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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Un cambio a toda orquesta

Hasta hace poco, Juan Ruggeri tenía sólo 100 novillos en sus 900 has. Hoy, hace agricultura de punta en 600 y produce 1.000 gordos por año. Juan Pablo Ruggeri es un joven productor puntano que se atrevió a cambiar. De la mano de la siembra directa intensificó su esquema productivo en una zona complicada y logró resultados sorprendentes: 10.000 kg/ha de maíz y 3.200 kg/ha de soja en secano. Juntó invernada y engorde a corral que superan los 1.700 gramos de aumento medio diario en la etapa de terminación. ¿La clave?. Desafiar viejos paradigmas y cambiar de la mano del conocimiento.

Todo empezó hace diez años, cuando Juan Pablo se sumó a la empresa familiar. Ubicado en Las Barranquitas, San Luis, el campo sólo se dedicaba a una ganadería extensiva. Pero, en poco tiempo, pasó de una producción de 100 novillos en 900 hectáreas a otro esquema que multiplicó por diez la productividad ganadera e incorporó la agricultura.

Es más, actualmente, la ganadería ocupa sólo 300 hectáreas, y quedan 600 "libres para una agricultura de punta", destacó Ruggeri. Eso sí, "el crecimiento agrícola permitió intensificar la ganadería ya que el 60% del maíz lo destinamos a la suplementación", agregó. Es más, pudieron crecer en superficie, ya que alquilaron 2.500 hectáreas ganaderas y 500 agrícolas, en unos campos vecinos.

La clave del cambio fue la siembra directa. "Es la innovación tecnológica de mayor impacto productivo en la región, incluso superando —en incremento de rendimiento— lo ocurrido en zona núcleo", destacó Ruggeri.

En ganadería realizan la recría a campo de invernada que compran en la zona. "Llevamos los animales hasta los 280 kilogramos, a base de verdeos de sorgo y moha en verano, y de avena y maíz diferido en invierno", enfatizó Ruggeri.

En la estación fría, que también es la más seca del año, los animales pasan la mayor parte del tiempo en parcelas diarias de maíces diferidos que se mantienen en pie. "La clave pasa por asignar piquetes chicos diariamente de manera que hay poco desperdicio", enfatizó Juan Pablo. Logra, así, producir "500 raciones por hectárea/año, logrando en invierno aumentos medios diarios cercanos a los 600 gramos".

Ello se complementa con "un par de horas de pastoreo de verdeos de avena para balancear la dieta invernal", agregó. A ello hay que sumar un pequeño lote con pasto llorón, que se mantiene porque está en un sector muy quebrado del campo. "El llorón protege el suelo de la erosión, y para mejorarlo cada dos años intersembramos melilotus", agregó. Cuando los animales alcanzan los 280 kilogramos, pasan a un sistema de engorde a corral. "En 100 días le metemos 160 a 170 kilogramos por animal, y llegan a gordos de 440 a 450 kilogramos", afirmó.

Los novillos se venden a dos frigoríficos de Mendoza dedicados al abastecimiento del mercado interno. "Este esquema me permite poder aprovechar el maíz de manera eficiente, ya que sería imposible enviarlo a puerto por el alto impacto del flete", agregó.

Ocurre que desde San Luis el costo del flete asciende al 60 $/Tn, lo que hace antieconómica la práctica. En cambio, transformándolo en carne (1000 gordos por año) o vendiéndolo a otros feedlots locales, "nos permite obtener un precio pizarra Rosario, sin incurrir en el costo del flete", destacó entusiasmado.

La agricultura poco tiene que envidiarle a la de la zona núcleo; excepto por la crudeza del invierno. "El campo está ubicado en una zona con 900 mm anuales, distribuidos entre octubre y abril, con un invierno prácticamente sin lluvias", destacó Juan Pablo.

La rotación elegida es 50% de maíz y 50% de soja de primera; sin incluir cultivos de invierno. Es más, "los barbechos limpios son clave para la acumulación de agua; aunque estamos evaluando la inclusión de alguna alternativa invernal como cultivo de cobertura", agregó.

En maíz utilizan genética de punta, aprovechando la excelente oferta ambiental, caracterizada no sólo por una buena disponibilidad de agua sino también por una amplia amplitud térmica diaria. "El 80% de los materiales es Bt y tiene tecnología Clearfield", destacó entusiasmado.

La fertilización está basada en criterios zonales en base a análisis de suelos. "Esta última campaña fertilizamos con 90 kg/ha de MAP a la siembra y 180 kg/ha de urea al voleo en V6", precisó. Con un manejo como el descripto, "logramos en años muy buenos rindes promedio de 8.700 kg/ha, con picos de 9.800", dijo.

En tanto que en años complicados como el último —donde no llovió desde mediados de diciembre a fin de enero— "obtuvimos 7.800 kilogramos de promedio y picos de 8.500", agregó eufórico.

En soja —que se siembra toda sobre rastrojos de maíz— prefiere materiales de grupo de madurez IV largo. "Toda la soja recibe una fertilización de base de 70 kg/ha de superfosfato simple, incorporando fósforo y azufre", destacó.

Así, en la campaña pasada, en la cual las lluvias coincidieron con el período crítico del cultivo, "obtuvimos 3.200 kg/ha de promedio", enfatizó. Y para este año, las perspectivas "pintan muy bien, tanto para soja como para maíz", agregó.

Pero Ruggeri va por más. "Mi desafío es intensificar aún más el manejo", destacó. Apunta a pasar parte de la recría a corral, liberando unas 100 hectáreas más para la agricultura. También piensa en aumentar la oferta forrajera, mejorando los criterios de fertilización nitrogenada, incluso en el pasto llorón. En agricultura está evaluando la posibilidad de intensificar la rotación, "aunque no lo tengo tan claro todavía", dijo.

La siembra directa fue la llave de una intensificación planificada y eficiente. Fue la puerta de entrada de otras tecnologías como la fertilización y un rotación mixta ajustada al ambiente. Y la productividad creció de manera armoniosa con el ambiente. Logró, así, una directa con acento puntano.

Santiago Lorenzatti.

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