La industria de los cigarros, puros y habanos crece a todo vapor
En este mercado de unos US$ 5.000 millones en ventas anuales, Cuba es la voz más autorizada en el segmento premium. Pero para llegar con sus marcas a EE.UU. lo hace sólo utilizando tabaco dominicano.
Mientras la escalada de restricciones al tabaco sigue en alza, el negocio del señor de los tabacos, el habano, permanece incólume.
Sinónimo de estatus, poder, sofisticación, lujo, y buen vivir, el mercado mundial de cigarros-puros mueve unos US$ 5.000 millones en ventas anuales, repartidos en unos 15 millones de unidades y según los analistas seguirá creciendo. Aun así, está muy concentrado geográficamente: más del 96% de las ventas se registran en Europa Occidental y en EE.UU.
República Dominicana y Cuba se llevan los laureles como principales productores de habanos: 100 millones y 95 millones de unidades al año, respectivamente. Y un reducido puñado de firmas internacionales se divide la torta.
El consorcio franco-español Altadis, número uno mundial, concentra cerca del 25% del mercado, con ventas anuales por US$ 1.117 millones y con utilidades durante el primer semestre de 2006 del 32,5%. Es protagonista en EE.UU. donde coloca 6 millones de puros, un 36% de las ventas totales en ese país y ostenta las prestigiosas marcas Cohiba, Montecristo, Partagás, Don Diego, Romeo y Julieta, Longchamp y Vegafina, a través de su participación en la "Corporación Habanos de Cuba".
Este último dato no es menor, ya que la Corporación -perteneciente en un 50% de Altadis y el otro 50% al Estado cubano- es la única organización que puede expender legalmente cigarros bajo el concepto de "habano", por la denominación de origen que protege por ley los cigarros producidos en la isla de Cuba.
La propia Corporación Habanos tuvo ventas por US$ 340 millones en 2005, lo que no es poco, ya que se trata de una factoría orientada al segmento 'premium', el tope de la clasificación de cigarros por ser "torcidos exclusivamente a mano" donde en 2005 acapararon una cuota de mercado cercana al 30% del consumo mundial (entre 300 y 400 millones de cigarros vendidos al año).
Con una red de distribución exclusiva en 120 países, comercializa más de 80 formatos de puros agrupados en 34 marcas. Destinan el 67% de sus ventas a Europa; el 16% a América; el 13% a África y Oriente Próximo, y el 4% a Asia Pacífico.
A pesar de haber sido una industria golpeada en 2005 por la prohibición impuesta por Fidel Castro de fumar en lugares públicos, el cultivo, elaboración y comercialización de habanos y cigarrillos da empleo, directa o indirectamente, a más de 250.000 personas en Cuba (y a 70 millones en todo el mundo).
La segunda firma más potente de la industria es la sueca Swedish Match, que en 2005 cerró ventas por US$ 1.817 millones (casi un 19% más que en 2004) entre puros, cigarrillos, tabaco para pipa y otros productos relacionados. Es la dueña de marcas como Bellman, Hofnar, La Paz, Willem II y Wings, concentrándose en cigarros de factura industrial, menos sofisticados que los de la Corporación.
Si bien la voz más autorizada para hablar de habanos hechos a mano de primerísima calidad son los cubanos debido al embargo impuesto por EE.UU. sobre su país, Cuba no puede comercializar sus productos en EE.UU. Por ello, Altadis ha tenido que distribuir las marcas de la isla en ese país con tabaco dominicano. Es el caso de Montecristo, Fonseca y Trinidad.
En tanto, Swedish Match tiene los derechos de distribución en EE.UU., entre otros, de Partagás y Hoyo de Monterrey, pero acaba de perder en los tribunales norteamericanos la representación de Cohiba, el top entre los grandes.
El litigio empezó en 1997, cuando la compañía cubana interpuso una demanda judicial en un tribunal federal de Nueva York para evitar que Swedish Match siguiera utilizando la marca Cohiba.
El caso Cohiba fue aplaudido incluso por el mismo Fidel Castro, ya que es tal vez la marca más importante de Cuba, pues la creó el Estado bajo el régimen castrista y, por lo mismo, fue siempre la favorita de Castro.
Álvaro Rodríguez Vial, El Mercurio
Mientras la escalada de restricciones al tabaco sigue en alza, el negocio del señor de los tabacos, el habano, permanece incólume.
Sinónimo de estatus, poder, sofisticación, lujo, y buen vivir, el mercado mundial de cigarros-puros mueve unos US$ 5.000 millones en ventas anuales, repartidos en unos 15 millones de unidades y según los analistas seguirá creciendo. Aun así, está muy concentrado geográficamente: más del 96% de las ventas se registran en Europa Occidental y en EE.UU.
República Dominicana y Cuba se llevan los laureles como principales productores de habanos: 100 millones y 95 millones de unidades al año, respectivamente. Y un reducido puñado de firmas internacionales se divide la torta.
El consorcio franco-español Altadis, número uno mundial, concentra cerca del 25% del mercado, con ventas anuales por US$ 1.117 millones y con utilidades durante el primer semestre de 2006 del 32,5%. Es protagonista en EE.UU. donde coloca 6 millones de puros, un 36% de las ventas totales en ese país y ostenta las prestigiosas marcas Cohiba, Montecristo, Partagás, Don Diego, Romeo y Julieta, Longchamp y Vegafina, a través de su participación en la "Corporación Habanos de Cuba".
Este último dato no es menor, ya que la Corporación -perteneciente en un 50% de Altadis y el otro 50% al Estado cubano- es la única organización que puede expender legalmente cigarros bajo el concepto de "habano", por la denominación de origen que protege por ley los cigarros producidos en la isla de Cuba.
La propia Corporación Habanos tuvo ventas por US$ 340 millones en 2005, lo que no es poco, ya que se trata de una factoría orientada al segmento 'premium', el tope de la clasificación de cigarros por ser "torcidos exclusivamente a mano" donde en 2005 acapararon una cuota de mercado cercana al 30% del consumo mundial (entre 300 y 400 millones de cigarros vendidos al año).
Con una red de distribución exclusiva en 120 países, comercializa más de 80 formatos de puros agrupados en 34 marcas. Destinan el 67% de sus ventas a Europa; el 16% a América; el 13% a África y Oriente Próximo, y el 4% a Asia Pacífico.
A pesar de haber sido una industria golpeada en 2005 por la prohibición impuesta por Fidel Castro de fumar en lugares públicos, el cultivo, elaboración y comercialización de habanos y cigarrillos da empleo, directa o indirectamente, a más de 250.000 personas en Cuba (y a 70 millones en todo el mundo).
La segunda firma más potente de la industria es la sueca Swedish Match, que en 2005 cerró ventas por US$ 1.817 millones (casi un 19% más que en 2004) entre puros, cigarrillos, tabaco para pipa y otros productos relacionados. Es la dueña de marcas como Bellman, Hofnar, La Paz, Willem II y Wings, concentrándose en cigarros de factura industrial, menos sofisticados que los de la Corporación.
Si bien la voz más autorizada para hablar de habanos hechos a mano de primerísima calidad son los cubanos debido al embargo impuesto por EE.UU. sobre su país, Cuba no puede comercializar sus productos en EE.UU. Por ello, Altadis ha tenido que distribuir las marcas de la isla en ese país con tabaco dominicano. Es el caso de Montecristo, Fonseca y Trinidad.
En tanto, Swedish Match tiene los derechos de distribución en EE.UU., entre otros, de Partagás y Hoyo de Monterrey, pero acaba de perder en los tribunales norteamericanos la representación de Cohiba, el top entre los grandes.
El litigio empezó en 1997, cuando la compañía cubana interpuso una demanda judicial en un tribunal federal de Nueva York para evitar que Swedish Match siguiera utilizando la marca Cohiba.
El caso Cohiba fue aplaudido incluso por el mismo Fidel Castro, ya que es tal vez la marca más importante de Cuba, pues la creó el Estado bajo el régimen castrista y, por lo mismo, fue siempre la favorita de Castro.
Álvaro Rodríguez Vial, El Mercurio
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