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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Ladro... Luego existo

Científicos que estudian el comportamiento de los animales han recopilado investigaciones que muestran que los animales saben contar.

Todos los dueños de mascotas tienen una anécdota sobre la asombrosa inteligencia de su gato, perro, pájaro, iguana o chinchilla. Los etólogos, los científicos que estudian el comportamiento de los animales, han recopilado miles de investigaciones que muestran que los animales saben contar, entender la relación de causa-efecto, hacer abstracciones, utilizar herramientas e, incluso, mentir.

Sin embargo, últimamente, los científicos han dado un paso más allá: nuevos estudios en todo el mundo han aportado pruebas tentadoras de que los animales no sólo aprenden y recuerdan sino que, además, tienen conciencia. En otras palabras, son capaces de pensar sus propios pensamientos y darse cuenta de que lo saben.

En los últimos años, las publicaciones científicas más prestigiosas han publicado informes sobre autoconciencia en delfines y chimpancés. Otros argumentan que las ratas tienen sentido del humor y que los ratones muestran empatía por sus compañeros de jaula.

Pese a que los científicos no han alcanzado todavía su Santo Grial —probar que los animales piensan—, este hallazgo podría tener enormes implicaciones.

No sólo supondría una revolución en el lucrativo sector del
cuidado de mascotas, que va desde la alimentación a hoteles y psiquiatras para animales, sino que las farmacéuticas ya están diseñando medicamentos pensados para tratar los sentimientos de los animales. Unos 15 millones de perros en Estados Unidos ya han probado Remadyl, el analgésico para animales de Pfizer Inc.

Estos estudios también hacen que se replanteen cuestiones tan básicas como el uso de animales en laboratorios científicos o para la alimentación.

Después de demoler las jaulas de concreto para favorecer recintos
más naturales, muchos zoológicos han empezado a ofrecerles a los animales programas de “enriquecimiento medioambiental” y a agruparlos socialmente para que puedan expresar sus emociones.

Sin embargo, si los monos muestran señales de conciencia, ¿la tendrán también otros animales más simples? ¿Eso quiere decir que no deberíamos cazarlos, encerrarlos o comerlos?

Los críticos de la experimentación con animales aseguran que criaturas como las ratas, que están en lo más bajo de la escala evolutiva, son capaces de sufrir, aunque luego no puedan autorreflexionar sobre ello.

Sin embargo, algunos investigadores se oponen a estos resultados, argumentando que las personas estamos demasiado deseosas de atribuir funciones mentales complejas a los animales, que acabamos infiriéndoles estados mentales que simplemente no existen.

Bonnie Beaver, profesora de medicina veterinaria en la Universidad A&M de Texas, dice que cuando los perros parecen estar inquietos en una jaula de una perrera, están mostrando que no están familiarizados con el entorno, y no resentimiento porque su dueño está de vacaciones en Bali. Y si un perro parece sentirse culpable después de ensuciar la alfombra, está mostrando sumisión, explica, no una emoción más compleja.

El problema está en que todoslos animales, salvajes y domesticados, siguen actuando como si realmente tuvieran emociones similares a las humanas.

El mes pasado, Ya Ya, un oso panda en un zoológico chino, mató sin querer a su recién nacido. Parecía inconsolable. Su cuidador dijo que cuando la llamaba, se limitaba a mirarlo con los ojos llenos de lágrimas. La interpretación convencional es que esta reacción era instintiva y que Ya Ya no sabía que estaba triste.

Pero a medida que se acumulan nuevas pruebas sobre la conciencia animal, ese argumento resulta cada vez más difícil de defender.

POR SHARON BEGLEY - THE WALL STREET JOURNAL

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