Velocidad y horizonte
Chile se ha beneficiado enormemente de los puentes de confianza que desde todos los sectores se han construido a partir del retorno de la democracia al país.
El panorama de 2007 se anticipa bastante mejor que el del año pasado. La recuperación del optimismo y la evolución de los principales componentes de la demanda permiten proyectar un crecimiento en torno a 5,5%, con una saludable creación de empleos y en un contexto internacional de moderada desaceleración. Debemos aprovechar estas condiciones para pensar más allá de 2007.
Uno de los indicadores que está en la base del escenario favorable es la tendencia del consumo habitual, que se mantiene creciendo por encima del 6% desde inicios de 2004. Esta trayectoria está sustentada en el dinamismo del mercado del trabajo y en la expansión del crédito. Los ingresos del trabajo crecen en torno a 5% anual y la marcada disminución en la desocupación da más estabilidad al presupuesto familiar.
La evolución de la inversión generó algunas dudas a mediados del año pasado, pero los nuevos antecedentes tienden a confirmar que el ciclo de fuerte crecimiento hasta fines de 2005 está siendo reemplazado por una trayectoria más en línea con la tendencia del producto. Los proyectos privados de inversión muestran un incremento, especialmente en energía, minería y construcción. Esta tendencia se refuerza por los altos retornos que han mostrado las empresas y las favorables condiciones financieras internas y externas.
El gasto público aumenta en 8,9%, en el marco de la regla del superávit estructural. El gasto social tiene prioridad en este incremento, lo mismo que las obras públicas, con un marcado énfasis en el desarrollo regional y la competitividad. Asimismo, la inversión en vivienda se incrementa fuertemente. Los recursos públicos adicionales causan un aumento en la demanda en torno a un 1% del PIB.
Las exportaciones reales también aumentarán su crecimiento en 2007, porque quedará atrás el mal año del volumen de exportaciones mineras, mientras los rubros industriales mantienen un alto dinamismo.
No al conformismo
En suma, se confirma que la economía tuvo un miniciclo de expansión en 2004 y 2005, que está siendo seguido por una trayectoria en línea con el crecimiento de tendencia. Estas perspectivas despejan el temor de que la economía se encontraba en una trayectoria declinante. Pero este hecho no puede llevarnos a ningún conformismo: el país mantiene un rumbo adecuado, pero la velocidad que ha mostrado la economía en los últimos años es insuficiente para asegurar el tránsito al desarrollo en el lapso de una generación.
En este contexto, velocidad y horizonte son dos variables que deben ir de la mano para que funcionen, por lo que para acelerar el paso debemos extender el horizonte en el que ubicamos los hitos que esperamos alcanzar. Si trabajamos con una hoja de ruta de corto alcance, será muy difícil introducir mayor velocidad en el camino al desarrollo y desaprovecharemos oportunidades de ganancias de productividad.
La política macro aprendió esta lección hace varias décadas, cuando se llegó a la conclusión de que la mayor estabilidad del producto y de los precios se logra poniendo la mirada en el mediano plazo. Las políticas de corto plazo normalmente introducen mayor inestabilidad en el crecimiento y en la inflación. La independencia del Banco Central y la aplicación de una regla fiscal aportan el respaldo institucional a este enfoque.
Del mismo modo, ante los eventos de corrupción se puede responder con una óptica de corto plazo, eliminando la flexibilidad en la ejecución de los programas o reduciendo el gasto. El camino alternativo es construir una visión estratégica e impulsar una reingeniería del Estado que corrija los incentivos en las instituciones públicas. Este camino toma varios años, pero en el largo plazo es más efectivo. Los cambios ocurridos desde que las principales instituciones públicas fueron diseñadas son enormes y tres de cada cuatro chilenos cree que el Estado debe ser reformado con cambios importantes.
Expectativa laboral
En el mercado del trabajo, las perspectivas de corto plazo tienden a defender los empleos existentes o a crear empleos asistenciales. La visión de largo plazo, en cambio, está enfocada en los nuevos empleos que sustituyen a los de baja productividad, lo que se apoya en el capital humano y la movilidad de los recursos.
También en el ámbito de la protección social hay un claro beneficio cuando se trabaja con una perspectiva de este tipo, en que la mayor protección de las personas aparece vinculada a una educación de calidad, aumentos de productividad y creación de riqueza. En cambio, en una óptica de corto plazo la protección social se apoya en la redistribución de la riqueza existente.
Aumentar la velocidad y extender el horizonte significa abrirse a desafíos mayores y las condiciones de 2007 permiten dar este paso. La agenda del Gobierno está bien encaminada en este sentido, pero para lograrlo es indispensable el concurso del sistema político, que tiene una tendencia hacia lo circunstancial por la influencia del ciclo electoral: el cálculo de costos y beneficios se mide en los resultados de la próxima elección. La perspectiva del interés general, en cambio, pondera más el largo plazo. La sociedad trabaja para que la próxima generación viva en un Chile desarrollado.
Chile se ha beneficiado enormemente de los puentes de confianza que desde todos los sectores se han construido desde el retorno a la democracia. El saludo del nuevo presidente de la CPC a la CUT es un ejemplo reciente. Cuando el sistema político aparece debilitado y carente de visión estratégica es importante reforzar estos vínculos y las instituciones que miran el largo plazo. Ellos pueden generar una mirada que servirá de contrapeso a las tentaciones de la política de corto plazo y nos posibilitará instalar las políticas de Estado que nos llevarán al desarrollo.
El panorama de 2007 se anticipa bastante mejor que el del año pasado. La recuperación del optimismo y la evolución de los principales componentes de la demanda permiten proyectar un crecimiento en torno a 5,5%, con una saludable creación de empleos y en un contexto internacional de moderada desaceleración. Debemos aprovechar estas condiciones para pensar más allá de 2007.
Uno de los indicadores que está en la base del escenario favorable es la tendencia del consumo habitual, que se mantiene creciendo por encima del 6% desde inicios de 2004. Esta trayectoria está sustentada en el dinamismo del mercado del trabajo y en la expansión del crédito. Los ingresos del trabajo crecen en torno a 5% anual y la marcada disminución en la desocupación da más estabilidad al presupuesto familiar.
La evolución de la inversión generó algunas dudas a mediados del año pasado, pero los nuevos antecedentes tienden a confirmar que el ciclo de fuerte crecimiento hasta fines de 2005 está siendo reemplazado por una trayectoria más en línea con la tendencia del producto. Los proyectos privados de inversión muestran un incremento, especialmente en energía, minería y construcción. Esta tendencia se refuerza por los altos retornos que han mostrado las empresas y las favorables condiciones financieras internas y externas.
El gasto público aumenta en 8,9%, en el marco de la regla del superávit estructural. El gasto social tiene prioridad en este incremento, lo mismo que las obras públicas, con un marcado énfasis en el desarrollo regional y la competitividad. Asimismo, la inversión en vivienda se incrementa fuertemente. Los recursos públicos adicionales causan un aumento en la demanda en torno a un 1% del PIB.
Las exportaciones reales también aumentarán su crecimiento en 2007, porque quedará atrás el mal año del volumen de exportaciones mineras, mientras los rubros industriales mantienen un alto dinamismo.
No al conformismo
En suma, se confirma que la economía tuvo un miniciclo de expansión en 2004 y 2005, que está siendo seguido por una trayectoria en línea con el crecimiento de tendencia. Estas perspectivas despejan el temor de que la economía se encontraba en una trayectoria declinante. Pero este hecho no puede llevarnos a ningún conformismo: el país mantiene un rumbo adecuado, pero la velocidad que ha mostrado la economía en los últimos años es insuficiente para asegurar el tránsito al desarrollo en el lapso de una generación.
En este contexto, velocidad y horizonte son dos variables que deben ir de la mano para que funcionen, por lo que para acelerar el paso debemos extender el horizonte en el que ubicamos los hitos que esperamos alcanzar. Si trabajamos con una hoja de ruta de corto alcance, será muy difícil introducir mayor velocidad en el camino al desarrollo y desaprovecharemos oportunidades de ganancias de productividad.
La política macro aprendió esta lección hace varias décadas, cuando se llegó a la conclusión de que la mayor estabilidad del producto y de los precios se logra poniendo la mirada en el mediano plazo. Las políticas de corto plazo normalmente introducen mayor inestabilidad en el crecimiento y en la inflación. La independencia del Banco Central y la aplicación de una regla fiscal aportan el respaldo institucional a este enfoque.
Del mismo modo, ante los eventos de corrupción se puede responder con una óptica de corto plazo, eliminando la flexibilidad en la ejecución de los programas o reduciendo el gasto. El camino alternativo es construir una visión estratégica e impulsar una reingeniería del Estado que corrija los incentivos en las instituciones públicas. Este camino toma varios años, pero en el largo plazo es más efectivo. Los cambios ocurridos desde que las principales instituciones públicas fueron diseñadas son enormes y tres de cada cuatro chilenos cree que el Estado debe ser reformado con cambios importantes.
Expectativa laboral
En el mercado del trabajo, las perspectivas de corto plazo tienden a defender los empleos existentes o a crear empleos asistenciales. La visión de largo plazo, en cambio, está enfocada en los nuevos empleos que sustituyen a los de baja productividad, lo que se apoya en el capital humano y la movilidad de los recursos.
También en el ámbito de la protección social hay un claro beneficio cuando se trabaja con una perspectiva de este tipo, en que la mayor protección de las personas aparece vinculada a una educación de calidad, aumentos de productividad y creación de riqueza. En cambio, en una óptica de corto plazo la protección social se apoya en la redistribución de la riqueza existente.
Aumentar la velocidad y extender el horizonte significa abrirse a desafíos mayores y las condiciones de 2007 permiten dar este paso. La agenda del Gobierno está bien encaminada en este sentido, pero para lograrlo es indispensable el concurso del sistema político, que tiene una tendencia hacia lo circunstancial por la influencia del ciclo electoral: el cálculo de costos y beneficios se mide en los resultados de la próxima elección. La perspectiva del interés general, en cambio, pondera más el largo plazo. La sociedad trabaja para que la próxima generación viva en un Chile desarrollado.
Chile se ha beneficiado enormemente de los puentes de confianza que desde todos los sectores se han construido desde el retorno a la democracia. El saludo del nuevo presidente de la CPC a la CUT es un ejemplo reciente. Cuando el sistema político aparece debilitado y carente de visión estratégica es importante reforzar estos vínculos y las instituciones que miran el largo plazo. Ellos pueden generar una mirada que servirá de contrapeso a las tentaciones de la política de corto plazo y nos posibilitará instalar las políticas de Estado que nos llevarán al desarrollo.
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