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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Premio Nobel de Economía, un solo ganador

Luego de haber sido varias veces candidato, la Academia Sueca finalmente le entregó el premio a este profesor de la U. de Columbia. Desde 1999, no se había otorgado este galardón a un solo ganador. El macroeconomista Edmund Phelps lo hizo.

El tiempo de Edmund Phelps finalmente llegó. Nacido en los años de la Gran Depresión, este profesor de la Universidad de Columbia que ganó esta semana el premio Nobel de Economía ha pasado gran parte de su vida estudiando diferentes tipos de depresiones económicas. La del 29, que les costó el trabajo a sus padres, se vio exacerbada por las autoridades monetarias que mantuvieron demasiado ajustada la oferta de dinero. Phelps sigue estando interesado en el desempleo; incluso en aquel que los bancos centrales con más mano blanda no pueden curar.

Muchos académicos se levantan sobre los hombros de otros gigantes de la disciplina. Pero Edmund Phelps ganó sus laureles en parte por darles un puntapié a sus precursores intelectuales. En 1958, William Phillips, del London School of Economics, mostró que durante la mayor parte de los 100 años previos, el desempleo en Gran Bretaña bajaba cuando los salarios subían, y era alto cuando la inflación era baja. Los economistas fueron rápidos -demasiado rápidos- para concluir que los encargados de hacer las políticas entonces enfrentaban una imponente encrucijada macroeconómica, encarnada en la llamada "curva de Phillips". Ellos podrían conformarse con un desempleo, digamos 6%, con una tasa de inflación de 1% -como prevaleció en Estados Unidos a principios de los 60-, o podrían acelerar la economía bajando el desempleo en un par de puntos porcentuales a expensas de subir la inflación a 3% o más, lo cual es parecido a como se desarrollaron las cosas en ese país cuando Phelps publicó su primer trabajo sobre el tema en 1967.

En ese ajustado mercado del trabajo, las compañías apaciguaban a sus trabajadores ofreciéndoles salarios más altos. Entonces, ese mayor costo lo traspasaban a través de precios más altos, engañando a los trabajadores, pues una mayor inflación les consumía el aumento del sueldo. Así, los policy-makers podían llegar a un menor desempleo sólo por medio de esta treta. Pero "el hombre es un ser pensante y expectante", como dijo Phelps. Eventualmente, los trabajadores se darían cuenta demandando salarios aún más altos para suplir el alza del costo de la vida. Ellos podían ser embaucados sólo mientras la inflación permaneciese un paso adelante de sus expectativas.

Mirada desde esta perspectiva, la encrucijada representada por la curva de Phillips es peligrosa. La economía sólo recuperaría su equilibrio cuando las expectativas de los trabajadores fueran satisfechas, los precios cayeran como anticipación, y dejaran de vender su trabajo según falsas pretensiones.

Pero el equilibrio, lamentablemente, no implica pleno empleo. Phelps argumentó que la inflación no se calmaría hasta que el desempleo subiese alcanzando a su "tasa natural". Dado el casi teológico compromiso de los economistas con la noción de pureza de los mercados, la existencia del desempleo requería una teoría que lo explicara. Phelps estaba dispuesto a intentar varias. Pero en muchos de sus trabajos, él afirma que el desempleo es necesario para intimidar a los trabajadores, asegurando su lealtad a la compañía y su diligencia en el trabajo al salario que la compañía puede afrontar.

"Natural" no significa óptimo. Phelps ha escrito que tampoco se trata de "un prístino elemento de la naturaleza que no es susceptible de la intervención humana". Natural simplemente significa impermeable a los esfuerzos de los banqueros centrales por cambiarlo, no importa cuánto dinero puedan imprimir.

Economistas, incluyendo algunos de sus propios alumnos, habitualmente creen que esta tasa natural se mueve lento, incluso a ritmo constante, y dedican un gran esfuerzo a estimarla. Phelps, al contrario, ha estado más ansioso para explicar sus fluctuaciones y recomendar medidas para bajarla. Su libro "Depresiones Estructurales", publicado en 1994, es un ambicioso intento de proveer de una teoría general sobre la forma como la tasa natural de desempleo evoluciona.

Algunos factores que él consideraba importantes -seguros de desempleo, o impuestos por planilla- son ampliamente aceptados como parte de la historia. Otros se deben más a la idiosincrasia. Él y su colaborador francés, Jean Paul Fitoussi, por ejemplo, han responsabilizado en parte a los déficits presupuestarios de Ronald Reaganpor el creciente desempleo de Europa en los 80. Éstos eran expansivos en casa, pero restringían el empleo en el resto del mundo.

Unos pocos años atrás, David Warsh, un periodista económico, lamentaba que el brillo del premio Nobel dejaba a otros economistas que igualmente se lo merecían, como el señor Phelps, languideciendo en la penumbra de la lista corta. Esta semana, después de un interminable retraso, el reconocimiento profesional para este valiente y motivante teórico finalmente convergió a su tasa natural.

The Economist

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