Usted renunció. Le hicieron una contraoferta. ¿Y ahora?
En algunos casos, a la renuncia de un empleado le sigue una contraoferta de la empresa para retenerlo. ¿Cómo evaluar la nueva propuesta?
Es difícil romper relaciones. Cuando se prepara para el aciago día, el "rompedor" suele pensar y pensar en la escena hasta encontrar la frase perfecta para la ruptura; una frase con el equilibrio justo entre sinceridad y diplomacia.
La visión, por lo general, termina en forma armoniosa, sin complicaciones, con un apretón de manos y la promesa de "quedar amigos". Lamentablemente, las rupturas no siempre constituyen una decisión mutua. El "dejado" no siempre cumple con la parte que el "dejador" forjó en sus pensamientos, y es habitual que pida (a veces en forma lastimosa) una segunda oportunidad.
Las rutpuras incómodas no se limitan a la vida personal sino que también se infiltran en la vida profesional cuando la reacción de un empleador ante una renuncia toma la forma de una contraoferta.
En un momento de debilidad, el empleado puede sentirse presionado. ¿Debería quedarse en ese empleo que lo estaba anquilosando, o seguir adelante para aprovechar una oportunidad que lo entusiasme más?
Si bien la decisión de irse o quedarse es algo personal, hay ciertos inconvenientes comunes a los que se debe prestar atención antes de aceptar la contraoferta de un empleador. Son muchos los factores a considerar.
Desde el momento en que usted renuncia, ya se pone en el tapete su lealtad hacia la empresa. Por más que su jefe, en un esfuerzo para que se quede, le diga "Le damos lo que usted quiera", tenga en cuenta que puede ser una maniobra distractoria hasta que la compañía le encuentre un reemplazo.
Su gerente hará todo lo que esté a su alcance para proteger los intereses de la empresa. Inclusive si no lo reemplazan, lo más probable es que no lo tengan en cuenta para un ascenso o no le asignen proyectos relevantes: ya se ganó la reputación de empleado desleal que reniega de su equipo.
De todas maneras, démosle al gerente el beneficio de la duda. Después de todo, también existe la posibilidad de que su intención de hacer las cosas bien sea sincera pero que no tenga autoridad como para cumplir. Así que tome con pinzas las promesas y pida la contraoferta por escrito.
La manera en que sus superiores lo perciban no debe constituir su única preocupación. Sus colegas pueden resentirse si a usted le dan un aumento o le otorgan beneficios extra porque, por lo que a ellos respecta, usted amenazó con irse para que le hicieran una contraoferta.
En su manera de ver, ellos también le dedican a la organización el mismo tiempo y esfuerzo que usted, y les molesta que no se los reconozca por su contribución en la misma medida.
El resentimiento puede convertirse en desconfianza profesional y perjudicar la dinámica de las relaciones con sus colegas. En su mayor parte, la definición de su jornada tiene mucho que ver con sus vínculos con otros trabajadores.
Cuando aumentan las tensiones en el trabajo, éstas suelen trasladarse a otras áreas de la vida. Por eso, tenga en cuenta las reacciones de sus colegas cuando tome la decisión final de irse o quedarse. No ceda a la tentación del oropel de los beneficios que le pongan por delante. Tenga en cuenta los motivos esenciales por los que decidió buscar un nuevo puesto.
¿Fue porque quería un auto de la empresa que lo trasladara desde y hasta su casa? ¿O porque no se valoraban sus esfuerzos? ¿Quería más tiempo para almorzar? ¿O simplemente quería llegar a su casa a una hora razonable? Al fin y al cabo, los beneficios que le ofrecen, ¿son lo suficientemente importantes como para dejar de lado las objeciones iniciales que de movida lo motivaron para buscar otro empleo?
Las estadísticas demuestran que los empleados que deciden aceptar una contraoferta terminan siendo despedidos o renuncian al cabo de un año. ¿Significa esto que usted no debería aceptar una contraoferta? No necesariamente. Lo que sí significa es que tiene que estar preparado para cualquier tipo de planteo que pudiera surgir. Ya sea que decida quedarse o quemar sus naves, la decisión es suya. Pero asegúrese de tomar una decisión con fundamento.
Lic. Cristina Mejias, Consultora de Carrera
La visión, por lo general, termina en forma armoniosa, sin complicaciones, con un apretón de manos y la promesa de "quedar amigos". Lamentablemente, las rupturas no siempre constituyen una decisión mutua. El "dejado" no siempre cumple con la parte que el "dejador" forjó en sus pensamientos, y es habitual que pida (a veces en forma lastimosa) una segunda oportunidad.
Las rutpuras incómodas no se limitan a la vida personal sino que también se infiltran en la vida profesional cuando la reacción de un empleador ante una renuncia toma la forma de una contraoferta.
En un momento de debilidad, el empleado puede sentirse presionado. ¿Debería quedarse en ese empleo que lo estaba anquilosando, o seguir adelante para aprovechar una oportunidad que lo entusiasme más?
Si bien la decisión de irse o quedarse es algo personal, hay ciertos inconvenientes comunes a los que se debe prestar atención antes de aceptar la contraoferta de un empleador. Son muchos los factores a considerar.
Desde el momento en que usted renuncia, ya se pone en el tapete su lealtad hacia la empresa. Por más que su jefe, en un esfuerzo para que se quede, le diga "Le damos lo que usted quiera", tenga en cuenta que puede ser una maniobra distractoria hasta que la compañía le encuentre un reemplazo.
Su gerente hará todo lo que esté a su alcance para proteger los intereses de la empresa. Inclusive si no lo reemplazan, lo más probable es que no lo tengan en cuenta para un ascenso o no le asignen proyectos relevantes: ya se ganó la reputación de empleado desleal que reniega de su equipo.
De todas maneras, démosle al gerente el beneficio de la duda. Después de todo, también existe la posibilidad de que su intención de hacer las cosas bien sea sincera pero que no tenga autoridad como para cumplir. Así que tome con pinzas las promesas y pida la contraoferta por escrito.
La manera en que sus superiores lo perciban no debe constituir su única preocupación. Sus colegas pueden resentirse si a usted le dan un aumento o le otorgan beneficios extra porque, por lo que a ellos respecta, usted amenazó con irse para que le hicieran una contraoferta.
En su manera de ver, ellos también le dedican a la organización el mismo tiempo y esfuerzo que usted, y les molesta que no se los reconozca por su contribución en la misma medida.
El resentimiento puede convertirse en desconfianza profesional y perjudicar la dinámica de las relaciones con sus colegas. En su mayor parte, la definición de su jornada tiene mucho que ver con sus vínculos con otros trabajadores.
Cuando aumentan las tensiones en el trabajo, éstas suelen trasladarse a otras áreas de la vida. Por eso, tenga en cuenta las reacciones de sus colegas cuando tome la decisión final de irse o quedarse. No ceda a la tentación del oropel de los beneficios que le pongan por delante. Tenga en cuenta los motivos esenciales por los que decidió buscar un nuevo puesto.
¿Fue porque quería un auto de la empresa que lo trasladara desde y hasta su casa? ¿O porque no se valoraban sus esfuerzos? ¿Quería más tiempo para almorzar? ¿O simplemente quería llegar a su casa a una hora razonable? Al fin y al cabo, los beneficios que le ofrecen, ¿son lo suficientemente importantes como para dejar de lado las objeciones iniciales que de movida lo motivaron para buscar otro empleo?
Las estadísticas demuestran que los empleados que deciden aceptar una contraoferta terminan siendo despedidos o renuncian al cabo de un año. ¿Significa esto que usted no debería aceptar una contraoferta? No necesariamente. Lo que sí significa es que tiene que estar preparado para cualquier tipo de planteo que pudiera surgir. Ya sea que decida quedarse o quemar sus naves, la decisión es suya. Pero asegúrese de tomar una decisión con fundamento.
Lic. Cristina Mejias, Consultora de Carrera
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