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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

¿De quién son las letras de las canciones digitales?

Las ventajas de la música digital vuelven a estrellarse contra las trabas legales.

Gracias a Melchor, Gaspar y Baltasar, que este año sí llegaron por Internet, desde el 6 de enero soy el feliz poseedor de un iPod con 80 GB de disco duro. Eso significa que estoy inmerso en plena operación de conversión de toda mi discoteca a formato MP3. Es un proceso laborioso, ya que he optado por no usar el codificador incorporado en el programa iTunes de Apple, sino LAME, un programa externo que proporciona una mayor calidad de sonido, pero también es bastante más lento.

A estas alturas, con más de 5.000 canciones ya convertidas y casi 30 GB ocupados en el disco del iPod, todavía estoy lejos de llevar encima toda la música de mi vida, pero ya he comenzado a disfrutar de que sea el aparato quien elija al azar lo próximo que voy a escuchar, con resultados tan sorprendentes como que un tema de Joe Jackson venga seguido por una tocata de Bach, y ésta a su vez por una balada de Van Morrison.

Por ahora, no parece que la música abrevie los trances incómodos, como los pertinaces retrasos de Cercanías Renfe o la plancha de camisas, pero les aseguro que sí los hace mucho más llevaderos.

Agujas en el pajar

Dejar que sea el iPod quien seleccione las canciones también sirve para descubrir joyas musicales ocultas en los discos que uno ya posee, y a las que no había dedicado la atención que merecen. En este sentido, estoy experimentando al mismo tiempo con un intrigante programa llamado The Filter, que a diferencia de MyStrands y otros que recomiendan la compra de música que aún no tienes, sugiere canciones que ya están en la fonoteca propia, a partir de lo que se está escuchando.

The Filter es un programa promovido por Peter Gabriel, ya muy presente en mi discoteca como cantante de Genesis y con sus discos en solitario. Gabriel es un músico muy activo en el campo de la tecnología: además de ser copropietario del fabricante de consolas de mezcla Solid State Logic, fundó el servicio OD2 de venta de música por Internet, utilizado por portales como MSN y MTV y adquirido recientemente por Nokia. Actualmente, Gabriel intenta saltarse a la industria discográfica convencional, tratando de vender su próximo álbum exclusivamente a través de la red.

Falta una pieza: las letras

Pero volvamos a mi discoteca. Durante la conversión de cada CD, el programa iTunes se conecta a Internet para descargar automáticamente de la base de datos Gracenote los títulos de las canciones del disco. También puede buscar y descargar la imagen de la carátula, para mostrarla en la pantalla del iPod durante la audición.

En cambio, lo que no hace es descargar las letras de las canciones, que se pueden guardar en el campo de comentarios de cada fichero MP3 para poder leerlas mientras se escucha la canción. Las podría introducir yo a mano, claro, pero la perspectiva de hacerlo para más de 15.000 canciones resulta descorazonadora; afortunadamente existen webs como Lyrics.com y AZlyrics.com que recopilan letras de miles de canciones.

Probando hace unos meses un modelo anterior de iPod, descubrí pearLyrics, un programa gratuito que automatizaba el proceso, descargando las letras de las canciones e insertándolas en cada fichero MP3. Así que fui a descargar pearLyrics de nuevo, pero en su lugar sólo encontré una carta abierta de Walter Ritter, su creador, explicando que se había visto obligado a retirar el programa debido a las amenazas legales de la editorial musical Warner/Chappell, según la cual la descarga de letras de canciones es una actividad ilegal. Pese a contar con el apoyo de organizaciones como la Electronic Frontier Foundation, Ritter ha preferido no enfrentarse a la industria en los tribunales y nos ha dejado sin pearLyrics. Algo parecido debe haber ocurrido con otros programas similares, que también han desaparecido de la red sin dejar rastro.

Se diría que los consumidores de música sólo tenemos derecho a leer las letras de las canciones en su forma impresa, tal como vienen en los libritos que acompañan a los discos. Obsérvese que estoy hablando de disponer en formato digital de las letras de discos que ya poseo, muchos de ellos pagados dos veces: primero en vinilo y luego en CD. La industria musical tendrá que encontrar una solución a este problema. No es sólo que las letras de los discos más antiguos resulten ilegibles en CD, porque el original fue diseñado para una carpeta de LP, cuatro veces mayor. Es que los discos físicos están destinados a desaparecer, sustituidos por las descargas digitales, así que los MP3 que compremos tendrán que incluir las letras de algún modo.

En cierto modo, ha sido muy oportuno que mi frustración con las letras digitales se produjera justo mientras estoy convirtiendo mi colección de Frank Zappa, cuyo disco "Jazz From Hell" (ganador de un Grammy en 1987) es probablemente el primer álbum ¡instrumental! retirado de algunas tiendas por "letras de contenido inapropiado". ¿Qué pensaría Frank de todo esto?

Albert Cuesta, La Vanguardia

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