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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Friedman en la teoría, Keynes en la práctica

Los conductores de los bancos centrales respetan a Friedman pero le hacen caso a Keynes. El monetarismo se aplicó muy pocas veces en la historia.

Todos alguna vez hemos discutido quién es más genial. ¿Beethoven o Mozart? ¿Dostoievski o Tolstoi? ¿ Lennon o McCartney? Los economistas, seres humanos al fin, tienen su propia versión de ese juego: ¿quién fue el mejor, o influyó más, Milton Friedman o John Maynard Keynes?

Así como los clasicistas tienden a elegir a Mozart y los románticos a Beethoven, a los conservadores les gusta Friedman y a los sensibles a la izquierda les tira Keynes. En cuanto a su influencia, sin embargo, no hay nada que discutir. Basta ver cómo actúan hoy la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra para cumplir con su meta inflacionaria.

Ben Bernanke y Mervyn King respetan y admiran el legado de Friedman, fallecido hace diez días. Pero tanto la Fed como el Banco de Inglaterra son proactivos y se anticipan: lejos de mantener la oferta monetaria igual y dejar que la economía se autoestabilice, como Friedman sostenía, bombean más dinero en la economía cuando se debilita y lo sacan cuando se recalienta.

Existe una razón simple para que los funcionarios obren así: probaron con el monetarismo y no funcionó. El experimento monetarista de Margaret Thatcher duró siete años, hasta que se vio que no parecía haber una relación estable entre lo que sucedía con el crecimiento de la oferta monetaria y la inflación.

Según el monetarismo clásico, si se mantiene la oferta de dinero ante una suba de la inflación, no debería haber impacto en la economía real porque los trabajadores aceptarán menores salarios y las empresas menores precios.

En la vida real, el primer gobierno de Thatcher tuvo más de 20% de inflación y la mayor depresión desde los años 30. Hubo y hay definiciones tan distintas del dinero que el Tesoro y el Banco de Inglaterra buscando una que arrojara la correlación adecuada pero, en momentos en que la desregulación financiera dificultaba todavía más el proceso, les fue imposible. El monetarismo fue abandonado en 1986, entre la primera recesión tory y el "boom Lawson" (por el ministro Nigel Lawson) de 1988.

En los Estados Unidos, el experimento duró aún menos y se lo desechó, después de tres años brutales, en 1982. El único que todavía le da crédito al monetarismo es el Banco Central Europeo, que aún tiene una meta de oferta monetaria y que tiende a preferir una política de estabilidad a los retoques frecuentes de las tasas de interés de corto plazo.

Catástrofe en los 30

En cuanto a la Fed, el trauma de la Gran Depresión ha dejado heridas. Friedman sostenía que el Banco Central de los EE.UU. fue el culpable de convertir una recesión modesta en una depresión porque dejó contraer la oferta monetaria, y que debió haberla engrosado para mantener estable la economía. Los críticos de Friedman, como Paul Krugman, no lo ven así. Sostienen que, en realidad, la Fed nunca sacó dinero del sistema sino que hubo una serie de quiebras y corridas bancarias que impulsaron a los bancos a tener más efectivo.

En otras palabras, la Fed, hizo en 1930 lo que el monetarismo clásico sugiere —mantener estable la oferta monetaria— pero con resultados catastróficos. Lo que debió haber hecho era expandirla. Ese fue el remedio propuesto por Keynes, quien creía que la política monetaria debía ser el primer recurso en épocas de recesión. Sólo en depresiones declaradas, cuando los precios caían y la política monetaria dejaba de ser efectiva, sugería el uso de la política fiscal.

Desde entonces, la Fed ha adoptado en general una política que trata de estabilizar la economía para tener una combinación de crecimiento, baja inflación y alto empleo. Y, más aun, en las décadas de 1980, 1990 y del 2000, esa política logró resultados más notables de lo que un análisis "friedmaniano" habría sugerido. Visto retrospectivamente, Friedman estuvo absolutamente en lo cierto a fines de la década de 1960 al advertir que se avecinaban problemas para las economías occidentales. Se había adoptado una forma bastarda de keynesianismo en la que se utilizaba la política fiscal para seleccionar el "mix" deseado de inflación y desempleo. Se creía que eso se podía hacer ya que existía la curva de Phillips, que exhibía un nexo de más de un siglo entre el índice de desempleo y la variación de los salarios. Friedman hizo notar que cuando las autoridades trataban de reducir algo el desempleo, se veían obligadas a aceptar más inflación.

La hora del Nobel

Con el tiempo, sostuvo, bombear dinero en la economía llevaría a una suba de la inflación sin ningún impacto en los índices de desempleo, que incluso crecerían. Cuando Friedman pronunció su famoso discurso presidencial ante la Asociación Estadounidense de Economía, en 1968, la inflación ya avanzaba como resultado del costo de la guerra de Vietnam y la propuesta de la "Gran Sociedad" de Lyndon Johnson. Cuando se declaró, en 1973, el primer shock petrolero, la economía mundial ya había perdido el anclaje de la relación dólar-oro y el resultado fue la estanflación (economías estancadas con alta inflación). Friedman recibió su premio Nobel en 1976.

Desde entonces, cada pico inflacionario ha sido más bajo que el anterior y el desempleo en los Estados Unidos y en el Reino Unido ha bajado, aunque no a los niveles de las décadas de 1950 y 1960. Algunos lo verán como una vindicación de Friedman; otros dirán que tiene más que ver con los cambios en la naturaleza de la economía, en la que el rol del Estado ha disminuido, el poder de los sindicatos se achica y hay más competencia de proveedores extranjeros.

Sea cual sea la causa, está claro que la relación entre inflación y desempleo ha sido sumamente diferente a la de los años 70. Los bancos centrales han visto con sorpresa cuánto lograron avanzar contra el desempleo sin hacer subir la inflación. En lo político, Alan Greenspan puede haber sido un alma gemela de Friedman, pero en casi dos décadas en la Fed fue responsable de algunos grandes cambios en la política monetaria. Cuando, en el 2001, pareció que el colapso de las puntocom y los atentados del 11 de septiembre podían generar un desbarranque, Greenspan metió dinero en la economía, con tasas de interés que llegaron a ser del 1%. Al menos en el corto plazo, la política funcionó. La recesión fue corta y leve y la siguió una fuerte recuperación centrada en el mercado inmobiliario.

Friedman diría, por cierto, que el sistema monetario actúa con retrasos largos y variables y que sólo con el tiempo se verá el sinsentido de Greenspan y que la economía se habría recuperado sola. Pero King y Bernanke en esto parecen acordar con Keynes, quien decía que los economistas se estiman en poco si todo lo que tienen para decir es que después de la tormenta vuelve la calma.

THE GUARDIAN. ESPECIAL PARA CLARIN. TRADUCCION DE CLAUDIA GILMAN

1 comentario

jose -

El comentario antecedido es bastante claro al señalar que tanto keynes como fridman tuvieron dos posturas diferentes de ver la crisis del 29 pero es keynes quien dio cabida a la pronta solucion con sus politicas y sus medidas económicas.

Pero tambien creo como economista que las cuestiones o modelos en economia no son absolutos o del todo aceptable, si no que estos modelos se ajustan a su tiempo y que deberian ser revisados para su aplicacion o su modelaje futuro...