Cuentos chinos
La historia de cómo los productores chinos tomaron por sorpresa a las siderúrgicas latinoamericanas y una advertencia para los empresarios sojeros: "Cuidado, los próximos podrían ser ustedes"
"Cuentos Chinos", el título del flamante libro del periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer, es perfecto para ilustrar el caso de la superproducción de acero chino.
En la reciente reunión en Santiago de Chile del ILAFA (Instituto Latinoamericano del Hierro y el Acero), los miembros de la asociación descubrieron espantados la asombrosa superproducción siderúrgica china. Este año arrojará un superávit exportable de nada menos que 30 millones (sí, 30 millones) de toneladas. La cifra equivale a toda la producción latinoamericana anual de acero y cinco años de la producción argentina. Cifras considerables sin duda.
Sin embargo llama la atención que recién ahora los industriales latinoamericanos estén tomando conciencia de la situación. La economía china viene creciendo a ritmo sostenido. En el campo del acero, mientras la producción mundial creció a un ritmo del 5,7 por ciento anual en el período 1998-2006, la china lo hizo al 17,4 por ciento.
De esta forma, China (que en 2003 producía 220 millones de toneladas e importaba otros 35 millones) pasó a generar un fenomenal volumen exportable que hoy atemoriza a los industriales latinoamericanos.
¿Por qué los productores de América Latina recién ahora se dan cuenta de un fenómeno que se venía gestando hace tiempo?
Sin duda, hay una falla, un olvido, una distracción o una limitación en el programa de análisis estratégico de estas grandes empresas que no les ha permitido percibir las "señales débiles del entorno" (como decía Igor Ansoff) con la necesaria antelación antes de que llegara el aluvión del saldo exportable de China que ahora amenaza con inundar y destruir los mercados donde operan las empresas socias del ILAFA.
La inmediata y conocida reacción de los industriales latinoamericanos: solicitar a sus gobiernos una inmediata protección arancelaria anti-dumping.
Cabe preguntarse: ¿Adónde queda el examen de las variables del entorno? ¿Cuál era la estrategia competitiva? Sin duda, los respectivos directivos tendrán que dar muchas explicaciones a sus accionistas explicando lo inexplicable, antes de echarle la culpa a sus gobiernos por no aplicar en tiempo y forma las medidas protectivas.
Se trata de un buen ejemplo para aprender a tiempo y evitar males mayores. ¿Qué pasaría si ocurriese un fenómeno semejante con nuestras exportaciones de aceite, harinas y otros derivados de la soja? ¿Qué ocurriría con el espectacular renacimiento de la economía argentina?
Todos sabemos la recuperación se ha debido principalmente a la extraordinaria conjunción de una serie de factores que ha posibilitado la colocación internacional a precios más que interesantes de la apreciada (y cuestionada) oleaginosa. Pero si estas exportaciones se frenaran o si su precio relativo declinara, un panorama muy sombrío se presentaría a corto plazo ante nuestra vista.
Si el ejemplo del acero puede repetirse, vale la pena anticiparse y analizar las alternativas estratégicas para evitar un colapso.
¿Qué están haciendo los empresarios del sector para pensar el futuro? Cabe también preguntarse ¿Qué hacer con los colegas chinos para que no nos hagan un cuento chino y mañana nos desalojen de nuestra posición competitiva?
Hace un par de años atrás en una conferencia sobre exportaciones a China auspiciada por el diario La Razón, escuchamos tres comentarios que conviene repasar a la hora de pensar en hacer negocios con la potencia asiática:
1) China cuida mucho su balanza de pagos. Un balance desfavorable reiterado en un determinado rubro es un problema que los chinos resuelven con producción local
2) La empresa extranjera que pretenda hacer negocios en China debe contar con un socio chino si quiere establecerse efectivamente
3) No tiene sentido hacer negocios "en" China. Para tener éxito, hay que pensar en hacer negocios "con" China. Esto significa brindar la posibilidad concreta de promover una inversión de una empresa china en la economía del país de origen.
No se trata entonces de hacerles un "cuento chino" a los chinos, sino de tener en cuenta una vieja máxima de la justicia conmutativa, que no por vieja deja de ser actual, "te doy si me das". A cada uno lo suyo.
Dora Rizzuto, Doctor of Business Administration (DBA) Research Associate- Henley Management College UK. MBA - Henley Management College UK. APM Practitioner (UK) Association for Project Management UK. Profesora de UADE. Profesora invitada de Advanced Strategy del Executive MBA en Universidad Torcuato Di Tella
"Cuentos Chinos", el título del flamante libro del periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer, es perfecto para ilustrar el caso de la superproducción de acero chino.
En la reciente reunión en Santiago de Chile del ILAFA (Instituto Latinoamericano del Hierro y el Acero), los miembros de la asociación descubrieron espantados la asombrosa superproducción siderúrgica china. Este año arrojará un superávit exportable de nada menos que 30 millones (sí, 30 millones) de toneladas. La cifra equivale a toda la producción latinoamericana anual de acero y cinco años de la producción argentina. Cifras considerables sin duda.
Sin embargo llama la atención que recién ahora los industriales latinoamericanos estén tomando conciencia de la situación. La economía china viene creciendo a ritmo sostenido. En el campo del acero, mientras la producción mundial creció a un ritmo del 5,7 por ciento anual en el período 1998-2006, la china lo hizo al 17,4 por ciento.
De esta forma, China (que en 2003 producía 220 millones de toneladas e importaba otros 35 millones) pasó a generar un fenomenal volumen exportable que hoy atemoriza a los industriales latinoamericanos.
¿Por qué los productores de América Latina recién ahora se dan cuenta de un fenómeno que se venía gestando hace tiempo?
Sin duda, hay una falla, un olvido, una distracción o una limitación en el programa de análisis estratégico de estas grandes empresas que no les ha permitido percibir las "señales débiles del entorno" (como decía Igor Ansoff) con la necesaria antelación antes de que llegara el aluvión del saldo exportable de China que ahora amenaza con inundar y destruir los mercados donde operan las empresas socias del ILAFA.
La inmediata y conocida reacción de los industriales latinoamericanos: solicitar a sus gobiernos una inmediata protección arancelaria anti-dumping.
Cabe preguntarse: ¿Adónde queda el examen de las variables del entorno? ¿Cuál era la estrategia competitiva? Sin duda, los respectivos directivos tendrán que dar muchas explicaciones a sus accionistas explicando lo inexplicable, antes de echarle la culpa a sus gobiernos por no aplicar en tiempo y forma las medidas protectivas.
Se trata de un buen ejemplo para aprender a tiempo y evitar males mayores. ¿Qué pasaría si ocurriese un fenómeno semejante con nuestras exportaciones de aceite, harinas y otros derivados de la soja? ¿Qué ocurriría con el espectacular renacimiento de la economía argentina?
Todos sabemos la recuperación se ha debido principalmente a la extraordinaria conjunción de una serie de factores que ha posibilitado la colocación internacional a precios más que interesantes de la apreciada (y cuestionada) oleaginosa. Pero si estas exportaciones se frenaran o si su precio relativo declinara, un panorama muy sombrío se presentaría a corto plazo ante nuestra vista.
Si el ejemplo del acero puede repetirse, vale la pena anticiparse y analizar las alternativas estratégicas para evitar un colapso.
¿Qué están haciendo los empresarios del sector para pensar el futuro? Cabe también preguntarse ¿Qué hacer con los colegas chinos para que no nos hagan un cuento chino y mañana nos desalojen de nuestra posición competitiva?
Hace un par de años atrás en una conferencia sobre exportaciones a China auspiciada por el diario La Razón, escuchamos tres comentarios que conviene repasar a la hora de pensar en hacer negocios con la potencia asiática:
1) China cuida mucho su balanza de pagos. Un balance desfavorable reiterado en un determinado rubro es un problema que los chinos resuelven con producción local
2) La empresa extranjera que pretenda hacer negocios en China debe contar con un socio chino si quiere establecerse efectivamente
3) No tiene sentido hacer negocios "en" China. Para tener éxito, hay que pensar en hacer negocios "con" China. Esto significa brindar la posibilidad concreta de promover una inversión de una empresa china en la economía del país de origen.
No se trata entonces de hacerles un "cuento chino" a los chinos, sino de tener en cuenta una vieja máxima de la justicia conmutativa, que no por vieja deja de ser actual, "te doy si me das". A cada uno lo suyo.
Dora Rizzuto, Doctor of Business Administration (DBA) Research Associate- Henley Management College UK. MBA - Henley Management College UK. APM Practitioner (UK) Association for Project Management UK. Profesora de UADE. Profesora invitada de Advanced Strategy del Executive MBA en Universidad Torcuato Di Tella
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