¿Efectividad de Resultados o Filosofía de Gestión?
Compañías como Zara, Dell y Toyota han alcanzado las mejores prácticas en el Supply Chain Management. Pero el desafío para las empresas argentinas no es replicar aquellos modelos exitosos en nuestra realidad, sino impregnarse de la filosofía que les permitió alcanzar la máxima eficiencia.
Agilidad, adaptabilidad y alineación son tres dimensiones de gestión exitosas, según una investigación que el Profesor Hau L. Lee, de la Universidad de Stanford, realizó en más de 60 empresas líderes en el desarrollo de la Supply Chain, durante los últimos 15 años. Se cita a Zara como ejemplo de la primera dimensión, a Dell Computer para la segunda, y a Toyota en la tercera. Dentro de las prácticas comunes clave identificadas se encontraron: la capacidad de reacción y respuesta a las condiciones y cambios del mercado (agilidad), la capacidad de interpretar y adecuar productos y servicios a las tendencias y necesidades de consumidores (adaptabilidad), y una fuerte alineación y coordinación de decisión y gestión de los distintos eslabones operativos que componen la cadena de valor del negocio (alineación). Dichas capacidades fueron desarrolladas en un marco de desafíos estratégicos en términos de coordinación, flexibilidad e integración en la cadena.
Quizás este análisis pueda parecer un tanto lejano a nuestra realidad y poco práctico para aplicar a nuestro medio, teniendo en cuenta que, en general, corresponde a compañías importantes y/o multinacionales, que les han permitido protagonizar el cambio en su cadena, con economías de escala que apalancan dichos desafíos estratégicos, y con realidades de clara estabilidad y apertura de mercados, en entornos muy diferentes de los nuestros.
Si consideramos, entonces, como claves de éxito de estas experiencias los resultados obtenidos (ya sea en crecimiento, posicionamiento, mejora de productividad y/o calidad) las prácticas mencionadas resultan poco válidas para tomar como referencia o como proceso de aprendizaje.
Sin embargo, pensando con una visión más integral de negocio, podríamos preguntarnos si el éxito de una práctica de gestión subyace en los resultados obtenidos o en el propio proceso de aprendizaje y cambio de enfoque organizacional, tratando de alinear objetivos y visión de negocio de todos los protagonistas en la cadena. De este modo, dichas prácticas son valiosas, no para copiar metodologías de trabajo, sino más bien, para tratar de comprender la filosofía de gestión que está atrás, para luego traducirla a nuestra realidad de entorno y sectores con los que convivimos.
El desafío es descubrir qué puede sernos útil en el aprendizaje de gestión de las compañías que lo han aplicado. De esta manera, podríamos preguntarnos qué debería significar para nosotros la palabra agilidad, ¿respuesta rápida en el suministro y la entrega?, o ¿reacción y plan de contingencia ante imprevistos, corrección de problemas, cambios sobre la marcha, etc.? Cuando hablamos de adaptabilidad ¿nos referimos a la capacidad de adecuación de productos y servicios a las necesidades de mi mercado objetivo?, o más explícitamente, ¿a la flexibilidad para responder a las condiciones de fuerte imprevisibilidad en el requerimiento de mercados y/o de mi cliente directo?
Finalmente, cuando pensamos en alineación: ¿pensamos en acuerdos de políticas y objetivos comunes entre los protagonistas de la cadena?, o ¿ámbitos de diálogo con clientes y proveedores clave para acordar criterios para la gestión y resolución de problemas? No hay una respuesta única y, en muchos casos, será una composición de estrategias diversas, dependiendo de las características del sector, las particularidades de la cadena de valor y mercado al que pertenezca, y de las realidades del entorno socioeconómico y político del momento.
Pero a la hora de pensar en nuestras realidades con mercados cambiantes, reglas poco claras con falta de políticas industriales estables, alto grado de cautividad de clientes y suministros, y economías cerradas con alta inestabilidad e incertidumbre; las palabras rapidez de reacción, flexibilidad operativa y de estructura, y acuerdos conjuntos para la resolución de problemas comunes entre los involucrados, son caminos ineludibles para poder afrontar dichos desafíos estratégicos.
Fuente: Julio Sánchez Loppacher, Profesor de Operaciones y Tecnología del IAE, Clarin
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