Cuando India duerme...
La revista New Yorker publicó una vez una caricatura donde aparecían dos perros, uno, sentado frente al computador le decía al otro: "En internet, nadie sabe que eres un perro".
Nadie tampoco sabe qué es Uruguay. Un pequeño país de tres millones de habitantes, ahogado entre Brasil y Argentina, que se ha convertido en socio de la mayor compañía de tecnología india, Tata Consulting Services (TCS), para crear uno de las mayores centros de outsourcing de Latinoamérica.
Sí, cuando los empleados de Tata están durmiendo en Mumbai, 650 ingenieros y programadores uruguayos ayudan a manejar las operaciones de empresas como American Express, Procter & Gamble y algunos de los mayores bancos de Estados Unidos. Todo, desde Montevideo.
¿Cómo pasó esto? Una de las cosas más interesantes de esta era de globalización es cómo cualquier emprendedor -con la imaginación adecuada, una banda de internet y un pequeño capital- puede montar una compañía global juntando trabajadores y clientes de por aquí y de por allá. Quizás la regla más importante de este mundo crecientemente plano es ésta: Lo que se puede hacer, se hará, porque demasiadas personas tienen acceso a las herramientas de la innovación y la conectividad. La única pregunta es quién lo va a hacer: ¿usted u otro?
Gabriel Rozman decidió hacerlo. Este ex socio de Ernst & Young que creció en Uruguay incubó la idea de asociarse con Tata para convertir a Montevideo en un centro de outsourcing global. Cuando se acercó a Tata sólo tenía dos cosas: la intuición de que el sistema educacional uruguayo había producido muchos buenos ingenieros -y de bajo costo- y el fuerte deseo de hacer algo por el país que acogió a sus padres húngaros en su escape de Hitler.
Cuatro años después, cuando visité las oficinas centrales de TCS Iberoamérica, había gente trabajando en sus computadores en los pasillos y escaleras. (Rozman también tiene 1.300 empleados en Brasil y 1.200 en Chile). A muchas multinacionales les pareció interesante la idea de diversificar sus riesgos y no tener todas sus fuentes de outsourcing en India, luego que un gran banco estadounidense casi tuvo que cerrar cuando una inundación en Mumbai paralizó el centro de datos el mismo día en que un huracán detuvo sus operaciones en Florida.
Creando este centro en Montevideo, Tata les ofrece a sus clientes a los mejores ingenieros indios durante el día en India (durante la noche en Estados Unidos) y los mejores ingenieros uruguayos en el día de Estados Unidos (durante la noche en India).
Los uruguayos suelen reírse de sí mismos contando el siguiente chiste: Si le diagnostican una enfermedad terminal, váyase a Uruguay de inmediato, porque todo llega 20 años después.
En outsourcing, sin embargo, este país ha dejado atrás a sus vecinos, entendiendo antes que en el mundo actual una compañía india, liderada por un uruguayo descendiente de húngaros, dándoles servicios a los bancos norteamericanos con ingenieros uruguayos dirigidos por expertos indios es ahora lo normal.
Thomas L. Friedman
Nadie tampoco sabe qué es Uruguay. Un pequeño país de tres millones de habitantes, ahogado entre Brasil y Argentina, que se ha convertido en socio de la mayor compañía de tecnología india, Tata Consulting Services (TCS), para crear uno de las mayores centros de outsourcing de Latinoamérica.
Sí, cuando los empleados de Tata están durmiendo en Mumbai, 650 ingenieros y programadores uruguayos ayudan a manejar las operaciones de empresas como American Express, Procter & Gamble y algunos de los mayores bancos de Estados Unidos. Todo, desde Montevideo.
¿Cómo pasó esto? Una de las cosas más interesantes de esta era de globalización es cómo cualquier emprendedor -con la imaginación adecuada, una banda de internet y un pequeño capital- puede montar una compañía global juntando trabajadores y clientes de por aquí y de por allá. Quizás la regla más importante de este mundo crecientemente plano es ésta: Lo que se puede hacer, se hará, porque demasiadas personas tienen acceso a las herramientas de la innovación y la conectividad. La única pregunta es quién lo va a hacer: ¿usted u otro?
Gabriel Rozman decidió hacerlo. Este ex socio de Ernst & Young que creció en Uruguay incubó la idea de asociarse con Tata para convertir a Montevideo en un centro de outsourcing global. Cuando se acercó a Tata sólo tenía dos cosas: la intuición de que el sistema educacional uruguayo había producido muchos buenos ingenieros -y de bajo costo- y el fuerte deseo de hacer algo por el país que acogió a sus padres húngaros en su escape de Hitler.
Cuatro años después, cuando visité las oficinas centrales de TCS Iberoamérica, había gente trabajando en sus computadores en los pasillos y escaleras. (Rozman también tiene 1.300 empleados en Brasil y 1.200 en Chile). A muchas multinacionales les pareció interesante la idea de diversificar sus riesgos y no tener todas sus fuentes de outsourcing en India, luego que un gran banco estadounidense casi tuvo que cerrar cuando una inundación en Mumbai paralizó el centro de datos el mismo día en que un huracán detuvo sus operaciones en Florida.
Creando este centro en Montevideo, Tata les ofrece a sus clientes a los mejores ingenieros indios durante el día en India (durante la noche en Estados Unidos) y los mejores ingenieros uruguayos en el día de Estados Unidos (durante la noche en India).
Los uruguayos suelen reírse de sí mismos contando el siguiente chiste: Si le diagnostican una enfermedad terminal, váyase a Uruguay de inmediato, porque todo llega 20 años después.
En outsourcing, sin embargo, este país ha dejado atrás a sus vecinos, entendiendo antes que en el mundo actual una compañía india, liderada por un uruguayo descendiente de húngaros, dándoles servicios a los bancos norteamericanos con ingenieros uruguayos dirigidos por expertos indios es ahora lo normal.
Thomas L. Friedman
0 comentarios