Chilenos revolucionan negocio de las vacunas
Roberto Arrieta asumió este año la gerencia general de Veterquímica, en reemplazo de su padre quien creó la empresa hace 37 años. Empresa lanzará en 2007 un producto único en el mundo para evitar una grave enfermedad en los salmones. Partirá en Chile, pero pretende exportarlo, aprovechando el boom acuícola.
En el laboratorio de Veterquímica, en el corazón de la comuna de Cerrillos, un grupo de 14 investigadores hizo historia. Tras cinco años de intenso ensayo y error, lograron revolucionar el mercado veterinario mundial al inventar Ipevac, la primera vacuna de inmersión para salmones que previene la IPN, una enfermedad que puede ser letal. Todo un logro si se considera que ahora las empresas podrán inocular a los peces diluyendo la solución en el agua, ahorrándose el trabajo de inyectarlos uno por uno.
Empezará a comercializarse en el mercado nacional en 2007, pero la idea es exportarla -en el mediano plazo- a otros países productores de salmón. "También estamos gestionando patentes en Noruega y Estados Unidos", adelanta Roberto Arrieta, gerente general de la compañía.
Las proyecciones son enormes si se considera que la salmonicultura a nivel internacional creció a un promedio de 8% en los últimos seis años y que la producción superó las 1,6 millones de toneladas en 2005. Chile es, el segundo productor mundial.
En un contexto, donde tanto a nivel público como privado hay consenso en criticar el bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo, casos como el de Veterquímica son excepciones que confirman la regla.
Esta firma fue creada por el químico farmacéutico Luis Arrieta hace 37 años, y hoy es la mayor empresa nacional en el negocio de suplementos alimenticios, vitaminas y medicamentos para el mercado veterinario. Sus clientes son las industrias avícola, ganadera, porcina y acuícola.
En un mercado que mueve al año US$ 120 millones, la firma de la familia Arrieta controla casi el 25% con ventas por US$ 30 millones. Este monto crece al 12% anual.
También ha extendido su acción fuera de nuestras fronteras, instalando filiales en Perú y en Bolivia. En este último país cuenta con una planta en Cochabamba que elabora productos nutricionales.
Al principio, la firma se orientó a producir suplementos alimenticios y vitaminas para la industria avícola. En 1973, Luis Arrieta incorporó a su esposa, la bioquímica Astrid Rex, y con ella se sumó una nueva línea de negocios: la fabricación de vacunas para las industrias ganadera y porcina. Una de las más exitosas es la que combatió la temida peste porcina, letal para esos animales.
"Partieron dos personas, hoy somos 150. De ellos, 14 son investigadores y tres tienen doctorado. Al año invertimos US$ 1 millón en desarrollo e investigación", cuenta Arrieta.
Al alero del salmón
Su oferta la componen 350 productos, de los cuales el 65% ha sido desarrollado por su equipo de científicos.
El despegue definitivo de la empresa se gestó en los '90, cuando puso el acento en las vacunas para salmones. La primera fue Yenivac, que salió al mercado en 1995 y vendió 123 millones de dosis. A ella le siguieron otros desarrollos, como las "autovacunas".
Al año se estima que la industria salmonera nacional pierde unos US$ 80 millones por enfermedades.
Hugo Zunino, gerente de Investigación y Desarrollo, comenta que también fueron pioneros en licenciar a un laboratorio belga el BZ-20, un anestésico que se comercializa en Noruega. "También es una innovación internacional, porque la inventamos primero", afirma.
El impulso de esta área llevó a crear en 2000 la división Aquafarma, que tiene su sede en Puerto Montt. Ésta representa entre 25 y 30% de la facturación anual de Veterquímica.
Mirando las cada vez más altas exigencias que imponen los mercados desarrollados a las importaciones, la compañía creó dos laboratorios asociados: Biovac y Labser, que se dedican a dar servicios de análisis químicos y microbiológicos. Facturan US$ 2,5 millones al año.
Se estima que la industria salmonera nacional pierde unos US$ 80 millones por enfermedades.
Cambio de mano
En Veterquímica saben que las empresas familiares que perdurarán son las que se profesionalizan. Por eso, este año, y preparándose para satisfacer a una industria alimentaria chilena cada vez más dinámica, Luis Arrieta entregó a su hijo Roberto la gerencia general y él se quedó presidiendo la compañía.
Roberto, ingeniero civil industrial, era desde 1997 el gerente comercial.
Hace dos años, también se profesionalizó el directorio, integrando a tres directores externos.
Laura Garzón Ortiz
En el laboratorio de Veterquímica, en el corazón de la comuna de Cerrillos, un grupo de 14 investigadores hizo historia. Tras cinco años de intenso ensayo y error, lograron revolucionar el mercado veterinario mundial al inventar Ipevac, la primera vacuna de inmersión para salmones que previene la IPN, una enfermedad que puede ser letal. Todo un logro si se considera que ahora las empresas podrán inocular a los peces diluyendo la solución en el agua, ahorrándose el trabajo de inyectarlos uno por uno.
Empezará a comercializarse en el mercado nacional en 2007, pero la idea es exportarla -en el mediano plazo- a otros países productores de salmón. "También estamos gestionando patentes en Noruega y Estados Unidos", adelanta Roberto Arrieta, gerente general de la compañía.
Las proyecciones son enormes si se considera que la salmonicultura a nivel internacional creció a un promedio de 8% en los últimos seis años y que la producción superó las 1,6 millones de toneladas en 2005. Chile es, el segundo productor mundial.
En un contexto, donde tanto a nivel público como privado hay consenso en criticar el bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo, casos como el de Veterquímica son excepciones que confirman la regla.
Esta firma fue creada por el químico farmacéutico Luis Arrieta hace 37 años, y hoy es la mayor empresa nacional en el negocio de suplementos alimenticios, vitaminas y medicamentos para el mercado veterinario. Sus clientes son las industrias avícola, ganadera, porcina y acuícola.
En un mercado que mueve al año US$ 120 millones, la firma de la familia Arrieta controla casi el 25% con ventas por US$ 30 millones. Este monto crece al 12% anual.
También ha extendido su acción fuera de nuestras fronteras, instalando filiales en Perú y en Bolivia. En este último país cuenta con una planta en Cochabamba que elabora productos nutricionales.
Al principio, la firma se orientó a producir suplementos alimenticios y vitaminas para la industria avícola. En 1973, Luis Arrieta incorporó a su esposa, la bioquímica Astrid Rex, y con ella se sumó una nueva línea de negocios: la fabricación de vacunas para las industrias ganadera y porcina. Una de las más exitosas es la que combatió la temida peste porcina, letal para esos animales.
"Partieron dos personas, hoy somos 150. De ellos, 14 son investigadores y tres tienen doctorado. Al año invertimos US$ 1 millón en desarrollo e investigación", cuenta Arrieta.
Al alero del salmón
Su oferta la componen 350 productos, de los cuales el 65% ha sido desarrollado por su equipo de científicos.
El despegue definitivo de la empresa se gestó en los '90, cuando puso el acento en las vacunas para salmones. La primera fue Yenivac, que salió al mercado en 1995 y vendió 123 millones de dosis. A ella le siguieron otros desarrollos, como las "autovacunas".
Al año se estima que la industria salmonera nacional pierde unos US$ 80 millones por enfermedades.
Hugo Zunino, gerente de Investigación y Desarrollo, comenta que también fueron pioneros en licenciar a un laboratorio belga el BZ-20, un anestésico que se comercializa en Noruega. "También es una innovación internacional, porque la inventamos primero", afirma.
El impulso de esta área llevó a crear en 2000 la división Aquafarma, que tiene su sede en Puerto Montt. Ésta representa entre 25 y 30% de la facturación anual de Veterquímica.
Mirando las cada vez más altas exigencias que imponen los mercados desarrollados a las importaciones, la compañía creó dos laboratorios asociados: Biovac y Labser, que se dedican a dar servicios de análisis químicos y microbiológicos. Facturan US$ 2,5 millones al año.
Se estima que la industria salmonera nacional pierde unos US$ 80 millones por enfermedades.
Cambio de mano
En Veterquímica saben que las empresas familiares que perdurarán son las que se profesionalizan. Por eso, este año, y preparándose para satisfacer a una industria alimentaria chilena cada vez más dinámica, Luis Arrieta entregó a su hijo Roberto la gerencia general y él se quedó presidiendo la compañía.
Roberto, ingeniero civil industrial, era desde 1997 el gerente comercial.
Hace dos años, también se profesionalizó el directorio, integrando a tres directores externos.
Laura Garzón Ortiz
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