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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

El nuevo campo de batalla del ejército suizo: la oficina

Las tropas, que no se enfrentan a un enemigo desde 1798, ahora entrenan a ejecutivos en temas de liderazgo. El ejército suizo es famoso por inventar la navaja de bolsillo, proveer guardias para el Papa y por no enfrentarse a un enemigo desde 1798. Esto ha llevado a los oficiales de este país neutral a buscar algo que hacer con sus habilidades militares.

El año pasado, comenzó a promocionar un curso de gestión de cuatro días para empresas. Por US$1.240, los ejecutivos aprenden en una base militar cerca del pintoresco lago Lucerna sobre liderazgo y toma de decisiones.

“Es más barato que ir a Harvard”, asegura el mayor general Ulrich Zwygart, uno de los promotores del programa. “Las cosas que se aprenden aquí sobre estrategia también son relevantes en caso de una adquisición”.

Para el curso de Transferencia de Liderazgo, los ejecutivos de compañías como Siemens AG se alojan en un búnker escogido por el ejército por su ambiente perfecto para los ejercicios de supervivencia y porque carece de recepción celular. Allí, reciben casos de estudio para resolver, basados en situaciones militares históricas. Los “reclutas” pueden pasar hasta 36 horas sin dormir, tratando de encontrar soluciones.

Para permanecer despiertos, sólo pueden tomar refrescos y chocolates suizos. El ejército suizo cuenta con 140.000 soldados en reserva activa. Pese a que ha participado en varias acciones pacíficas, como en los Balcanes, no ha entrado en combate desde las guerras napoleónicas. Un cuerpo de guardias suizas sigue custodiando la Ciudad del Vaticano.

Esta misión data de 1506 cuando el Papa Julio II contrató a mercenarios suizos para protegerlo. Pese a que no necesita a muchos soldados, el país conserva su histórico servicio militar obligatorio. Todos los hombres suizos, tras cumplir 18 años, han de completar un curso de entrenamiento de 18 semanas. En los años 70 y 80, el ejército suizo era un lugar popular para establecer contactos. Muchos aspirantes a banqueros pasaron por esta escuela de formación. Sin embargo, desde finales de los 80, ha tenido que trabajar más duro para demostrar su relevancia y defenderse de organizaciones que buscan abolir las fuerzas militares.

Además de tomar medidas para acercarse a los jóvenes suizos de hoy, como permitir que los soldados lleven el pelo largo, el ejército trata de demostrar que su régimen de entrenamiento es aplicable a la vida civil y corporativa, al presentarse como un laboratorio de aprendizaje para ejecutivos.

En una mañana reciente en Lucerna, cinco hombres y una mujer provenientes de varias compañías suizas se pusieron en manos del coronel Beat Mueller, un ex comandante de un búnker suizo y ahora uno de los instructores del curso. La primera lección fueron los cinco pasos del ejército suizo para resolver problemas: iniciación, orientación, desarrollo de conceptos, desarrollo de un plan y el reparto de órdenes de ejecución.

Mueller, de 53 años, asignó al grupo su tarea: una misión de rescate de un avión secuestrado. La clase invirtió horas diseñando el plan. Cada vez que estaban cerca de su objetivo el coronel agregaba nuevos detalles que complicaban el escenario.

Cerca de las tres de la madrugada, Edwin Lander, un especialista de tecnología de un banco suizo, sugirió aterrizar el avión y lanzar un ataque desde la pista, pero la propuesta suscitó una discusión. Entonces, Mueller intervino: “Estamos perdiendo de vista el objetivo al discutir detalles irrelevantes. Éste es un problema clásico de gente que está cansada y bajo presión”. La clase decidió seguir el plan de Lander y Mueller los dejó descansar. A la mañana siguiente, les explicó que el ejercicio había sido una recreación de la “Operación Trueno” en la que el ejército israelí liberó a los secuestrados de un vuelo de Air France que fue desviado a Uganda en 1976.

Lander no estaba seguro de cómo aplicar la experiencia a su trabajo. Pero tras el curso, preparó una presentación para su equipo sobre la importancia de analizar problemas como una forma de solucionarlos.

POR EDWARD TAYLOR - THE WALL STREET JOURNAL

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