No sólo lumbreras
Muchas veces me ha correspondido entrevistar a gente brillante, con un espíritu y capacidades de liderazgo impresionantes, capaces de transformar una organización en un instante, en las peores condiciones y lograr los objetivos en pocos meses. Son verdaderas estrellas, brillantes, con la que es muy fácil trabajar.
Sin embargo, no debemos cegarnos con las estrellas del firmamento corporativo o empresarial, porque si bien iluminan el horizonte, los verdaderos protagonistas no siempre son estas estrellas, sino que ese grupo de ejecutivos de buen nivel, pero sin sus ambiciones.
Son los que permanecen y le otorgan continuidad a los negocios, mientras muchas de las estrellas vienen y van. Son el cable a tierra de la vida empresarial.
Es lo que las organizaciones norteamericanas llaman los B players, los que nunca molestan, los que menos exigen, los más leales.
Otra de las características de los B players, según la literatura corporativa norteamericana, es que están más interesados en su trabajo que en su carrera, y se satisfacen más buscando el bien común y el buen servicio para su empresa que para sí mismos.
Son los actores secundarios y como todo actor de esa categoría le otorgan estabilidad a las compañías para las que trabajan.
Cuando asume un nuevo jefe, el empleo de las estrellas siempre peligra, al igual que el de los empleados de más bajo rendimiento. Sin embargo, los B players están allí para otorgarle memoria, equilibrio y firmeza a la organización.
Hay un peligro, sin embargo, con los B players. Algunos pueden llegar a decaer al nivel de menor rendimiento, pero no por incapacidad. Los gerentes y las jefaturas dan por descontada su manera de ser y trabajar. En muchas ocasiones abusan de su paciencia, su capacidad de resistir, de quedar fuera de los bonos de compensación, de recibir años tras año el mismo sueldo.
John Byrne
Sin embargo, no debemos cegarnos con las estrellas del firmamento corporativo o empresarial, porque si bien iluminan el horizonte, los verdaderos protagonistas no siempre son estas estrellas, sino que ese grupo de ejecutivos de buen nivel, pero sin sus ambiciones.
Son los que permanecen y le otorgan continuidad a los negocios, mientras muchas de las estrellas vienen y van. Son el cable a tierra de la vida empresarial.
Es lo que las organizaciones norteamericanas llaman los B players, los que nunca molestan, los que menos exigen, los más leales.
Otra de las características de los B players, según la literatura corporativa norteamericana, es que están más interesados en su trabajo que en su carrera, y se satisfacen más buscando el bien común y el buen servicio para su empresa que para sí mismos.
Son los actores secundarios y como todo actor de esa categoría le otorgan estabilidad a las compañías para las que trabajan.
Cuando asume un nuevo jefe, el empleo de las estrellas siempre peligra, al igual que el de los empleados de más bajo rendimiento. Sin embargo, los B players están allí para otorgarle memoria, equilibrio y firmeza a la organización.
Hay un peligro, sin embargo, con los B players. Algunos pueden llegar a decaer al nivel de menor rendimiento, pero no por incapacidad. Los gerentes y las jefaturas dan por descontada su manera de ser y trabajar. En muchas ocasiones abusan de su paciencia, su capacidad de resistir, de quedar fuera de los bonos de compensación, de recibir años tras año el mismo sueldo.
John Byrne
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