El "negocio" de los fina sangre
Enamorados de sus caballos, un puñado de empresarios y profesionales cuentan las peripecias para mantenerse en los ranking de los campeonatos hípicos. Una industria de ilusiones donde se pierde más de lo que se gana y que se mueve a pura pasión.
El helicóptero se posa en el césped del haras Porta Pía, en Calera de Tango. Descienden Víctor Saleh, presidente de la Asociación de Criadores de Fina Sangre de Carrera, y Luigi D'Alessandri, del haras Sumaya. Muy cerca, espera María Luisa Solari Falabella. Icha, como la llaman desde niña, los abraza con alegría. La hípica los une a los tres casi con la misma fuerza que los lazos de sangre. En rigor, de la fina sangre. De las crías, de las próximas competencias, de los caballos, hablan sin parar, camino a las pesebreras de El Sheik, el criadero que Icha tiene con su marido, Marcel Zarour.
Icha está feliz de que su hermana Liliana haya ganado El Ensayo 2006 el domingo 1 de octubre, "pero lógico que habría preferido que fuera campeón nuestro caballo, Shapira", comenta.
Hace tiempo que Icha y sus hermanas, Teresa y Liliana, no participan en el directorio de Falabella. Dejaron esa responsabilidad a sus hijos. "Había que ir a dos reuniones a la semana, eternas. Menos estaría ahora, que se agrandó mucho con Sodimac y el banco. Para mí, además, era una falta de independencia. Soy media patiperro; con mi marido nos vamos al sur, a ver el corral de Viña y a nuestros viajes por la hípica".
Ella vive en su criadero, situado en parte del terreno donde estaba emplazado el antiguo Haras Tarapacá de su padre, Alberto Solari. No se mudaría a Santiago por ningún motivo. "La carrera es una consecuencia no más. Lo divertido es criar y estar en el campo con los animales", explica. Cada día visita uno por uno a sus potros y yeguas, les habla, los acaricia. "Ya me conocen el olor", añade fumando un cigarrillo tras otro.
En su cómoda casa hay un acogedor bar, donde recibe a sus amigos. Allí están las copas de los innumerables premios que han ganado sus animales en el Sporting, el Club Hípico y el Hipódromo. Icha reclama que su marido le tiene las mesas del bar llenas de libros de hípica. Y se instala en la terraza. Cuenta que en cada carrera apuesta algo para financiar el negocio de la hípica. Pero sumas muy chicas. No tiene demasiada suerte en ese juego de azar.
Con el haras, pese a sus fuertes inversiones y a que va segundo en el ranking de premios ganados, con 486 millones de pesos, tampoco le va bien en lo financiero. Del promedio de 80 ejemplares que cría, lleva a todos los machos a remate y sólo vende lo que puede. "Hay caballos que uno vende y después te los devuelven. Cuesta que salgan las hembras, puedes vender bien dos o tres, y las demás no las quieren", enfatiza.
Icha sirve ella misma bebidas con hielo y cuenta que en Chile nadie puede exportar un caballo si antes éste no se ha coronado campeón en las pistas. Recuerda que de Estados Unidos le compraron a Sanderman hace algunos años y después a Shimby, por este último le pagaron 80 mil dólares.
De las pérdidas anuales de su haras, prefiere no sacar la cuenta, "porque nunca he terminado con números azules". Ella, como muchos otros criadores, subsidia el stud de su bolsillo. "Así como a algunos les gusta tener yates, a nosotros nos encantan los caballos. Esto es un hobby. No un negocio. No sé quién en Chile puede vivir de esto. Tal vez se pueda sobrevivir o no perder plata, ¿pero vivir? ¡No!".
Enciende otro cigarrillo y con su voz ronca relata que el mercado chileno hace pasar humillaciones a los dueños de caballos. "El criador de Santa Clara se enfermó de los nervios en los dos últimos remates, porque no pudo vender nada. Se sintió tan denigrado que no quiere volver a pasar por lo mismo y liquidó todo", asegura.
Icha Solari piensa que si la hípica no logra tener un apoyo del gobierno que la impulse, no va a poder sobrevivir.
Caballos y astronomía
Víctor Saleh, dueño del stud Porta Pia, que lleva ganados 234 millones de pesos en premios, dice que la industria de la crianza en la última década ha caído en picada. "La producción anual de caballos fina sangre de carrera, que en 1994 era de alrededor de 2 mil 500 ejemplares, hasta el año pasado se redujo a poco más de mil 700. La población bajó en más de cinco mil productos. Y en ese mismo lapso un total de 41 haras desaparecieron".
Luigi DAlessandri advierte que este es el único negocio del mundo "donde dos más dos no son cuatro". D'Alessandri era uno de los ex dueños del haras Figurón, que durante la década del 90 encabezó las estadísticas en sumas, carreras y clásicos ganados. Fue elegido el mejor haras por la asociación de periodistas hípicos. A pesar de eso, y aunque uno de sus socios era Anacleto Angelini, tuvo que liquidar todas sus existencias en 2001.
Ahora D'Alessandri asesora al magnate Oussama Aboughazale, propietario del haras Sumaya de Pirque. Según D'Alessandri, en los últimos dos años, Sumaya se ha posicionado holgadamente en las estadísticas. Sin embargo, remarca que aunque un haras gane 200 millones al año en premios, no financia sus gastos.
Producir un fina sangre que llegue a ser campeón de los grandes premios como El Ensayo, El Derby o el St. Leger, cuesta en promedio más de 4 millones de pesos, remarca Saleh. Y exactamente lo mismo vale criar al resto de la generación que después se vende en Chile a menos del costo. En su haras de Pirque, emplazado junto a una casa estilo Georgian, Aboughazale produce entre 50 y 60 potrillos al año, y se queda casi con toda su producción. Puede darse ese lujo y otros más: como tener el helicóptero más moderno del país, pasar meses en Medio Oriente compartiendo con su familia y jugando polo. Del Monte, la tercera exportadora de frutas más grande del mundo, de la cual es propietario junto a su familia, se lo permite.
En Chile hay más de 130 haras emplazados en bellísimos campos. Algunos dueños logran recuperar la inversión a través de las escasas exportaciones de fina sangre chilenos a Estados Unidos. Según Jaime Díaz de Valdés, encargado del Stud Book del Club Hípico, el promedio anual es de 70 ejemplares. Y en lo que va corrido de este año, no ha subido de 40.
Con sus ventas al exterior, Carlos Hirmas ha mantenido el prestigioso haras Matancilla, un establecimiento modelo que tiene el record de 14 ganadores de la Triple Corona: seis campeones de El Ensayo, seis de El Derby y dos del St. Leger.
Hirmas y su hermano Víctor cerraron el año pasado la tradicional industria textil que su familia mantuvo por muchos años. En su campo de Longaví donde empezaron el haras en 1956 hoy además crían novillos y realizan otras actividades agrícolas.
Hirmas se siente bastante afortunado, porque su stud exporta al menos una yegua madre o una potranca por año. "Eso nos ha salvado un poco, porque si no estaríamos haciendo agua. Además tenemos muchos caballos corriendo que si no tienen éxito, uno las ve negras. Por suerte nos hemos podido mantener, no digo con cifras azules porque sería mucho, pero celestito sí", comenta con gracia.
De los precios de exportación, dice que son muy fluctuantes. "Si usted tiene un crack le puede sacar sobre 200 mil dólares. Pero eso varía. Uno vende caballos en 80 mil dólares o 100 mil dólares o 70 mil dólares. Eso va ayudando mantenerse, a seguir creciendo y esperando el momento de apuntarle al mejor caballo, que es la ambición de todo propietario".
En su estudio de abogado, Fernando Coloma, dueño del haras San Patricio, compara la crianza de fina sangre de carreras con la astronomía: por la precisión que requiere para desarrollar un buen pedigree y elegir buenas líneas de sangre. "Tengo casi exclusividad en cierta sangre y he podido elegir yeguas que han dado caballos muy buenos. Por eso, puedo competir con gente que invierte y gasta mucho dinero, aunque igual sigo ejerciendo mi profesión".
Empezó a criar con su suegro por entretención en 1965. Después adquirió un fundo en Rosario. Hace 24 años que trasladó su haras a El Monte, donde además disfruta con su familia. Los fines de semana van sus hijos, entre ellos el senador UDI Juan Antonio Coloma, y sus nietos.
Exportó a Estados Unidos la yegua Ema Bovary, una campeona que ganó 800 mil dólares en premios en ese país y después se vendió como reproductora en cerca del millón de dólares. "Produje yeguas que han sido campeonas, como Escania, y Eccelenza, cuya mitad era mía. Esta última salió en 450 mil dólares. Eso me permitió pagar una cantidad de deudillas. Pero todos los hípicos somos enfermos de ilusos y no nos vamos a convencer que el negocio es difícil", comenta riendo.
A otros propietarios les interesa privilegiar la calidad más que la cantidad. Es la política de Constanza Burr y Pedro Hurtado Vicuña, dueños del haras Paso Nevado, ubicado en la zona cordillerana de Talca. Comenzaron en 1992 con yeguas argentinas. Hoy tienen 36 pesebreras y llevan a remate poco menos de 28 ejemplares.
Para paliar las pérdidas en las subastas, Constanza y su marido optan por vender sólo una parte del animal y conservar la mitad. Tienen al caballo We can seek corriendo en Estados Unidos. Aquí no lo compraron.
Con varios campeones han tenido mala suerte. A Veedor, que ganó El Ensayo 2002, no lo pudieron vender porque se lesionó. Lo mismo les pasó con Documentado y Summer, que ganaron otros clásicos.
"En Chile se ha hecho un enorme esfuerzo por mejorar la sangre en los últimos 15 años. Si aumentaran los premios y las exportaciones, esta debería ser una industria sustentable. Tengo esperanzas. Debe-ríamos, como Argentina, apuntar a mercados como Sudáfrica, Asia y Singapur", señala Constanza.
LA COMPETENCIA DE LOS CASINOS
Victoria Unzurrunzaga, del haras Dadinco, se siente muy afortunada. Aparte de haber ganado con sus crías El Derby, El Ensayo, La Polla Potrillo, la Polla Potranca, el Nacional Ricardo Lyon, también obtuvo la Copa de Oro y el Gran Premio República Argentina en Buenos Aires.
Victoria heredó el haras que su padre inició en Chillán hace más de 40 años."La hípica pasa por un momento complicado, pero a nosotros nos ha ido bien. Producimos 44 potrillos y se remata la totalidad. Nos quedamos con algunas potrancas, pero lo demás lo vendemos todo", cuenta.
Víctor Saleh no pierde de vista que la disminución de la masa equina de fina sangre está causando desempleo y menores ingresos a la actividad agrícola nacional. Porque aunque la actividad hípica mueve 108 mil millones de pesos al año en apuestas, el doble del Loto y el triple del Kino, el mercado está tan deprimido que Saleh teme que el boom de los nuevos casinos cause un impacto aún mayor.
Aún así, Saleh, fundador y ex dueño de la U. Andrés Bello, y actualmente empresario inmobiliario tiene fe de que esta acividad va a remontar. "La esperanza de todo criador es que al menos uno de sus caballos llegue a ser tan exitoso que lo salve de todas las deudas y le ayude a recuperar la tremenda inversión", concluye Saleh.
LOS MÁS PREMIADOS DEL AÑO
1. Haras Don Alberto: Creado en 1987 en Los Angeles por Liliana Solari Falabella en honor a su padre. Con su yegua Eres Mágica ganó El Ensayo 2006 y encabeza la lista con más de 517 millones de pesos. Produce más 90 potrillos anuales.
2. Haras El Sheik: Oficialmente aparece en 1988, creado por María Luisa Solari y su marido Marcel Zarour en Calera de Tango. En lo que va del año, ha ganado 486 millones de pesos en premios. Produce en promedio 80 crías anuales.
3. Haras Matancilla: Es uno de los más prestigiosos de la hípica nacional, fundado en 1956 en Longaví. Pertenece a los hermanos Carlos y Víctor Hirmas. Lleva más de 463 millones de pesos en premios.
4. Haras Sumaya: Del palestino Oussama Aboughazale, está situado en Pirque. Produce unos 60 potrillos anuales. Lleva acumulados casi 435 millones de pesos en premios.
5. Haras De Pirque: De Eduardo Matte Rozas, fue elegido el mejor haras del año 2000. Produce alrededor de 50 potrillos al año. Ha ganado aproximadamente 370 millones deº pesos.
Fuente: Club Hípico de Santiago.
Cherie Zalaquett.
El helicóptero se posa en el césped del haras Porta Pía, en Calera de Tango. Descienden Víctor Saleh, presidente de la Asociación de Criadores de Fina Sangre de Carrera, y Luigi D'Alessandri, del haras Sumaya. Muy cerca, espera María Luisa Solari Falabella. Icha, como la llaman desde niña, los abraza con alegría. La hípica los une a los tres casi con la misma fuerza que los lazos de sangre. En rigor, de la fina sangre. De las crías, de las próximas competencias, de los caballos, hablan sin parar, camino a las pesebreras de El Sheik, el criadero que Icha tiene con su marido, Marcel Zarour.
Icha está feliz de que su hermana Liliana haya ganado El Ensayo 2006 el domingo 1 de octubre, "pero lógico que habría preferido que fuera campeón nuestro caballo, Shapira", comenta.
Hace tiempo que Icha y sus hermanas, Teresa y Liliana, no participan en el directorio de Falabella. Dejaron esa responsabilidad a sus hijos. "Había que ir a dos reuniones a la semana, eternas. Menos estaría ahora, que se agrandó mucho con Sodimac y el banco. Para mí, además, era una falta de independencia. Soy media patiperro; con mi marido nos vamos al sur, a ver el corral de Viña y a nuestros viajes por la hípica".
Ella vive en su criadero, situado en parte del terreno donde estaba emplazado el antiguo Haras Tarapacá de su padre, Alberto Solari. No se mudaría a Santiago por ningún motivo. "La carrera es una consecuencia no más. Lo divertido es criar y estar en el campo con los animales", explica. Cada día visita uno por uno a sus potros y yeguas, les habla, los acaricia. "Ya me conocen el olor", añade fumando un cigarrillo tras otro.
En su cómoda casa hay un acogedor bar, donde recibe a sus amigos. Allí están las copas de los innumerables premios que han ganado sus animales en el Sporting, el Club Hípico y el Hipódromo. Icha reclama que su marido le tiene las mesas del bar llenas de libros de hípica. Y se instala en la terraza. Cuenta que en cada carrera apuesta algo para financiar el negocio de la hípica. Pero sumas muy chicas. No tiene demasiada suerte en ese juego de azar.
Con el haras, pese a sus fuertes inversiones y a que va segundo en el ranking de premios ganados, con 486 millones de pesos, tampoco le va bien en lo financiero. Del promedio de 80 ejemplares que cría, lleva a todos los machos a remate y sólo vende lo que puede. "Hay caballos que uno vende y después te los devuelven. Cuesta que salgan las hembras, puedes vender bien dos o tres, y las demás no las quieren", enfatiza.
Icha sirve ella misma bebidas con hielo y cuenta que en Chile nadie puede exportar un caballo si antes éste no se ha coronado campeón en las pistas. Recuerda que de Estados Unidos le compraron a Sanderman hace algunos años y después a Shimby, por este último le pagaron 80 mil dólares.
De las pérdidas anuales de su haras, prefiere no sacar la cuenta, "porque nunca he terminado con números azules". Ella, como muchos otros criadores, subsidia el stud de su bolsillo. "Así como a algunos les gusta tener yates, a nosotros nos encantan los caballos. Esto es un hobby. No un negocio. No sé quién en Chile puede vivir de esto. Tal vez se pueda sobrevivir o no perder plata, ¿pero vivir? ¡No!".
Enciende otro cigarrillo y con su voz ronca relata que el mercado chileno hace pasar humillaciones a los dueños de caballos. "El criador de Santa Clara se enfermó de los nervios en los dos últimos remates, porque no pudo vender nada. Se sintió tan denigrado que no quiere volver a pasar por lo mismo y liquidó todo", asegura.
Icha Solari piensa que si la hípica no logra tener un apoyo del gobierno que la impulse, no va a poder sobrevivir.
Caballos y astronomía
Víctor Saleh, dueño del stud Porta Pia, que lleva ganados 234 millones de pesos en premios, dice que la industria de la crianza en la última década ha caído en picada. "La producción anual de caballos fina sangre de carrera, que en 1994 era de alrededor de 2 mil 500 ejemplares, hasta el año pasado se redujo a poco más de mil 700. La población bajó en más de cinco mil productos. Y en ese mismo lapso un total de 41 haras desaparecieron".
Luigi DAlessandri advierte que este es el único negocio del mundo "donde dos más dos no son cuatro". D'Alessandri era uno de los ex dueños del haras Figurón, que durante la década del 90 encabezó las estadísticas en sumas, carreras y clásicos ganados. Fue elegido el mejor haras por la asociación de periodistas hípicos. A pesar de eso, y aunque uno de sus socios era Anacleto Angelini, tuvo que liquidar todas sus existencias en 2001.
Ahora D'Alessandri asesora al magnate Oussama Aboughazale, propietario del haras Sumaya de Pirque. Según D'Alessandri, en los últimos dos años, Sumaya se ha posicionado holgadamente en las estadísticas. Sin embargo, remarca que aunque un haras gane 200 millones al año en premios, no financia sus gastos.
Producir un fina sangre que llegue a ser campeón de los grandes premios como El Ensayo, El Derby o el St. Leger, cuesta en promedio más de 4 millones de pesos, remarca Saleh. Y exactamente lo mismo vale criar al resto de la generación que después se vende en Chile a menos del costo. En su haras de Pirque, emplazado junto a una casa estilo Georgian, Aboughazale produce entre 50 y 60 potrillos al año, y se queda casi con toda su producción. Puede darse ese lujo y otros más: como tener el helicóptero más moderno del país, pasar meses en Medio Oriente compartiendo con su familia y jugando polo. Del Monte, la tercera exportadora de frutas más grande del mundo, de la cual es propietario junto a su familia, se lo permite.
En Chile hay más de 130 haras emplazados en bellísimos campos. Algunos dueños logran recuperar la inversión a través de las escasas exportaciones de fina sangre chilenos a Estados Unidos. Según Jaime Díaz de Valdés, encargado del Stud Book del Club Hípico, el promedio anual es de 70 ejemplares. Y en lo que va corrido de este año, no ha subido de 40.
Con sus ventas al exterior, Carlos Hirmas ha mantenido el prestigioso haras Matancilla, un establecimiento modelo que tiene el record de 14 ganadores de la Triple Corona: seis campeones de El Ensayo, seis de El Derby y dos del St. Leger.
Hirmas y su hermano Víctor cerraron el año pasado la tradicional industria textil que su familia mantuvo por muchos años. En su campo de Longaví donde empezaron el haras en 1956 hoy además crían novillos y realizan otras actividades agrícolas.
Hirmas se siente bastante afortunado, porque su stud exporta al menos una yegua madre o una potranca por año. "Eso nos ha salvado un poco, porque si no estaríamos haciendo agua. Además tenemos muchos caballos corriendo que si no tienen éxito, uno las ve negras. Por suerte nos hemos podido mantener, no digo con cifras azules porque sería mucho, pero celestito sí", comenta con gracia.
De los precios de exportación, dice que son muy fluctuantes. "Si usted tiene un crack le puede sacar sobre 200 mil dólares. Pero eso varía. Uno vende caballos en 80 mil dólares o 100 mil dólares o 70 mil dólares. Eso va ayudando mantenerse, a seguir creciendo y esperando el momento de apuntarle al mejor caballo, que es la ambición de todo propietario".
En su estudio de abogado, Fernando Coloma, dueño del haras San Patricio, compara la crianza de fina sangre de carreras con la astronomía: por la precisión que requiere para desarrollar un buen pedigree y elegir buenas líneas de sangre. "Tengo casi exclusividad en cierta sangre y he podido elegir yeguas que han dado caballos muy buenos. Por eso, puedo competir con gente que invierte y gasta mucho dinero, aunque igual sigo ejerciendo mi profesión".
Empezó a criar con su suegro por entretención en 1965. Después adquirió un fundo en Rosario. Hace 24 años que trasladó su haras a El Monte, donde además disfruta con su familia. Los fines de semana van sus hijos, entre ellos el senador UDI Juan Antonio Coloma, y sus nietos.
Exportó a Estados Unidos la yegua Ema Bovary, una campeona que ganó 800 mil dólares en premios en ese país y después se vendió como reproductora en cerca del millón de dólares. "Produje yeguas que han sido campeonas, como Escania, y Eccelenza, cuya mitad era mía. Esta última salió en 450 mil dólares. Eso me permitió pagar una cantidad de deudillas. Pero todos los hípicos somos enfermos de ilusos y no nos vamos a convencer que el negocio es difícil", comenta riendo.
A otros propietarios les interesa privilegiar la calidad más que la cantidad. Es la política de Constanza Burr y Pedro Hurtado Vicuña, dueños del haras Paso Nevado, ubicado en la zona cordillerana de Talca. Comenzaron en 1992 con yeguas argentinas. Hoy tienen 36 pesebreras y llevan a remate poco menos de 28 ejemplares.
Para paliar las pérdidas en las subastas, Constanza y su marido optan por vender sólo una parte del animal y conservar la mitad. Tienen al caballo We can seek corriendo en Estados Unidos. Aquí no lo compraron.
Con varios campeones han tenido mala suerte. A Veedor, que ganó El Ensayo 2002, no lo pudieron vender porque se lesionó. Lo mismo les pasó con Documentado y Summer, que ganaron otros clásicos.
"En Chile se ha hecho un enorme esfuerzo por mejorar la sangre en los últimos 15 años. Si aumentaran los premios y las exportaciones, esta debería ser una industria sustentable. Tengo esperanzas. Debe-ríamos, como Argentina, apuntar a mercados como Sudáfrica, Asia y Singapur", señala Constanza.
LA COMPETENCIA DE LOS CASINOS
Victoria Unzurrunzaga, del haras Dadinco, se siente muy afortunada. Aparte de haber ganado con sus crías El Derby, El Ensayo, La Polla Potrillo, la Polla Potranca, el Nacional Ricardo Lyon, también obtuvo la Copa de Oro y el Gran Premio República Argentina en Buenos Aires.
Victoria heredó el haras que su padre inició en Chillán hace más de 40 años."La hípica pasa por un momento complicado, pero a nosotros nos ha ido bien. Producimos 44 potrillos y se remata la totalidad. Nos quedamos con algunas potrancas, pero lo demás lo vendemos todo", cuenta.
Víctor Saleh no pierde de vista que la disminución de la masa equina de fina sangre está causando desempleo y menores ingresos a la actividad agrícola nacional. Porque aunque la actividad hípica mueve 108 mil millones de pesos al año en apuestas, el doble del Loto y el triple del Kino, el mercado está tan deprimido que Saleh teme que el boom de los nuevos casinos cause un impacto aún mayor.
Aún así, Saleh, fundador y ex dueño de la U. Andrés Bello, y actualmente empresario inmobiliario tiene fe de que esta acividad va a remontar. "La esperanza de todo criador es que al menos uno de sus caballos llegue a ser tan exitoso que lo salve de todas las deudas y le ayude a recuperar la tremenda inversión", concluye Saleh.
LOS MÁS PREMIADOS DEL AÑO
1. Haras Don Alberto: Creado en 1987 en Los Angeles por Liliana Solari Falabella en honor a su padre. Con su yegua Eres Mágica ganó El Ensayo 2006 y encabeza la lista con más de 517 millones de pesos. Produce más 90 potrillos anuales.
2. Haras El Sheik: Oficialmente aparece en 1988, creado por María Luisa Solari y su marido Marcel Zarour en Calera de Tango. En lo que va del año, ha ganado 486 millones de pesos en premios. Produce en promedio 80 crías anuales.
3. Haras Matancilla: Es uno de los más prestigiosos de la hípica nacional, fundado en 1956 en Longaví. Pertenece a los hermanos Carlos y Víctor Hirmas. Lleva más de 463 millones de pesos en premios.
4. Haras Sumaya: Del palestino Oussama Aboughazale, está situado en Pirque. Produce unos 60 potrillos anuales. Lleva acumulados casi 435 millones de pesos en premios.
5. Haras De Pirque: De Eduardo Matte Rozas, fue elegido el mejor haras del año 2000. Produce alrededor de 50 potrillos al año. Ha ganado aproximadamente 370 millones deº pesos.
Fuente: Club Hípico de Santiago.
Cherie Zalaquett.
3 comentarios
leslie osorio -
mario recabarren -
junto con saludarlos quiero comentarles que soy una persona de trabajo y quiero comprarme en f.s. y poder hacer que èse pueda correr en competencias en santiago, pero la verdad es que no tengo idea ni de comprar ni como mantener a un caballo , si ustedes pudiesen asesorarme para la compra y y poder entregarme el contacto de un preparador honesto se lo agradeceria, mis fonos son 07- 9107650 y el fijo es el 5274034, de antemano gracias.
mario recabarren
Oscar Sanchez -