Gestión del despido
El despido es un proceso de cambio que induce a la entropía, por lo cual debe ser gestionado con liderazgo. Su adecuado desarrollo garantiza el cumplimiento de su propósito y minimiza potenciales efectos desestabilizadores en materias de confianza, compromiso y clima laboral. En su gestión deben identificarse tres hitos importantes: el primero de ellos es la comunicación oportuna sobre las decisiones y razones del despido, las circunstancias sobre las cuales acontece, los plazos de inicio y término, y los procedimientos generales que se seguirán.
Luego, es importante trabajar la formulación e implementación del programa de despido. Aquí es fundamental reforzar los mensajes que deberían ser codificados en la fase anterior. Finalmente, la fase de ajuste tiene por propósito preocuparse por los impactos producidos una vez finalizados los despidos.
La cultura empresarial en Chile destina poco tiempo y no elabora planes en estas fases; aun más, reacciona tardíamente, focalizándose en los costos de transacción y en la utilización de canales de comunicación informales, incompletos y sin antecedentes respecto a los derechos y deberes correspondientes a este proceso. La improvisación cotidiana es disfuncional, provoca tensión y es antagónica a los equilibrios entre empleador y empleado. Aun más, puede generar mecanismos defensivos.
La gestión moderna en despidos recomienda reposicionar el incierto contrato psicológico de trabajo hacia un marco de nuevos beneficios, tales como el outplacement, mantenimiento de seguros y de planes financieros. Esta forma de ver la realidad nos enmarca en un planteamiento moderno constructivista, más allá de las "soluciones parches". En el caso del outplacement, por ejemplo, se trata de una práctica habitual en Francia, donde se exige y otorga gran importancia a la salida y la recolocación del empleado. Sin embargo, en España se trata de una práctica residual, ya que se prioriza especialmente la compensación económica a recibir.
La improvisación es antagónica a los equilibrios entre empleador y empleado.
Sergio López B., Académico del Magíster de RR.HH. Usach
Luego, es importante trabajar la formulación e implementación del programa de despido. Aquí es fundamental reforzar los mensajes que deberían ser codificados en la fase anterior. Finalmente, la fase de ajuste tiene por propósito preocuparse por los impactos producidos una vez finalizados los despidos.
La cultura empresarial en Chile destina poco tiempo y no elabora planes en estas fases; aun más, reacciona tardíamente, focalizándose en los costos de transacción y en la utilización de canales de comunicación informales, incompletos y sin antecedentes respecto a los derechos y deberes correspondientes a este proceso. La improvisación cotidiana es disfuncional, provoca tensión y es antagónica a los equilibrios entre empleador y empleado. Aun más, puede generar mecanismos defensivos.
La gestión moderna en despidos recomienda reposicionar el incierto contrato psicológico de trabajo hacia un marco de nuevos beneficios, tales como el outplacement, mantenimiento de seguros y de planes financieros. Esta forma de ver la realidad nos enmarca en un planteamiento moderno constructivista, más allá de las "soluciones parches". En el caso del outplacement, por ejemplo, se trata de una práctica habitual en Francia, donde se exige y otorga gran importancia a la salida y la recolocación del empleado. Sin embargo, en España se trata de una práctica residual, ya que se prioriza especialmente la compensación económica a recibir.
La improvisación es antagónica a los equilibrios entre empleador y empleado.
Sergio López B., Académico del Magíster de RR.HH. Usach
0 comentarios