¡Cuidado! Jamás tome una decisión sin consultar el Talmud y a los antiguos hindúes
¿Diversificar o concentrarse? Esta es una pregunta central del management financiero. Pero no es un interrogante nuevo. El management es, en gran medida, el arte de tomar las decisiones correctas en un universo fluctuante y naturalmente incierto. Claro, todo sería más sencillo si tuviéramos un método para predecir con absoluta certeza el futuro. Pero, por el momento, hasta que sea inventada esta técnica, cada vez que decidimos necesitamos evaluar (y minimizar) los riesgos de que no suceda lo que nosotros esperamos.
Muy sintéticamente, de esto se trata la moderna teoría de la decisión. A través de poderosas herramientas estadísticas, pretendemos responder preguntas como: ¿En qué sector invertir? ¿Conviene aumentar los precios? ¿Concentración o diversificación? Enfoquémonos en este último punto.
El economista norteamericano Harry Markowitz, ganador del Nobel de 1990, creó una moderna teoría del portafolio a través de un minucioso análisis de los riesgos de los distintos activos y sus correlaciones. Su objetivo: brindar al manager una herramienta para decidir cuándo diversificar.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica, la teoría de Markowitz no es más que un refinamiento de ideas mucho más antiguas.
En 1738, el matemático holandés Daniel Bernoulli publicó una investigación cuyo título nada tiene que envidiar a los modernos papers de nuestras modernas business schools: "Exposición de una nueva teoría para la medición del riesgo".
Case study: Un comerciante holandés evalúa la posibilidad de enviar un barco desde Amsterdam a San Petersburgo. Pleno invierno en un mar Báltico inclemente con quienes osan aventurarse en sus heladas aguas. El comerciante, tras estimar el riesgo de naufragio en un 5 por ciento, se pregunta: "¿Cuánto gano si el barco llega sano y salvo? ¿Cuánto pierdo si se hunde? ¿Me conviene contratar un seguro?"
Shakespeare, por su parte, sabía muy poco de matemática. Pero no era completamente ajeno al management. En la primera escena de "El Mercader de Venecia", a fines del siglo XVI, el comerciante Antonio ya conocía la relación entre diversificación y risk management: "Soy un hombre afortunado. Mis negocios no dependen de una sola persona, ni de un solo lugar. Mi patrimonio no depende de la suerte de este año".
Sumerjámonos más en el pasado. El monumental Talmud de Babilonia, del sexto siglo de nuestra era, compila la sabiduría de las antiguas comunidades judías de Medio Oriente. Los rabinos de aquellos tiempos, que también sabían de management financiero, aconsejaban dividir los activos en tres partes: un tercio en tierras, un tercio en negocios y un tercio como reserva de liquidez. Ellos también sabían que la diversificación reduce el desvío estándar del portafolio, minimizando la exposición ante las fluctuaciones del mercado.
Pero la historia no termina (o, mejor dicho, no comienza) aquí. Las primeras reflexiones sistemáticas sobre procesos de decisión se remontan a los Vedas, sagradas escrituras del Hinduismo. Estos textos, que plasman la tradición oral de la Antigua India entre 2.500 y 500 A.C, son los más antiguos que conocemos.
Nuestra vida, advierte el texto védico Kathopanishad, es (parodiando a Borges) una constante elección entre senderos que se bifurcan. Un camino, penoso al principio, concluye en una satisfacción constante. El otro, agradable en el comienzo, termina mal.
¿Cómo saber qué camino tiene la miel al final? En términos modernos, ¿cómo decidir en situaciones de incertidumbre?
Está escrito: "Mira hacia atrás y observa cómo tus predecesores han actuado en situaciones similares. Mira a tu alrededor y observa cómo actúa la gente de tu tiempo".
El círculo termina cerrando. Mirar hacia atrás es exactamente lo que hacen los modernos modelos estadísticos de decisión que definen los parámetros a través de un análisis del comportamiento pasado de los mercados.
Desde luego, las reflexiones védicas sobre los procesos de decisión no se orientaban a cuestiones de diversificación ni management financiero. A los sabios hindúes no les interesaba maximizar el retorno esperado de las inversiones. Para ellos, el arte de vivir era el arte de elegir con sabiduría. Y sus consejos sobre procesos decisorios apuntaban a un objetivo preciso: maximizar el valor de la vida.
Federico Ast
Muy sintéticamente, de esto se trata la moderna teoría de la decisión. A través de poderosas herramientas estadísticas, pretendemos responder preguntas como: ¿En qué sector invertir? ¿Conviene aumentar los precios? ¿Concentración o diversificación? Enfoquémonos en este último punto.
El economista norteamericano Harry Markowitz, ganador del Nobel de 1990, creó una moderna teoría del portafolio a través de un minucioso análisis de los riesgos de los distintos activos y sus correlaciones. Su objetivo: brindar al manager una herramienta para decidir cuándo diversificar.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica, la teoría de Markowitz no es más que un refinamiento de ideas mucho más antiguas.
En 1738, el matemático holandés Daniel Bernoulli publicó una investigación cuyo título nada tiene que envidiar a los modernos papers de nuestras modernas business schools: "Exposición de una nueva teoría para la medición del riesgo".
Case study: Un comerciante holandés evalúa la posibilidad de enviar un barco desde Amsterdam a San Petersburgo. Pleno invierno en un mar Báltico inclemente con quienes osan aventurarse en sus heladas aguas. El comerciante, tras estimar el riesgo de naufragio en un 5 por ciento, se pregunta: "¿Cuánto gano si el barco llega sano y salvo? ¿Cuánto pierdo si se hunde? ¿Me conviene contratar un seguro?"
Shakespeare, por su parte, sabía muy poco de matemática. Pero no era completamente ajeno al management. En la primera escena de "El Mercader de Venecia", a fines del siglo XVI, el comerciante Antonio ya conocía la relación entre diversificación y risk management: "Soy un hombre afortunado. Mis negocios no dependen de una sola persona, ni de un solo lugar. Mi patrimonio no depende de la suerte de este año".
Sumerjámonos más en el pasado. El monumental Talmud de Babilonia, del sexto siglo de nuestra era, compila la sabiduría de las antiguas comunidades judías de Medio Oriente. Los rabinos de aquellos tiempos, que también sabían de management financiero, aconsejaban dividir los activos en tres partes: un tercio en tierras, un tercio en negocios y un tercio como reserva de liquidez. Ellos también sabían que la diversificación reduce el desvío estándar del portafolio, minimizando la exposición ante las fluctuaciones del mercado.
Pero la historia no termina (o, mejor dicho, no comienza) aquí. Las primeras reflexiones sistemáticas sobre procesos de decisión se remontan a los Vedas, sagradas escrituras del Hinduismo. Estos textos, que plasman la tradición oral de la Antigua India entre 2.500 y 500 A.C, son los más antiguos que conocemos.
Nuestra vida, advierte el texto védico Kathopanishad, es (parodiando a Borges) una constante elección entre senderos que se bifurcan. Un camino, penoso al principio, concluye en una satisfacción constante. El otro, agradable en el comienzo, termina mal.
¿Cómo saber qué camino tiene la miel al final? En términos modernos, ¿cómo decidir en situaciones de incertidumbre?
Está escrito: "Mira hacia atrás y observa cómo tus predecesores han actuado en situaciones similares. Mira a tu alrededor y observa cómo actúa la gente de tu tiempo".
El círculo termina cerrando. Mirar hacia atrás es exactamente lo que hacen los modernos modelos estadísticos de decisión que definen los parámetros a través de un análisis del comportamiento pasado de los mercados.
Desde luego, las reflexiones védicas sobre los procesos de decisión no se orientaban a cuestiones de diversificación ni management financiero. A los sabios hindúes no les interesaba maximizar el retorno esperado de las inversiones. Para ellos, el arte de vivir era el arte de elegir con sabiduría. Y sus consejos sobre procesos decisorios apuntaban a un objetivo preciso: maximizar el valor de la vida.
Federico Ast
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