de gestión

En nuestra opinión, sería estéril entrar en este momento en disquisiciones respecto a quién ejerce un mayor protagonismo de cara a la consecución del bienestar, si las decisiones macroeconómicas o las microeconómicas. En cualquier caso, y utilizando unos términos del ámbito automovilístico, podríamos representar el bienestar económico como un automóvil, respecto al cual asemejaríamos la macroeconomía o las decisiones macroeconómicas con el conductor del vehículo, y las decisiones o realizaciones microeconómicas -fundamentalmente empresariales-, con el motor que impulsa dicho automóvil. Dentro de esta "figuración" no queremos, por lo tanto, entrar en pronunciarnos sobre lo que es más importante para que "ande" bien y rápido un automóvil, si el conductor del mismo o el motor que lo impulsa.

Y decimos que no deseamos entrar en disquisiciones porque creemos, en todo caso, que en esta última década del siglo se están dando y se van a dar factores macroeconó­micos y microeconómicos que, tanto unos como otros, van a permitir en buena medida un mayor impulso a ese "carro" del bienestar económico.

En lo referente, en primer lugar, a esa "conducción" del sistema económico que determinan las decisiones a nivel "macro", hemos de señalar el surgimiento en estos últimos tiempos de variables que de forma sustantiva van a permitir impulsar -y no creemos tener una visión extremadamente optimista al respecto- ese nivel de bienestar y contribuir a optimizar el correspondiente devenir económico. En ese sentido cabe recordar, por ejemplo, la "apertura" y homogeneización en curso del sistema económico a nivel internacional, fomentada, en primer lugar, por la desaparición de los grandes y otrora enfrentados bloques políticos, que viene a promover un cierto grado de normalización u homogeneización tanto de los oferentes como de los demandantes o consumidores a nivel mundial, lo cual va a permitir el desarrollo de una internacionalización de muchas operaciones económicas y financieras, con las consiguientes sinergias y economías de escala supranacionales, que, en fin, es de suponer hagan mucho más rentables los desarrollos tecnológicos de muy diverso espectro que se vienen dando en estos últimos lustros.

En este nuevo orden económico, caracterizado entre otras cosas por su dinamismo -y con una cierta dosis de "turbulencia"-, adquiere especial protagonismo la información que se pueda generar, tanto en los niveles macro como microeconómicos. La potenciación de la demanda y de la oferta de esta información, las cuales vienen experimentando en estos últimos tiempos un espectacular desarrollo -tanto extensivo como intensivo- a todos sus niveles, se hace así imprescindible de cara a una optimización, tanto en tiempo como en contenido, de las correspondientes decisiones económicas que se van a tomar en esos mercados y sistemas económicos, cada vez por lo tanto más abiertos.

Esta tendencia macroeconómica, tanto nacional como internacional, se va a ver, por otra parte, potenciada por la integración y homogeneización política, materializada de facto en una convergencia de muchos sistemas socioeconómicos nacionales, en base, por ejemplo -y como caso más sustantivo- a la próxima apertura (1993) del Mercado único europeo, que se ampliará aún más muy previsiblemente en los próximos años, y que de alguna manera va a influir, en todo caso, en el mercado correspondiente a los antiguos países del Este, cuyos sistemas económicos van a estar fuertemente condicionados por la evolución de dicho mercado.

Dentro del terreno microeconómico, por otra parte, se han registrado importantes cambios y avances en estos últimos años. En el ámbito de los procesos de producción empresariales se vienen desarrollando en estos últimos tiempos muy importantes cambios tecnológicos, con espectaculares avances en la aplicación de la informática, en particular, que vienen originando modificaciones sustanciales en los procesos productivos de las empresas. Así, es ahora común que muchos procesos productivos tengan sistemas de control en tiempo real, estén digitalizados, y tengan implementadas funciones tanto productivas como de control, asistidas por ordenador.

Estos avances tecnológicos vienen a suponer cambios de todo tipo, tanto en el diseño como incluso en la filosofía de la organización de la producción, y en la práctica van a dar lugar dentro de la presente década a un importante "cambio de cilindrada" (manteniendo los términos automovilísticos) en la generación de información relativa a estos procesos internos de producción o de generación de valor por parte de las unidades empresariales. Se trata, por lo tanto, de un redimensionamiento de la Contabilidad de Gestión, que es, en definitiva, la disciplina que se ocupa fundamentalmente de generar la información -al igual que su control- relativa a dichos procesos internos. Así, este "cambio de cilindrada" puede suponer -en el sentido que señalábamos al comenzar estas líneas- una mayor potencia para ese motor que viene a impulsar el supuesto automóvil del "bienestar económico".

Dentro de este contexto general, los cambios citados habidos en los procesos productivos, acompañados, por otra parte, de importantes modificaciones en los sistemas de organización de las empresas, están determinando modificaciones asimismo importantes en la estructura de los costes de las empresas. Mientras que en los sistemas productivos tradicionales la mayor parte de los costes empresariales eran "directos", esto es, de asignación inmediata y fácilmente medibles en relación con unos u otros de los productos fabricados, en la actualidad estos costes han pasado a suponer en muchos casos una pequeña proporción respecto a los costes totales. El importante aumento de la mecanización e informatización de los procesos, por ejemplo, ha dado lugar a que la mano de obra en muchas empresas pase a ser un mero elemento de control o apoyo a los equipos, que son los que desarrollan realmente las tareas productivas, pasando así a tener una importancia ínfima en relación con los costes totales de la actividad productiva.

En este sentido cabe señalar que en la actualidad, en el caso de determinados productos manufacturados semiautomáticamente, los costes directos de la mano de obra vienen a suponer un porcentaje igual o menor al 5% de los costes totales de producción. Hay que tener en cuenta, por otra parte, que en este mercado cada vez más abierto y competitivo, una de las estrategias para la supervivencia y/o la expansión es la de la innovación, esto es sacar al mercado cada vez con mayor frecuencia productos nuevos y diferenciados que tienen un ciclo de vida cada vez más corto, y en los que, por lo tanto, la innovación se convierte en factor estratégico. Hay que resaltar en este ámbito la importancia de los gastos de investigación y desarrollo, que pueden alcanzar en algunas empresas el 80% de los costes totales de determinados productos.

Todos estos aspectos suponen, en definitiva, una importante revolución en los sistemas internos de producción y de control, y consecuentemente en los sistemas de gestión de las empresas, que han dejado así de plantearse como único elemento de competitividad la minimización de los costes, dado que los productos buscan objetivos cualitativos tales como -además de la citada diferenciación-: la calidad, los tiempos de respuesta o de suministro de pedidos a los clientes, etc. Todo ello determina la necesidad de llevar a cabo, en primer lugar, un replanteamiento de los sistemas de costes de las empresas, y, en segundo lugar, de los sistemas de control vinculados a éstos.

Es por lo anterior por lo que en muchos casos los sistemas de costes basados en secciones "homogéneas" (las cuales realmente en muchos casos no tienen de homogéneas más que el nombre, y que se está comprobando que pueden distorsionar en numerosas ocasiones el coste real de los productos) van a tener que ser sustituidos por sistemas de costes que se basen, más que en estos centros tradicionales de costes como elementos colectores e imputadores de los mismos -o, en definitiva, como "nudos" formales por los que pasan todos los flujos de valor de las empresas-, por sistemas como los que consideran e imputan los costes por actividades (sistemas ABC). Este tipo de sistemas miden y controlan los costes en base a las muy diversas actividades concretas que se pueden desarrollar en las empresas (independientemente de los lugares o centros en los que se realicen las mismas) con el fin de afrontar así bajo otra perspectiva el análisis de los costes, y con el resultado de agrupar, modificar y suprimir en muchos casos distintas actividades (aquellas en las que se dé una relación coste-beneficio de signo negativo), y por lo tanto con una finalidad última de racionalización de los costes empresariales y la consecución de una relación más positiva o un mayor equilibrio entre los outputs obtenidos en la actividad empresarial y los inputs sacrificados o aplicados para obtener los mismos, o, en definitiva una mejora de la productividad, y por lo tanto, de la competitividad empresarial.

Con una proyección tendente a conseguir los anteriores objetivos se vienen desarrollando en la actualidad nuevas técnicas de medición, optimización y control de las operaciones y procesos productivos, como pueden ser: el Just-in-time (JIT), los nuevos sistemas de Planificación de las necesidades de materiales (M.R.P.), la O.T.P. o Tecnología de la producción óptima, etc., los cuales están introduciendo realmente nuevas filosofías en cuanto a la medición de los costes y el análisis de la generación interna de valor en las empresas, y que introducen nuevas variables, sobre todo de carácter cualitativo (indicadores de calidad, tiempos, etc.) más que puramente cuantitativo, y que pueden dar lugar a una visión y actuaciones más integrales, y sobre todo más óptimas, dentro de las empresas, y que vienen, en definitiva, a suponer el antes mencionado "cambio de cilindrada" dentro de ese "motor microeconómico", elemento impulsor fundamental del bienestar socioeconómico.

Jesús Lizcano Alvarez

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