El riesgo del crédito versus el retorno
La anticipación del fin de una política monetaria ajustada, junto con la desaceleración del crecimiento económico, acompañado con señales no inflacionarias son los síntomas del principio del fin de un mercado de bonos que ha estado deprimido, situación que se está produciendo hoy en el mercado norteamericano.
Esto aumentará el interés de los inversionistas de re-balancear su portafolio, produciendo una mayor demanda de bonos del Tesoro que, a su vez, producirá un alza en sus precios acompañada de una baja en su retorno. Este interés cada vez mayor se produce como resultado de una percepción futura de tasas de interés menores, creando una oportunidad de alcanzar retornos mayores en el mercado de renta fija. Sin embargo, no se puede dejar de lado el riesgo de crédito. Es decir, el riesgo de que el emisor de un bono no pueda satisfacer sus obligaciones o de que el mercado baje su confianza en la capacidad del emisor de pagar la deuda y, en este proceso, baje el valor de ésta.
Como ejemplo, el mercado actual de bonos norteamericanos se encuentra caracterizado por retornos absolutos bajos y una curva de retorno plana. Bajo tales condiciones, el inversionista se encuentra tentado a invertir en instrumentos de renta fija de una calidad más baja pero que ofrecen retornos más altos. Sin embargo, esta mayor confiabilidad, que produce un aumento en la demanda de bonos de bajo grado de inversión, comprime el retorno de estos bonos a niveles que no compensan adecuadamente al inversionista de acuerdo con su aumento en el riesgo de crédito. Por ejemplo, al cierre del primer cuatrimestre de 2006, el retorno del índice Merrill Lynch High Yield Master II Index, que refleja los bonos corporativos de bajo grado de inversión, tenía un retorno de 3,22% superior a los bonos del Tesoro norteamericano, los cuales no tienen ningún riesgo de crédito.
Por el contrario, cuando el mercado de bonos se encontraba en gran auge en octubre de 2002, se alcanzó un diferencial de retorno de 11,46%. Este diferencial cayó bruscamente a sólo 2,79% durante 2005. Por supuesto, pocos inversionistas deseaban tener bonos tan riesgosos bajo las condiciones económicas de finales de 2002, pero éste era el momento en que estos instrumentos ofrecían una remuneración más que adecuada en relación al riesgo tomado.
Hoy no podemos hacer la misma ecuación en el mercado norteamericano. Ciertamente, mientras la economía siga siendo fuerte, el riesgo puede pasar inadvertido, pero es probable que llegue a ser evidente si la economía cae en una etapa recesiva. Una tentación similar existe hoy debido a las relativas bajas -no obstante en alza- tasas de interés en el mercado de valores. En la búsqueda de una alternativa de rendimiento más alto, algunos inversionistas han colocado inversiones sobre instrumentos de tarifa flotante que tienen un precio relativamente estable y un retorno que se ajusta a los tipos de interés del mercado. Mientras que en la superficie esto puede aparecer como sustituto apropiado, este vehículo está acompañado a menudo por un grado de mucho mayor riesgo de crédito.
El universo de las inversiones de renta fija es complejo y para la mayoría de los emisores de deuda, las variables que determinan el valor justo requieren un análisis cuidadoso. El riesgo de crédito está unido inextricablemente al nivel de retorno. Para cada inversionista hay un nivel apropiado de riesgo, y cada inversionista debe ser compensado adecuadamente según éste. Lo que sí es seguro es que en renta fija el mercado estadounidense es hoy mucho más seguro que el de Japón y Europa. La Fed de los EE.UU. ha casi llegado a su máximo de ajuste monetario, sin descartarse que ya lo ha alcanzado, pero los bancos centrales de las otras dos regiones sólo están sacando ventaja del crecimiento global y están recién comenzando a alcanzar su máxima capacidad económica.
Juan Eyzaguirre, El Mercurio
Esto aumentará el interés de los inversionistas de re-balancear su portafolio, produciendo una mayor demanda de bonos del Tesoro que, a su vez, producirá un alza en sus precios acompañada de una baja en su retorno. Este interés cada vez mayor se produce como resultado de una percepción futura de tasas de interés menores, creando una oportunidad de alcanzar retornos mayores en el mercado de renta fija. Sin embargo, no se puede dejar de lado el riesgo de crédito. Es decir, el riesgo de que el emisor de un bono no pueda satisfacer sus obligaciones o de que el mercado baje su confianza en la capacidad del emisor de pagar la deuda y, en este proceso, baje el valor de ésta.
Como ejemplo, el mercado actual de bonos norteamericanos se encuentra caracterizado por retornos absolutos bajos y una curva de retorno plana. Bajo tales condiciones, el inversionista se encuentra tentado a invertir en instrumentos de renta fija de una calidad más baja pero que ofrecen retornos más altos. Sin embargo, esta mayor confiabilidad, que produce un aumento en la demanda de bonos de bajo grado de inversión, comprime el retorno de estos bonos a niveles que no compensan adecuadamente al inversionista de acuerdo con su aumento en el riesgo de crédito. Por ejemplo, al cierre del primer cuatrimestre de 2006, el retorno del índice Merrill Lynch High Yield Master II Index, que refleja los bonos corporativos de bajo grado de inversión, tenía un retorno de 3,22% superior a los bonos del Tesoro norteamericano, los cuales no tienen ningún riesgo de crédito.
Por el contrario, cuando el mercado de bonos se encontraba en gran auge en octubre de 2002, se alcanzó un diferencial de retorno de 11,46%. Este diferencial cayó bruscamente a sólo 2,79% durante 2005. Por supuesto, pocos inversionistas deseaban tener bonos tan riesgosos bajo las condiciones económicas de finales de 2002, pero éste era el momento en que estos instrumentos ofrecían una remuneración más que adecuada en relación al riesgo tomado.
Hoy no podemos hacer la misma ecuación en el mercado norteamericano. Ciertamente, mientras la economía siga siendo fuerte, el riesgo puede pasar inadvertido, pero es probable que llegue a ser evidente si la economía cae en una etapa recesiva. Una tentación similar existe hoy debido a las relativas bajas -no obstante en alza- tasas de interés en el mercado de valores. En la búsqueda de una alternativa de rendimiento más alto, algunos inversionistas han colocado inversiones sobre instrumentos de tarifa flotante que tienen un precio relativamente estable y un retorno que se ajusta a los tipos de interés del mercado. Mientras que en la superficie esto puede aparecer como sustituto apropiado, este vehículo está acompañado a menudo por un grado de mucho mayor riesgo de crédito.
El universo de las inversiones de renta fija es complejo y para la mayoría de los emisores de deuda, las variables que determinan el valor justo requieren un análisis cuidadoso. El riesgo de crédito está unido inextricablemente al nivel de retorno. Para cada inversionista hay un nivel apropiado de riesgo, y cada inversionista debe ser compensado adecuadamente según éste. Lo que sí es seguro es que en renta fija el mercado estadounidense es hoy mucho más seguro que el de Japón y Europa. La Fed de los EE.UU. ha casi llegado a su máximo de ajuste monetario, sin descartarse que ya lo ha alcanzado, pero los bancos centrales de las otras dos regiones sólo están sacando ventaja del crecimiento global y están recién comenzando a alcanzar su máxima capacidad económica.
Juan Eyzaguirre, El Mercurio
0 comentarios