Los costos de la globalización
Trabajo académico de la U. de Princeton revela que la exportación de trabajos puede subir los salarios de los trabajadores no capacitados. ¿Problemas? Fuerte impacto en el salario de los trabajadores y grandes desequilibrios de cuenta corriente.
Los visitantes al Jackson Hole, en Wyoming, Estados Unidos, normalmente ven a unos pocos búfalos y alces, e incluso a veces ven algunos osos. Sin embargo, en los últimos días de agosto vieron unas extrañas criaturas: banqueros centrales y economistas, reunidos en el simposio anual de la Reserva Federal de Kansas City, uno de los puntos altos, literalmente, del calendario económico.
Este año la conferencia se centró en cómo el alza de China, la India y otros países está cambiándole la forma a la economía mundial.
Uno de los puntos tratados fueron los salarios. Habitualmente se cree que los salarios de los trabajadores no calificados de los países ricos se ven deprimidos por un cambio de la mano de obra hacia países con sueldos bajos. Sin embargo, un paper presentado en el simposio por Gene Grossman y Esteban Rossi-Hansberg, de la Universidad de Princeton, ofreció otro punto de vista, argumentando que la exportación de trabajos al exterior puede en verdad aumentar los salarios de los trabajadores no capacitados.
El mover los trabajos al exterior impulsa la productividad de las empresas y sus utilidades, y por ende les permite contratar a más trabajadores en su lugar de origen, lo que impulsa hacia arriba los sueldos de los trabajos que no pueden ser trasladados fácilmente hacia el exterior.
Los autores están en lo correcto cuando señalan que el impacto de trasladar trabajos al exterior no es tan malo como habitualmente se sugiere. Pero sus propios cálculos muestran que entre 1997 y 2004 este efecto positivo de "productividad" no fue lo suficiente como para equilibrar la presión sobre los salarios, que se dio por tener más trabajadores en el mundo en bienes baratos, intensos en mano de obra, como por las importaciones desde países con bajos salarios.
El impacto neto por ahora sigue siendo la depresión de los salarios de los trabajadores menos capacitados.
De hecho, la evidencia demuestra que los menos capacitados no son los únicos en verse presionados. En Estados Unidos, zona euro y Japón, los salarios totales han caído a su porcentaje más bajo del ingreso nacional en décadas, donde el porcentaje de las utilidades aumentó.
Esto es justamente lo que podría haberse esperado, dada la integración a la economía mundial de las economías emergentes. Con ello se ha incrementado agudamente el ratio del trabajo global a capital. Aun cuando este hecho apenas fue mencionado en Jackson Hole.
En su deseo de aplaudir los beneficios de la globalización de las economías como un todo, los economistas estuvieron extrañamente poco dispuestos a admitir que en los últimos años el sueldo promedio real de los trabajadores de los países ricos se había estancado, o incluso caído.
Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, fue una de las pocas voces en el caso de ayudar a los perdedores. La escala y el ritmo de la globalización -argumenta- no tienen precedentes y las ganancias serán enormes, pero hay un riesgo de una oposición social y política en la medida que algunos trabajadores pierdan sus puestos.
Los creadores de políticas, dice, necesitan "asegurar que los beneficios de la integración de la economía global son lo suficientemente compartidos como para que se mantenga el apoyo al libre comercio y para frenar el proteccionismo".
El problema es que el número de perdedores, incluyendo a quienes se ven enfrentados a salarios reales más bajos, puede ser mayor de lo que él piensa".
Cuesta arriba
Otra consecuencia de la integración global ha sido la construcción de grandes desequilibrios de cuenta corriente.
De acuerdo a los textos económicos, el capital debiera fluir desde los países ricos a los pobres, que tienen menos capital y ofrecen mayores retornos. En vez de eso, el capital está "subiendo hacia la cumbre". El promedio de ingreso per cápita de los países con excedentes de cuenta corriente es ahora mucho menos que el de los países con déficit. El más notable es el déficit de Estados Unidos, que es en gran parte financiado por países pobres que compran los bonos del Tesoro.
¿Daña al crecimiento de las economías emergentes la ausencia de capital extranjero? Al endeudarse en el exterior, un país en vías de desarrollo debiera ser capaz de impulsar sus inversiones y por ende aumentar la tasa de crecimiento.
Con todo, un paper de Eswar Prasad, Raghuram Rajan y Arvind Subramanian, del Fondo Monetario Internacional (FMI), demostró que los países en vías de desarrollo que manejan déficit de cuenta corriente (se endeudan en el exterior) han crecido más lento que aquellos que manejan excedentes.
Una explicación es que los países en vías de desarrollo han limitado su capacidad de absorber capital extranjero, debido a sus sistemas financieros subdesarrollados, que hacen que para las empresas y hogares sea más difícil endeudarse. Si el crecimiento de la productividad aumenta, los hogares ahorran gran parte de esa alza de ingresos en vez de gastarlo, mientras que las inversiones de las empresas permanecen limitadas a los fondos generados internamente.
Por ello, un mayor crecimiento impulsa el ahorro relativo a las inversiones y crea excedentes de cuenta corriente (o un déficit más pequeño). A algunos participantes de Jakson Hole esto sugiere una menor necesidad de relajarse ante los desequilibrios globales.
Si los países en desarrollo, y de crecimiento rápido, generan más ahorro del que pueden usar, Estados Unidos puede continuar financiando su déficit. Pero al funcionar con excedentes, las economías emergentes están gozando de menos inversión y consumo del que podrían tener.
En un cierto plazo, los sistemas financieros más maduros permitirán que desaparezcan los gastos más altos y los excedentes externos. De acuerdo con algunas estimaciones, el retorno de los bonos norteamericanos están hasta dos puntos porcentuales por debajo de lo que debieran estar, gracias a la compra de bonos del tesoro por parte de China y otras economías emergentes. Si estos países pierden su apetito para esos activos, el retorno de los bonos debiera dar un salto y el dólar hundirse.
Las economías emergentes también han permitido a los bancos centrales sostener las tasas de corto plazo más abajo, al hacer que sea más fácil alcanzar las metas inflacionarias. El Mercurio.
Los visitantes al Jackson Hole, en Wyoming, Estados Unidos, normalmente ven a unos pocos búfalos y alces, e incluso a veces ven algunos osos. Sin embargo, en los últimos días de agosto vieron unas extrañas criaturas: banqueros centrales y economistas, reunidos en el simposio anual de la Reserva Federal de Kansas City, uno de los puntos altos, literalmente, del calendario económico.
Este año la conferencia se centró en cómo el alza de China, la India y otros países está cambiándole la forma a la economía mundial.
Uno de los puntos tratados fueron los salarios. Habitualmente se cree que los salarios de los trabajadores no calificados de los países ricos se ven deprimidos por un cambio de la mano de obra hacia países con sueldos bajos. Sin embargo, un paper presentado en el simposio por Gene Grossman y Esteban Rossi-Hansberg, de la Universidad de Princeton, ofreció otro punto de vista, argumentando que la exportación de trabajos al exterior puede en verdad aumentar los salarios de los trabajadores no capacitados.
El mover los trabajos al exterior impulsa la productividad de las empresas y sus utilidades, y por ende les permite contratar a más trabajadores en su lugar de origen, lo que impulsa hacia arriba los sueldos de los trabajos que no pueden ser trasladados fácilmente hacia el exterior.
Los autores están en lo correcto cuando señalan que el impacto de trasladar trabajos al exterior no es tan malo como habitualmente se sugiere. Pero sus propios cálculos muestran que entre 1997 y 2004 este efecto positivo de "productividad" no fue lo suficiente como para equilibrar la presión sobre los salarios, que se dio por tener más trabajadores en el mundo en bienes baratos, intensos en mano de obra, como por las importaciones desde países con bajos salarios.
El impacto neto por ahora sigue siendo la depresión de los salarios de los trabajadores menos capacitados.
De hecho, la evidencia demuestra que los menos capacitados no son los únicos en verse presionados. En Estados Unidos, zona euro y Japón, los salarios totales han caído a su porcentaje más bajo del ingreso nacional en décadas, donde el porcentaje de las utilidades aumentó.
Esto es justamente lo que podría haberse esperado, dada la integración a la economía mundial de las economías emergentes. Con ello se ha incrementado agudamente el ratio del trabajo global a capital. Aun cuando este hecho apenas fue mencionado en Jackson Hole.
En su deseo de aplaudir los beneficios de la globalización de las economías como un todo, los economistas estuvieron extrañamente poco dispuestos a admitir que en los últimos años el sueldo promedio real de los trabajadores de los países ricos se había estancado, o incluso caído.
Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, fue una de las pocas voces en el caso de ayudar a los perdedores. La escala y el ritmo de la globalización -argumenta- no tienen precedentes y las ganancias serán enormes, pero hay un riesgo de una oposición social y política en la medida que algunos trabajadores pierdan sus puestos.
Los creadores de políticas, dice, necesitan "asegurar que los beneficios de la integración de la economía global son lo suficientemente compartidos como para que se mantenga el apoyo al libre comercio y para frenar el proteccionismo".
El problema es que el número de perdedores, incluyendo a quienes se ven enfrentados a salarios reales más bajos, puede ser mayor de lo que él piensa".
Cuesta arriba
Otra consecuencia de la integración global ha sido la construcción de grandes desequilibrios de cuenta corriente.
De acuerdo a los textos económicos, el capital debiera fluir desde los países ricos a los pobres, que tienen menos capital y ofrecen mayores retornos. En vez de eso, el capital está "subiendo hacia la cumbre". El promedio de ingreso per cápita de los países con excedentes de cuenta corriente es ahora mucho menos que el de los países con déficit. El más notable es el déficit de Estados Unidos, que es en gran parte financiado por países pobres que compran los bonos del Tesoro.
¿Daña al crecimiento de las economías emergentes la ausencia de capital extranjero? Al endeudarse en el exterior, un país en vías de desarrollo debiera ser capaz de impulsar sus inversiones y por ende aumentar la tasa de crecimiento.
Con todo, un paper de Eswar Prasad, Raghuram Rajan y Arvind Subramanian, del Fondo Monetario Internacional (FMI), demostró que los países en vías de desarrollo que manejan déficit de cuenta corriente (se endeudan en el exterior) han crecido más lento que aquellos que manejan excedentes.
Una explicación es que los países en vías de desarrollo han limitado su capacidad de absorber capital extranjero, debido a sus sistemas financieros subdesarrollados, que hacen que para las empresas y hogares sea más difícil endeudarse. Si el crecimiento de la productividad aumenta, los hogares ahorran gran parte de esa alza de ingresos en vez de gastarlo, mientras que las inversiones de las empresas permanecen limitadas a los fondos generados internamente.
Por ello, un mayor crecimiento impulsa el ahorro relativo a las inversiones y crea excedentes de cuenta corriente (o un déficit más pequeño). A algunos participantes de Jakson Hole esto sugiere una menor necesidad de relajarse ante los desequilibrios globales.
Si los países en desarrollo, y de crecimiento rápido, generan más ahorro del que pueden usar, Estados Unidos puede continuar financiando su déficit. Pero al funcionar con excedentes, las economías emergentes están gozando de menos inversión y consumo del que podrían tener.
En un cierto plazo, los sistemas financieros más maduros permitirán que desaparezcan los gastos más altos y los excedentes externos. De acuerdo con algunas estimaciones, el retorno de los bonos norteamericanos están hasta dos puntos porcentuales por debajo de lo que debieran estar, gracias a la compra de bonos del tesoro por parte de China y otras economías emergentes. Si estos países pierden su apetito para esos activos, el retorno de los bonos debiera dar un salto y el dólar hundirse.
Las economías emergentes también han permitido a los bancos centrales sostener las tasas de corto plazo más abajo, al hacer que sea más fácil alcanzar las metas inflacionarias. El Mercurio.
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