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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Cómo trabajan las duplas estrella del sector financiero

Llevan años juntos y muchos comparan su relación con un matrimonio bien avenido. La clave es la confianza total en el otro, y todos destacan la creatividad en la búsqueda de soluciones como uno de los mayores beneficios de estar y hacer negocios juntos.

Cristoffanini y Cuesta, HSBC: "El tiempo crea afinidades"

Son banqueros, les gustan los desafíos y desde hace 15 años han decidido enfrentarlos juntos. Jorge Cristoffanini y Francisco Cuesta se conocieron en el Citibank hace más de 25 años. Ahí estuvieron trabajando toda la década de los 80 en áreas complementarias.

"Esa fue una época interesante donde el Citi jugó un rol importante. Se desarrolló el mercado de capitales chileno, pero también fue un período donde se vivió una importante crisis financiera", asegura Francisco.

Un par de años después coincidieron en el Chase Manhattan Bank Chile. El banco estadounidense venía pasando por una serie de problemas en Chile y por eso se decidió contratar a un ex jefe del Citibank que trajo a un equipo de 15 personas entre ellas Cristoffanini y Cuesta.

"Llegó un nuevo equipo con el proyecto de reformular y reposicionar al banco en el mercado chileno y ahí fue la primera vez que trabajamos en la misma área", asegura Jorge.

"Fueron casi cinco años muy interesantes, donde nos tocó trabajar en conjunto y armar toda un área de negocios", recuerda Francisco.

En esa época vino la fusión del banco y ellos creyeron que ya habían cumplido una etapa y era hora de emprender un nuevo desafío. Les llegó una oferta para establecer en Chile un banco holandés, el Rabobank, que era casi completamente desconocido en Chile, a pesar de ser muy grande en Europa y tener categoría triple A.

"Tenía un enfoque de negocios muy interesante con un foco en la industria agrícola y alimentaria", asegura Jorge.

Se fueron juntos al Rabobank, donde estuvieron más de siete años logrando posicionar al banco en ese segmento del mercado chileno.

Y vino un nuevo desafío: ser independientes. Durante dos años, Jorge y Francisco hicieron asesorías a distintas empresas, entre ellas el mismo Rabobank del que habían salido.

"Era un desafío hacer negocios sin tener la chapa de un banco grande", asegura Francisco.

"Además, significaba hacer algo que no habíamos hecho nunca y estar en la perspectiva del asesor y no del ejecutivo", dice Jorge.

Estaban trabajando independientes cuando se les acercó el HSBC, un gigante mundial, para pedirles que como equipo potenciaran su negocio local de empresas.

"Y nuevamente nos pareció que había un desafío y que valía la pena tomarlo", cuenta Francisco.

"Es un banco muy grande en el mundo y hay muchas tareas que hacer", asegura Jorge poniendo como ejemplo Brasil, que tiene más de 1.200 sucursales y está en todos los negocios. "Nosotros aquí hemos avanzado y vamos en la dirección correcta, pero nos queda mucho camino", puntualiza.

El desafío de ellos es usar la infraestructura local del banco sumada a sus capacidades internacionales. Y para eso tienen su experiencia, el saber que juntos han cumplido otras tareas y el saber que tienen distintos puntos de vista que los pueden "paletear" para llegar a un mejor resultado.

Jorge Errázuriz y Juan Andrés Camus, de Celfin: "Tenemos una manera de razonar muy parecida"

Para muchos esta dupla cambió el mercado financiero. Incluso algunos hablan de que en Chile hay un antes y un después de Celfin, y que ellos abrieron paso para que otros agentes no bancarios actuaran en el mercado.

Jorge Errázuriz y Juan Andrés Camus se conocen desde que eran compañeros en Ingeniería Comercial en la U. Católica y apenas egresaron crearon junto a otro socio una empresa de asesorías que funcionaba paralelamente a sus primeros trabajos oficiales.

"Era simplemente un trabajo adicional que nos permitía vernos con regularidad", comenta Jorge.

En lo formal, ambos siguieron rumbos distintos hasta que se toparon en el Bice. Jorge estaba a cargo de crear y desarrollar el banco de inversiones, y Juan Andrés llegó más tarde como gerente de finanzas. "Una buena escuela" por más de diez años.

"En Bice ChileConsult nunca tuvimos un ingreso del grupo Matte, teníamos que sustentarnos solos. Y ése es el mismo concepto que nosotros aplicamos en los negocios de las distintas áreas de Celfin", dice Jorge.

"También está la austeridad en la manera de hacer las cosas, lo que nos ha permitido crecer sin financiamiento externo, reinvirtiendo en nuestros negocios y creciendo de forma sólida y ordenada", cuenta Juan Andrés, que es quien aporta la calma al grupo.

En 1988 se embarcaron solos, partieron en el living de un departamento y dijeron "ahora o nunca". Tuvieron suerte y empuje, una mezcla que les permitió crear Celfin Capital con éxito y ser hoy uno de los principales actores del mercado.

"Nosotros nunca hemos tenido una diferencia de opinión o de criterio, tenemos una manera de pensar muy parecida", dice Juan Andrés.

"Es que siempre llegamos a la misma conclusión, porque llegado el minuto de las decisiones no tenemos diferencias", cuenta Jorge.

Tener una buena relación y complementarse en lo laboral es muy importante y por eso ellos, junto a los otros cinco socios de la empresa, tratan de evitar las diferencias.

"Somos muy amigos y, entre nosotros, hay confianza, una creatividad complementaria y una filosofía común como empresa de servicios", afirma Jorge.

Alberto Chadwick y Felipe Gana, CHG: "Tiene las habilidades que yo no tengo"

Alberto Chadwick y Felipe Gana se conocieron cuando ambos trabajaban en Financo hace más de 20 años. Se hicieron amigos porque tenían afinidad, dependían del mismo jefe y querían emprender.

"Empezamos a soñar con un proyecto independiente", dice Alberto, enfatizando que ambos tenían ese "bichito de crear algo propio".

Aprovecharon una oportunidad y crearon, bajo el paraguas de la corredora Gardeweg y García, una estructura de negocios propia enfocada en renta fija para institucionales.

"La mesa de dinero es un oficio que se adquiere con el tiempo y nosotros queríamos aprovechar nuestros conocimientos", dice Felipe.

En 1995 decidieron salir del alero de la corredora y crearon CHG Agencia de Valores, volcando en ella toda su red de institucionales.

"O tomábamos el riesgo en esa oportunidad o no lo hacíamos nunca", cuenta Alberto.

Partieron en lo que ellos llaman un "boliche" con un cableado aéreo que cruzaba por todo el recinto. Pero tuvieron suerte y buena recepción del sistema financiero. Ellos creen que fue una buena opción no identificarse con ninguna institución financiera, porque les permitió intermediar con todos y aprovechar los negocios fuera de rueda.

"Hacíamos todo y nos quedábamos trabajando hasta muy tarde en la noche; pero nos gustaba mucho", asegura Alberto.

"Tener un fin de semana largo era terrible, porque teníamos que dejar lo nuestro", cuenta Felipe.

Hace un par de años, la agencia de valores pasó a ser una corredora de bolsa para integrar la renta variable. Hoy trabajan con ellos 20 personas, en lo que llaman un "equipo de primer nivel". Además, están abriendo el espectro a clientes de alto patrimonio en un área que busca ser una boutique financiera.

"Podemos tener diferencias de criterio pero nunca nos cuestionamos las bases. Esto es como un matrimonio", dice Alberto.

A lo que Felipe agrega: "Uno pasa más tiempo con el socio que con la señora, y por eso son tan importantes los principios".

Munita, Cruzat y Claro: "Un socio te hace todo más llevadero"

"Para hacer un cambio se necesitaba alguien de afuera, porque no queríamos abandonar lo que ya teníamos", así explica Alberto Munita la integración en 1993 de Eugenio Claro como socio de él y Gastón Cruzat en la empresa.

"Había una oportunidad de desarrollar el área internacional de la corredora y explotar algo que no existía en Chile", afirma Eugenio.

"Los bancos no podían crecer por esa área y nosotros entonces teníamos una cancha que aprovechar", cuenta Alberto.

Hoy Munita, Cruzat y Claro es una administradora de inversiones cuyas opciones se canalizan a través de corredoras de bolsa en Chile y Nueva York con un área fuerte de renta fija. Su foco está puesto en clientes con más de US$1 millón líquido que quieran una atención personalizada y, en lo posible, con un límite de 300 clientes.

"A nosotros nos ha ido bien porque al concentrarnos en un perfil sabemos lo que buscan y los podemos asesorar", dice Alberto, quien explica que, además, le ofrecen asesoría tributarias a sus clientes.

"Definirse bien es importante y si uno se concentra es válido y funciona", indica Eugenio.

Ellos aseguran que entregar esta asesoría personalizada es también una mayor responsabilidad porque ellos son personas naturales y no instituciones.

"Si nos equivocamos tenemos que cerrar la cortina y eso no lo viven los bancos", dice Eugenio.

Es por esta razón que creen que confiar plenamente en los socios es clave y cuentan que en su caso eso se traduce en que basta una sola firma para realizar cualquier cosa en su empresa.

"Hay total confianza y amistad, es que más que una sociedad esto es un semi matrimonio", dice Alberto.

"Las empresas son equipo y mientras haces más equipo eres más exitoso", así resume Eugenio la importancia de trabajar en conjunto y también de formar un grupo afiatado.

En Munita, Cruzat y Claro no trabajan con matriz de aporte y parten de la base que todos trabajan de acuerdo a sus capacidades y hay ocasiones donde algunos lo harán más que otros y que después se revertirá el efecto.

"Yo el año pasado me fui un año a estudiar con toda mi familia a Carolina del Norte y a pesar de eso seguí siendo socio, recibiendo mis ingresos y no cambió nada", cuenta Eugenio a tres meses de su regreso.

El tres es un número mágico para Alberto Munita porque según él permite tener dos opiniones, y que siempre exista un mediador en caso de conflicto. Además, cree que es una buena combinación empresarial que permite darse cuenta del aporte que uno hace, y ser lo suficiente como para prestar apoyo.

"Un socio te permite preguntar, sentirte acompañado y hacer todo llevadero", dice Eugenio.

Magdalena Echeverría Faz, El Mercurio

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