Jabones artesanales con olor a comida
¿Qué puede resultar de la fusión de la cocina con la perfumería? La mezcla puede dar un jabón con olor a chocolate o una crema souflé de leche y caramelo para el cuepo
Eso es lo que ofrece Carina Cavazza (38), dueña y fundadora de La Pasionaria, un emprendimiento que arrancó en el garage de su casa y que hoy produce jabones y cremas que llegaron a Londres y Roma, entre otros destinos.
"Mis padres y mi marido tienen muchos años en perfumería. Yo vengo del diseño gráfico y me daban ganas de diseñar un producto con mis pautas estéticas", explica Cavazza desde Rosario, donde vive. Así que empezó a probar.
Para aprovechar los contactos ("conozco a los perfumistas de esta zona") empezó a vender sus experimentos entre los conocidos de las perfumerías. Pero "el producto sólo dio un giro y en estos momentos nuestros mejores clientes son tiendas gourmet, restaurantes, hoteles y negocios de ropa".
La pasionaria está en la tienda Puro Diseño y en La Mercería de Palermo también. Muy lejos de los austeros comienzos: Cavazza arrancó con tres mil pesos y tres aromas. Hoy ofrece más de cuarenta variedades de jabones, además de cremas y esencias.
Se dio cuenta de que el emprendimiento no era una pompa de jabón en la feria Puro Diseño. "Ahí tomé conciencia de la capacidad de venta al público que tenía".
Eso le hizo pensar en abrir un local propio. Unos meses después inauguraba Jabonería Gourmet, su tienda en Rosario. "Y en estos días abrimos nuestra primera franquicia".
La gran demanda fue empujando la salida del garage. Casi como en el cuento "Casa tomada", los jabones "empezaron a copar la cocina, el living, los cuartos, hasta que un día dije 'basta, la casa es para vivir'. Alquilé un depósito y me daba vértigo porque pensaba que no lo iba a llenar". No sólo pudo llenarlo sino que ahora está buscando un lugar más grande.
Allí experimenta con sus fórmulas poco tradicionales que jamás habrían podido imaginar los que conocieron el Guereño. Las mezclas de Cavazza les permiten a los clientes lavarse las manos con jabón de pimienta rosa. Los chocoahólicos pueden hacer realidad su sueño más audaz: bañarse con jabón de chocolate. Y si despertarse es un drama, la solución está al alcance de la mano: sólo hay que lavarse la cara con un jabón de café.
Para lograr los aromas, "trabajamos con esencias que se maceran con los productos". Según parece, los olores están muy bien logrados: ya conocen el caso de una mujer que recibió jabones de chocolate de regalo y los puso en la heladera, convencida de que eran bombones.
La empresa, en la que trabajan cinco personas, factura 40.000 pesos por mes. Cada jabón arranca en los diez pesos y las cremas se venden a 25 pesos.
También se cotizan en euros. En algunos baños de Londres hay jabones La pasionaria. Los ingleses los compran en Kohsamui, una tienda de diseño. También están en algunos toilettes de Roma. Ahora "mandamos dos pedidos grandes a dos distribuidores de Los Angeles. Estamos por cerrar con Chile y a punto de mandar muestras a Israel". Desde México les encargaron el desarrollo de jabones con las flores nacionales de ese país y tienen contactos firmes en Barcelona.
Los pedidos del exterior tomaron a Cavazzi desprevenida. "Nos habían visitado en Puro Diseño, cuando todavía trabajaba en el garage de casa. Llegaban las oportunidades pero no estaba preparada para responderlas. Tuve que inscribirme como exportadora y hacer todos los trámites. Recién ahora tengo una oferta profesional", reconoce.
El profesionalismo no le impidió quedarse corta para las ventas de Navidad. "Las fiestas me superaron. Tripliqué la producción de la misma época del año pasado pero no fue suficiente".
"Nada sin alegría" es el slogan de la marca. Una frase que Cavazza también escribe en papelitos y pega bien a la vista, donde pueda leerlos cada vez que se ve desbordada por la demanda.
Cecilia de Castro.
Eso es lo que ofrece Carina Cavazza (38), dueña y fundadora de La Pasionaria, un emprendimiento que arrancó en el garage de su casa y que hoy produce jabones y cremas que llegaron a Londres y Roma, entre otros destinos.
"Mis padres y mi marido tienen muchos años en perfumería. Yo vengo del diseño gráfico y me daban ganas de diseñar un producto con mis pautas estéticas", explica Cavazza desde Rosario, donde vive. Así que empezó a probar.
Para aprovechar los contactos ("conozco a los perfumistas de esta zona") empezó a vender sus experimentos entre los conocidos de las perfumerías. Pero "el producto sólo dio un giro y en estos momentos nuestros mejores clientes son tiendas gourmet, restaurantes, hoteles y negocios de ropa".
La pasionaria está en la tienda Puro Diseño y en La Mercería de Palermo también. Muy lejos de los austeros comienzos: Cavazza arrancó con tres mil pesos y tres aromas. Hoy ofrece más de cuarenta variedades de jabones, además de cremas y esencias.
Se dio cuenta de que el emprendimiento no era una pompa de jabón en la feria Puro Diseño. "Ahí tomé conciencia de la capacidad de venta al público que tenía".
Eso le hizo pensar en abrir un local propio. Unos meses después inauguraba Jabonería Gourmet, su tienda en Rosario. "Y en estos días abrimos nuestra primera franquicia".
La gran demanda fue empujando la salida del garage. Casi como en el cuento "Casa tomada", los jabones "empezaron a copar la cocina, el living, los cuartos, hasta que un día dije 'basta, la casa es para vivir'. Alquilé un depósito y me daba vértigo porque pensaba que no lo iba a llenar". No sólo pudo llenarlo sino que ahora está buscando un lugar más grande.
Allí experimenta con sus fórmulas poco tradicionales que jamás habrían podido imaginar los que conocieron el Guereño. Las mezclas de Cavazza les permiten a los clientes lavarse las manos con jabón de pimienta rosa. Los chocoahólicos pueden hacer realidad su sueño más audaz: bañarse con jabón de chocolate. Y si despertarse es un drama, la solución está al alcance de la mano: sólo hay que lavarse la cara con un jabón de café.
Para lograr los aromas, "trabajamos con esencias que se maceran con los productos". Según parece, los olores están muy bien logrados: ya conocen el caso de una mujer que recibió jabones de chocolate de regalo y los puso en la heladera, convencida de que eran bombones.
La empresa, en la que trabajan cinco personas, factura 40.000 pesos por mes. Cada jabón arranca en los diez pesos y las cremas se venden a 25 pesos.
También se cotizan en euros. En algunos baños de Londres hay jabones La pasionaria. Los ingleses los compran en Kohsamui, una tienda de diseño. También están en algunos toilettes de Roma. Ahora "mandamos dos pedidos grandes a dos distribuidores de Los Angeles. Estamos por cerrar con Chile y a punto de mandar muestras a Israel". Desde México les encargaron el desarrollo de jabones con las flores nacionales de ese país y tienen contactos firmes en Barcelona.
Los pedidos del exterior tomaron a Cavazzi desprevenida. "Nos habían visitado en Puro Diseño, cuando todavía trabajaba en el garage de casa. Llegaban las oportunidades pero no estaba preparada para responderlas. Tuve que inscribirme como exportadora y hacer todos los trámites. Recién ahora tengo una oferta profesional", reconoce.
El profesionalismo no le impidió quedarse corta para las ventas de Navidad. "Las fiestas me superaron. Tripliqué la producción de la misma época del año pasado pero no fue suficiente".
"Nada sin alegría" es el slogan de la marca. Una frase que Cavazza también escribe en papelitos y pega bien a la vista, donde pueda leerlos cada vez que se ve desbordada por la demanda.
Cecilia de Castro.
4 comentarios
virginia hernandez -
ana -
angeles -
Isabel castelan -
Gracias