¿El gerente no se enteró de que la reunión se había adelantado? Mejor revise el organigrama de la empresa
Toda empresa cuenta con un organigrama que establece la forma en que se organizan funciones y departamentos. Sin embargo, este documento no describe el modo en que realmente se hacen las cosas en la empresa. La clave es elaborar un "mapa de interacciones".
Que las relaciones son importantes en los negocios no es ninguna novedad. Incluso, existe una rama del management especializada en el análisis del modo en que las interacciones entre empleados afectan el rendimiento de la empresa. Tras unos tímidos comienzos en la década del '50, la disciplina evolucionó lentamente hasta que llegó su "boom" de la mano de las modernas técnicas informáticas.
Según el artículo "Connecting the Corporate Dots" de la escuela de negocios de Wharton, en la actualidad, el estudio de las redes sociales es un tópico caliente porque permite resolver una serie de dificultades que escapan a la teoría tradicional de la organización. El clásico organigrama corporativo divide a la compañía en distintos departamentos, con funciones definidas e interrelaciones precisas. Sin embargo, advierte el estudio de Wharton, no es así como realmente ocurren las cosas. Las empresas no están formadas por departamentos abstractos sino por personas de carne y hueso. A pesar de los rígidos lineamientos del organigrama, en muchos casos es la persona menos imaginada la que controla buena parte de los flujos estratégicos de información.
Según el estudio de Wharton, para conocer realmente cómo se hacen las cosas en la empresa (y quiénes las hacen) es necesario dibujar un mapa de interacciones (básicamente, una serie de puntos unidos por líneas). Veamos un ejemplo… El plan estratégico preveía que los departamentos de Marketing y R&D trabajaran juntos en el desarrollo de un nuevo producto. Sin embargo, el tiempo pasa, el proyecto se demora, los resultados no llegan. Preocupado, el CEO ordena la realización de un mapa de relaciones y descubre que los gerentes están monopolizando los flujos de información entre ambos departamentos. Bajo este esquema, los empleados de las distintas áreas, incapaces de comunicarse directamente, no pueden intercambiar ideas ni colaborar para obtener el máximo rendimiento.
El mapa de relaciones ha diagnosticado el problema. ¿Cómo resolverlo? Una alternativa posible sería organizar reuniones periódicas entre los miembros de cada departamento para que se vean los rostros y compartan directamente sus ideas. Es decir, el remedio puede llegar a través de una reforma del sistema de relaciones. De esta forma, los mapas de interacciones permiten responder a una serie de interrogantes centrales que afectan la eficiencia: ¿La información está llegando correctamente a todas las áreas? ¿En qué secciones se están produciendo cuellos de botella? ¿Por qué el gerente de Operaciones no se enteró de que la reunión se había adelantado una hora? ¿Quién era responsable de darle esa información? ¿Qué personas son claves en las comunicaciones? ¿Es posible que estén filtrando información según su conveniencia personal? En definitiva, elaborar un mapa de interacciones es fundamental para comprender el modo en que realmente se hacen las cosas a la luz de un lema vital para los tiempos que corren: una empresa no es su organigrama, sino su gente.
Fuente: Clarin, Bs As
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