Chile, se reabre el debate sobre cómo medir el impacto de la inversión en el crecimiento
Precios constantes y precios corrientes son las variables que se contraponen en la discusión de los expertos. Si se mide con la primera, como propone el Gobierno, la tasa de inversión se acerca al 30% del PIB. Pero si se calcula con la segunda, como plantean varios expertos, apenas pasa del 22%.
Al hacer su balance 2006, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, destacó una serie de cifras y en una de ellas fue particularmente enfático: la tasa de inversión del país habría bordeado el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado.
Eso, si el cuociente es medido a precios constantes, tal como recomienda el Banco Central. Pero otros economistas rebaten ese cálculo y plantean que lo correcto es medir aquella tasa a precios corrientes, pues así se evalúa mejor el impacto de la inversión en la actual coyuntura.
En este escenario, el debate se reabrió. Y en marzo se sabrá cuál postura está en lo correcto, cuando el Central difunda sus nuevas cuentas nacionales con año base en 2006. En ese momento precios constantes y corrientes serán los mismos y, por tanto, se aclarará cuánto está contribuyendo realmente la inversión en el crecimiento.
Precios corrientes
El argumento aquí es que la tasa de inversión sobre el Producto Interno Bruto (PIB) permite evaluar un parámetro de conducta en que el precio es esencial. "No se pueden dejar al margen los precios. Ése es el disparate conceptual del Banco Central", dice Andrés Passicot, de Gemines.
"Si los computadores cuestan menos, eso incidirá en mi decisión de cuántos voy a comprar", agrega Alejandro Fernández, de Gemines, al rebatir a Velasco.
El experto plantea que "puedo usar más máquinas o más hombres, y una de las variables que tomaré en cuenta para decidir qué combinación de capital y trabajo usaré para producir, son los precios".
El economista Tomás Flores, del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), dice que "si los computadores están más baratos, me queda más disponibilidad de recursos, pero que se destina a consumo y no a ahorro".
Fernández piensa que, si se sigue la lógica "constante", la cuenta corriente del país también podría medirse así y se daría el absurdo de que, en vez de tener un superávit, habría un abultado déficit.
Para Passicot, cuando el Central argumenta que las importaciones de bienes de capital son a menor precio, hay implícito un aumento de cantidad. "No contento con esa lesera, el Central dice: 'A este volumen inflado de importaciones físicas le pondré los precios de hace 10 años', cuando eran mucho más caras. Es una manera de reflejar la estupidez de nuevo", reclama el economista y socio de Gemines.
Por último, los socios de esta consultora dicen que ningún organismo internacional usa esta medición.
Precios constantes
Esta tesis considera que lo importante es medir la contribución real de la inversión física en el crecimiento. Para ello se usan deflactores que eliminen la distorsión que provocan los precios.
Según la visión del Banco Central, esta medición permite "evaluar cuánto contribuye la inversión al crecimiento de la economía, a través de su adición al stock de capital". Esta tasa ha aumentado por la caída relativa de los precios de bienes de capital importados.
En 2005, Andrés Velasco ejemplificó que para una empresa lo esencial es el número de computadores adquiridos, independiente del costo que se pagó por estos. "Lo que importa en términos de capacidad productiva es la 'cantidad' de capital invertido más que su valor coyuntural", agrega un reconocido académico.
"Hay que evaluar esto como el resultado de dos variables reales. Usar variables nominales es un error", coincide el economista Alejandro Alarcón, gerente de la Asociación de Bancos. Por lo mismo, cree que, cuando se difundan las nuevas cuentas nacionales, aquella tasa -a precios constantes y corrientes- se mantendrá en torno del 28% del PIB.
"Si lo que se busca es hacer comparaciones físicas o reales, claramente la tasa de inversión real sigue siendo la más adecuada", plantea Juan Carlos Scapini, economista y académico de la Universidad Central.
Sobre por qué este cálculo no es utilizado por el FMI, el académico consultado responde que no lo hace por "las dificultades que tiene homologar los deflactores de la inversión entre países".
Posición intermedia
Economistas como Patricio Rojas, Christian Johnson y George Lever asumen una posición intermedia. En general, creen que lo correcto es hacer una medición a precios constantes, pero el año base actual (1996) es tan lejano que sus deflactores han perdido efecto.
"Si quiero ver la contribución al crecimiento, lo importante es la inversión real, pero los deflactores están demasiado atrasados y no sirven", dice Rojas, para quien en la actual coyuntura, es más ajustado a la realidad hablar de una tasa de inversión en torno del 20% del PIB, tal como indica el cálculo a precios corrientes.
"Hay quienes pueden preferir considerar esto a precios corrientes y así no contaminar el análisis con el deflactor utilizado, que puede ser muy cuestionable", responde Johnson, de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Para Lever, economista de la Cámara de Comercio de Santiago, no existen dudas de que la inversión se ha recuperado desde 22% del PIB en 1999 al 30% en 2006, pero considera, si se le mide en precios de 1996 al gasto presupuestario, que "entrega una medición abultada del verdadero gasto en inversión".
Eduardo Olivares C.
Al hacer su balance 2006, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, destacó una serie de cifras y en una de ellas fue particularmente enfático: la tasa de inversión del país habría bordeado el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado.
Eso, si el cuociente es medido a precios constantes, tal como recomienda el Banco Central. Pero otros economistas rebaten ese cálculo y plantean que lo correcto es medir aquella tasa a precios corrientes, pues así se evalúa mejor el impacto de la inversión en la actual coyuntura.
En este escenario, el debate se reabrió. Y en marzo se sabrá cuál postura está en lo correcto, cuando el Central difunda sus nuevas cuentas nacionales con año base en 2006. En ese momento precios constantes y corrientes serán los mismos y, por tanto, se aclarará cuánto está contribuyendo realmente la inversión en el crecimiento.
Precios corrientes
El argumento aquí es que la tasa de inversión sobre el Producto Interno Bruto (PIB) permite evaluar un parámetro de conducta en que el precio es esencial. "No se pueden dejar al margen los precios. Ése es el disparate conceptual del Banco Central", dice Andrés Passicot, de Gemines.
"Si los computadores cuestan menos, eso incidirá en mi decisión de cuántos voy a comprar", agrega Alejandro Fernández, de Gemines, al rebatir a Velasco.
El experto plantea que "puedo usar más máquinas o más hombres, y una de las variables que tomaré en cuenta para decidir qué combinación de capital y trabajo usaré para producir, son los precios".
El economista Tomás Flores, del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), dice que "si los computadores están más baratos, me queda más disponibilidad de recursos, pero que se destina a consumo y no a ahorro".
Fernández piensa que, si se sigue la lógica "constante", la cuenta corriente del país también podría medirse así y se daría el absurdo de que, en vez de tener un superávit, habría un abultado déficit.
Para Passicot, cuando el Central argumenta que las importaciones de bienes de capital son a menor precio, hay implícito un aumento de cantidad. "No contento con esa lesera, el Central dice: 'A este volumen inflado de importaciones físicas le pondré los precios de hace 10 años', cuando eran mucho más caras. Es una manera de reflejar la estupidez de nuevo", reclama el economista y socio de Gemines.
Por último, los socios de esta consultora dicen que ningún organismo internacional usa esta medición.
Precios constantes
Esta tesis considera que lo importante es medir la contribución real de la inversión física en el crecimiento. Para ello se usan deflactores que eliminen la distorsión que provocan los precios.
Según la visión del Banco Central, esta medición permite "evaluar cuánto contribuye la inversión al crecimiento de la economía, a través de su adición al stock de capital". Esta tasa ha aumentado por la caída relativa de los precios de bienes de capital importados.
En 2005, Andrés Velasco ejemplificó que para una empresa lo esencial es el número de computadores adquiridos, independiente del costo que se pagó por estos. "Lo que importa en términos de capacidad productiva es la 'cantidad' de capital invertido más que su valor coyuntural", agrega un reconocido académico.
"Hay que evaluar esto como el resultado de dos variables reales. Usar variables nominales es un error", coincide el economista Alejandro Alarcón, gerente de la Asociación de Bancos. Por lo mismo, cree que, cuando se difundan las nuevas cuentas nacionales, aquella tasa -a precios constantes y corrientes- se mantendrá en torno del 28% del PIB.
"Si lo que se busca es hacer comparaciones físicas o reales, claramente la tasa de inversión real sigue siendo la más adecuada", plantea Juan Carlos Scapini, economista y académico de la Universidad Central.
Sobre por qué este cálculo no es utilizado por el FMI, el académico consultado responde que no lo hace por "las dificultades que tiene homologar los deflactores de la inversión entre países".
Posición intermedia
Economistas como Patricio Rojas, Christian Johnson y George Lever asumen una posición intermedia. En general, creen que lo correcto es hacer una medición a precios constantes, pero el año base actual (1996) es tan lejano que sus deflactores han perdido efecto.
"Si quiero ver la contribución al crecimiento, lo importante es la inversión real, pero los deflactores están demasiado atrasados y no sirven", dice Rojas, para quien en la actual coyuntura, es más ajustado a la realidad hablar de una tasa de inversión en torno del 20% del PIB, tal como indica el cálculo a precios corrientes.
"Hay quienes pueden preferir considerar esto a precios corrientes y así no contaminar el análisis con el deflactor utilizado, que puede ser muy cuestionable", responde Johnson, de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Para Lever, economista de la Cámara de Comercio de Santiago, no existen dudas de que la inversión se ha recuperado desde 22% del PIB en 1999 al 30% en 2006, pero considera, si se le mide en precios de 1996 al gasto presupuestario, que "entrega una medición abultada del verdadero gasto en inversión".
Eduardo Olivares C.
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