Clara Delacre, una enfermera argentina sin fronteras
Se incorporó a Médicos Sin Fronteras este año y prestó servicios en un pueblo de Níger durante cinco meses. Convivió con la pobreza, la malnutrición y la mortalidad infantil pero elogia la alegría de la gente a pesar de la adversidad. "Me sentía como en casa", asegura. En febrero viaja de nuevo por otra misión humanitaria, pero con destino aún desconocido.
"Volverme fue una tristeza enorme. Níger es un país muy pobre: para nosotros y para lo que es nuestra concepción de la vida, ellos no tienen nada, y sin embargo es gente alegre, se visten con muchos colores, no te roban nada y son súper agradecidos. Yo estaba en ese pueblo en el medio de la arena, de casas de adobe, pero me sentía en casa, estaba cómoda, saludaba a la gente por la calle... La malnutrición y la falta de agua potable impresionan, pero es un pueblo muy positivo a pesar de la adversidad y son encantadores para trabajar", se entusiasma Clara Delacre (31), enfermera voluntaria de Médicos Sin Frontera, que acaba de volver de Madaoua, un pueblo a 8 horas de la capital de Níger, donde estuvo trabajando en pediatría durante 5 meses.
Desde su casa de Tigre, adonde vino a pasar las fiestas de fin de año y de donde partirá a principios de febrero aún con destino incierto, Clara cuenta que cuando le informaron en qué país trabajaría, sólo sabía que no era Nigeria. Mirando la información que le adjuntaron y navegando en Internet, supo que Níger era un lugar muy pobre del noroeste africano, desértico y casi sin acceso al agua potable, donde sólo el 14,4 por ciento de los habitantes sabe leer, la esperanza de vida no supera los 40 años y los problemas más graves son la mortalidad infantil (260/1000) y la malnutrición. "Y dije: Ahí vamos. El contexto en el que vas a trabajar siempre es duro, no es como trabajar acá en Buenos Aires, pero la verdad es que no me arrepiento, la pasé bárbaro, no te acordás del calor ni nada", rememora.
Clara estuvo trabajando en el sector de pediatría del hospital de Madaoua, que tiene sólo 4 mil habitantes pero es de los más importantes del país. Las enfermedades más frecuentes son, en época de lluvia, la malaria (de mortalidad muy alta) y en las sequías, infecciones respiratorias y meningitis. Todo el año, por supuesto, reina la malnutrición. Cuando llegó, el área estaba muy desorganizada. "Montamos una pediatría en serio, ahora tenemos un servicio con 15 camas y llegamos a ver un promedio de 80 chicos por mes. El programa de Médicos Sin Fronteras es de atención gratuita -allá la atención no es gratuita-, entonces la internación pediátrica aumentó mucho", cuenta y agrega que además participó de la parte ambulatoria del programa de nutrición. "Vas a los pueblos, citás a las mamás, pesás y medís a los chicos, les hacés la consulta médica, se educa a las madres y se les da la comida para toda la semana. La semana siguiente volvés, los pesás de nuevo y vas viendo cómo evolucionan. Es muy interesante", detalla.
Aunque lo seguía desde que empezó a cursar enfermería en la Universidad Austral, en 1996, el sueño de Clara se cumplió en julio. "Pensaba que acá en Buenos Aires hay muy buena enfermería, y que yo no hacía ninguna diferencia. Quería hacer algo más por los otros, poder aportar algo", explica. Un espíritu aventurero que la llevó a trabajar y estudiar inglés en Estados Unidos dos veces y en el medio, a una clínica de Pamplona, combinado con una familia comprensiva más una situación circunstancial ("Soy soltera y lo puedo hacer tranquilamente"), fueron determinantes para la experiencia de Níger.
A la espera de la asignación de su próximo destino, Clara anticipa: "En febrero me voy de nuevo. Puede ser Níger o puede ser otro destino. Pedí también Somalia, pero veremos si sale porque el contexto se está poniendo un poco complicado. Si no, cualquier lugar de África o Asia donde se trabaje con chicos, que es lo que me gusta y lo que sé hacer, y donde se hable inglés o francés que son los dos idiomas que yo manejo".
"Esto de viajar no lo voy a hacer toda la vida: lo haré hasta formarme", asegura Clara. Ella no es la única argentina que, inserta en un programa de Médicos Sin Fronteras, presta servicios en países de África y Asia. Candelaria Lanusse (29) está "en un pueblo perdido de la República Centroafricana" trabajando también en pediatría hasta fines de febrero. Fue compañera de Clara en la facultad y estuvo un año en la India ad-honorem. "Ella es una loca como yo que quiere que hagamos algo acá en la Argentina el día de mañana", se despide.
Por Cora Cáffaro, Clarín.com
"Volverme fue una tristeza enorme. Níger es un país muy pobre: para nosotros y para lo que es nuestra concepción de la vida, ellos no tienen nada, y sin embargo es gente alegre, se visten con muchos colores, no te roban nada y son súper agradecidos. Yo estaba en ese pueblo en el medio de la arena, de casas de adobe, pero me sentía en casa, estaba cómoda, saludaba a la gente por la calle... La malnutrición y la falta de agua potable impresionan, pero es un pueblo muy positivo a pesar de la adversidad y son encantadores para trabajar", se entusiasma Clara Delacre (31), enfermera voluntaria de Médicos Sin Frontera, que acaba de volver de Madaoua, un pueblo a 8 horas de la capital de Níger, donde estuvo trabajando en pediatría durante 5 meses.
Desde su casa de Tigre, adonde vino a pasar las fiestas de fin de año y de donde partirá a principios de febrero aún con destino incierto, Clara cuenta que cuando le informaron en qué país trabajaría, sólo sabía que no era Nigeria. Mirando la información que le adjuntaron y navegando en Internet, supo que Níger era un lugar muy pobre del noroeste africano, desértico y casi sin acceso al agua potable, donde sólo el 14,4 por ciento de los habitantes sabe leer, la esperanza de vida no supera los 40 años y los problemas más graves son la mortalidad infantil (260/1000) y la malnutrición. "Y dije: Ahí vamos. El contexto en el que vas a trabajar siempre es duro, no es como trabajar acá en Buenos Aires, pero la verdad es que no me arrepiento, la pasé bárbaro, no te acordás del calor ni nada", rememora.
Clara estuvo trabajando en el sector de pediatría del hospital de Madaoua, que tiene sólo 4 mil habitantes pero es de los más importantes del país. Las enfermedades más frecuentes son, en época de lluvia, la malaria (de mortalidad muy alta) y en las sequías, infecciones respiratorias y meningitis. Todo el año, por supuesto, reina la malnutrición. Cuando llegó, el área estaba muy desorganizada. "Montamos una pediatría en serio, ahora tenemos un servicio con 15 camas y llegamos a ver un promedio de 80 chicos por mes. El programa de Médicos Sin Fronteras es de atención gratuita -allá la atención no es gratuita-, entonces la internación pediátrica aumentó mucho", cuenta y agrega que además participó de la parte ambulatoria del programa de nutrición. "Vas a los pueblos, citás a las mamás, pesás y medís a los chicos, les hacés la consulta médica, se educa a las madres y se les da la comida para toda la semana. La semana siguiente volvés, los pesás de nuevo y vas viendo cómo evolucionan. Es muy interesante", detalla.
Aunque lo seguía desde que empezó a cursar enfermería en la Universidad Austral, en 1996, el sueño de Clara se cumplió en julio. "Pensaba que acá en Buenos Aires hay muy buena enfermería, y que yo no hacía ninguna diferencia. Quería hacer algo más por los otros, poder aportar algo", explica. Un espíritu aventurero que la llevó a trabajar y estudiar inglés en Estados Unidos dos veces y en el medio, a una clínica de Pamplona, combinado con una familia comprensiva más una situación circunstancial ("Soy soltera y lo puedo hacer tranquilamente"), fueron determinantes para la experiencia de Níger.
A la espera de la asignación de su próximo destino, Clara anticipa: "En febrero me voy de nuevo. Puede ser Níger o puede ser otro destino. Pedí también Somalia, pero veremos si sale porque el contexto se está poniendo un poco complicado. Si no, cualquier lugar de África o Asia donde se trabaje con chicos, que es lo que me gusta y lo que sé hacer, y donde se hable inglés o francés que son los dos idiomas que yo manejo".
"Esto de viajar no lo voy a hacer toda la vida: lo haré hasta formarme", asegura Clara. Ella no es la única argentina que, inserta en un programa de Médicos Sin Fronteras, presta servicios en países de África y Asia. Candelaria Lanusse (29) está "en un pueblo perdido de la República Centroafricana" trabajando también en pediatría hasta fines de febrero. Fue compañera de Clara en la facultad y estuvo un año en la India ad-honorem. "Ella es una loca como yo que quiere que hagamos algo acá en la Argentina el día de mañana", se despide.
Por Cora Cáffaro, Clarín.com
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adriana beatriz -
sonia -
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