¿Tiene 50 años y perdió su trabajo? Cuide su corazón
Desempleo a los 50 es un golpe al corazón. La pérdida del trabajo pasados los cincuenta años duplicaría el riesgo de padecer trastornos cardíacos, según una investigación estadounidense cuyos resultados se publicaron en junio en la revista especializada británica Occupational and Environmental Medicine.
El análisis se basa en información sobre 4.301 personas de entre 51 y 61 años, todas las cuales se encontraban en actividad en 1992. Diez años después, más de 1.200 se habían jubilado, y unas 600 habían muerto (cien) o se les había perdido el rastro. Un grupo de 450 había dejado de trabajar temporalmente y 960 habían abandonado un empleo de tiempo completo por otros motivos, la mayoría por un trabajo mejor, mientras que 582 lo habían perdido.
En un período de seguimiento de diez años, 202 personas sufrieron un infarto de miocardio. Por otra parte, 140 personas sufrieron un ataque cerebral, 33 de ellas pertenecientes al grupo desocupado. Trece de los accidentes vasculares cerebrales tuvieron lugar luego del despido.
Los resultados indican que la pérdida involuntaria del trabajo a esta edad se asocia con un riesgo de accidentes cardíacos o cerebrovasculares más de dos veces superior al que se observa entre quienes pueden conservar su empleo, independientemente de factores de riesgo como diabetes, hipertensión arterial u obesidad, según William Gallo (Universidad de Yale, New Haven). Para muchas personas, perder el empleo al final de su carrera representa una experiencia muy estresante y de consecuencias nefastas: incidentes cardiovasculares y cerebrovasculares. "El verdadero costo del desempleo excede los costos económicos evidentes y comprende también importantes consecuencias en el plano de la salud", destacan.
El análisis se basa en información sobre 4.301 personas de entre 51 y 61 años, todas las cuales se encontraban en actividad en 1992. Diez años después, más de 1.200 se habían jubilado, y unas 600 habían muerto (cien) o se les había perdido el rastro. Un grupo de 450 había dejado de trabajar temporalmente y 960 habían abandonado un empleo de tiempo completo por otros motivos, la mayoría por un trabajo mejor, mientras que 582 lo habían perdido.
En un período de seguimiento de diez años, 202 personas sufrieron un infarto de miocardio. Por otra parte, 140 personas sufrieron un ataque cerebral, 33 de ellas pertenecientes al grupo desocupado. Trece de los accidentes vasculares cerebrales tuvieron lugar luego del despido.
Los resultados indican que la pérdida involuntaria del trabajo a esta edad se asocia con un riesgo de accidentes cardíacos o cerebrovasculares más de dos veces superior al que se observa entre quienes pueden conservar su empleo, independientemente de factores de riesgo como diabetes, hipertensión arterial u obesidad, según William Gallo (Universidad de Yale, New Haven). Para muchas personas, perder el empleo al final de su carrera representa una experiencia muy estresante y de consecuencias nefastas: incidentes cardiovasculares y cerebrovasculares. "El verdadero costo del desempleo excede los costos económicos evidentes y comprende también importantes consecuencias en el plano de la salud", destacan.
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