Asesores, consejeros y consultores, versus la intuición.
Cuando un griego antiguo necesitaba un consejo, acudía a la infinita sabiduría del oráculo de Delfos. Sin embargo, a falta de oráculo fiable, el animal corporativo debe lidiar con asesores y consultores falibles. ¿Cuándo tomar un consejo? ¿Cuándo descartarlo? Difícil tarea...
Reunión de directorio. El CEO en la cabecera. Uno tras otro, los directores dicen: "Yo en su lugar tomaría la siguiente decisión ", "Si yo fuera usted, haría ", "Creo que usted tendría que hacer lo siguiente "
Por los pulcros pasillos corporativos pululan asesores, consultores y consejeros informales de todo tipo. Sin embargo, un buen número de investigaciones sugiere que el orgulloso animal corporativo suele subestimar los consejos y confiar en su propia intuición.
Esta conclusión parece contradecir nuestra experiencia cotidiana. A la hora de elegir una inversión, las empresas pagan fortunas por los sabios consejos de asesores financieros. Al mismo tiempo, grandes corporaciones invierten miles de dólares diarios en consultorías de prestigiosas firmas como McKinsey, Booz Allen Hamilton y el Boston Consulting Group. ¿Para qué gastar toneladas de dinero en consejos que no serán escuchados?
El artículo "Effects of Task Difficulty on Use of Advice" de Harvard Business School ofrece un enfoque opuesto a los estudios tradicionales. En realidad, alega la investigación de Harvard, en algunas ocasiones, los consejos son valorados en exceso.
Para comprobar la hipótesis, los investigadores realizaron dos experimentos de laboratorio para evaluar los mecanismos de toma de decisiones. ¿Cuál es la probabilidad de que una persona siga un consejo? Eso depende de una serie de factores:
1) "¡Auxilio! Esta decisión es demasiado difícil para mí"
Un factor crucial a la hora de aceptar o no un consejo es la complejidad de la decisión a tomar. Difícilmente alguien pida ayuda cuando se trata de decidir "¿Pollo o pastas para el almuerzo?". Pero es muy probable que busque consejo cuando la disyuntiva es "¿Acciones o bonos?".
El estudio de Harvard revela que el grado en que un consejo es escuchado depende, en buena medida, de la dificultad de la decisión. Decisiones sencillas: poca atención a los consejos, mayor confianza en la propia intuición. Decisiones complejas: mucha atención a los consejos, poca confianza en uno mismo.
La investigación de Harvard incluso reflejó problemas de autoestima a la hora de enfrentar decisiones complejas. En los experimentos se observó repetidas veces que, en problemas difíciles, los individuos desconfiaban de su propia intuición y se inclinaban por la de otros (aunque éstos no tuvieran mayores calificaciones).
2) "Lo que usted diga, sensei"
Según el experimento de Harvard, un segundo factor que afecta el grado en que las personas confían en los consejos es la expertise de la persona consultada. A la hora de tomar una decisión estratégica, el CEO se fía más de la asesoría de McKinsey que de las opiniones del kiosquero de la esquina.
Si bien esto parece trivial, en el fondo, deriva en un interrogante de difícil respuesta: ¿A quién acudir en busca de consejo? Muchos dirán: "las grandes consultoras". Sin embargo, cada vez se alzan más voces escépticas. En tiempos de constantes fluctuaciones de mercado, las Big Four han perdido buena parte de su autoridad y credibilidad.
En definitiva, pedir consejo (y decidir si aceptarlo) no es tarea sencilla. Nuestra realidad fluctuante ha abolido los oráculos. Y, ante nosotros, se abre un océano de incertidumbre. La decisión ahora depende de nosotros mismos.
Fuente: Clarin
Reunión de directorio. El CEO en la cabecera. Uno tras otro, los directores dicen: "Yo en su lugar tomaría la siguiente decisión ", "Si yo fuera usted, haría ", "Creo que usted tendría que hacer lo siguiente "
Por los pulcros pasillos corporativos pululan asesores, consultores y consejeros informales de todo tipo. Sin embargo, un buen número de investigaciones sugiere que el orgulloso animal corporativo suele subestimar los consejos y confiar en su propia intuición.
Esta conclusión parece contradecir nuestra experiencia cotidiana. A la hora de elegir una inversión, las empresas pagan fortunas por los sabios consejos de asesores financieros. Al mismo tiempo, grandes corporaciones invierten miles de dólares diarios en consultorías de prestigiosas firmas como McKinsey, Booz Allen Hamilton y el Boston Consulting Group. ¿Para qué gastar toneladas de dinero en consejos que no serán escuchados?
El artículo "Effects of Task Difficulty on Use of Advice" de Harvard Business School ofrece un enfoque opuesto a los estudios tradicionales. En realidad, alega la investigación de Harvard, en algunas ocasiones, los consejos son valorados en exceso.
Para comprobar la hipótesis, los investigadores realizaron dos experimentos de laboratorio para evaluar los mecanismos de toma de decisiones. ¿Cuál es la probabilidad de que una persona siga un consejo? Eso depende de una serie de factores:
1) "¡Auxilio! Esta decisión es demasiado difícil para mí"
Un factor crucial a la hora de aceptar o no un consejo es la complejidad de la decisión a tomar. Difícilmente alguien pida ayuda cuando se trata de decidir "¿Pollo o pastas para el almuerzo?". Pero es muy probable que busque consejo cuando la disyuntiva es "¿Acciones o bonos?".
El estudio de Harvard revela que el grado en que un consejo es escuchado depende, en buena medida, de la dificultad de la decisión. Decisiones sencillas: poca atención a los consejos, mayor confianza en la propia intuición. Decisiones complejas: mucha atención a los consejos, poca confianza en uno mismo.
La investigación de Harvard incluso reflejó problemas de autoestima a la hora de enfrentar decisiones complejas. En los experimentos se observó repetidas veces que, en problemas difíciles, los individuos desconfiaban de su propia intuición y se inclinaban por la de otros (aunque éstos no tuvieran mayores calificaciones).
2) "Lo que usted diga, sensei"
Según el experimento de Harvard, un segundo factor que afecta el grado en que las personas confían en los consejos es la expertise de la persona consultada. A la hora de tomar una decisión estratégica, el CEO se fía más de la asesoría de McKinsey que de las opiniones del kiosquero de la esquina.
Si bien esto parece trivial, en el fondo, deriva en un interrogante de difícil respuesta: ¿A quién acudir en busca de consejo? Muchos dirán: "las grandes consultoras". Sin embargo, cada vez se alzan más voces escépticas. En tiempos de constantes fluctuaciones de mercado, las Big Four han perdido buena parte de su autoridad y credibilidad.
En definitiva, pedir consejo (y decidir si aceptarlo) no es tarea sencilla. Nuestra realidad fluctuante ha abolido los oráculos. Y, ante nosotros, se abre un océano de incertidumbre. La decisión ahora depende de nosotros mismos.
Fuente: Clarin
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