Una época de oportunidades y desafíos
El crecimiento del comercio mundial y el progreso tecnológico crean una oportunidad para elevar el bienestar económico. Sin embargo, ello implica adecuarse a las exigencias que conlleva "competir en las grandes ligas".
En las últimas dos décadas, la economía mundial ha experimentado un cambio profundo, el que no siempre es adecuadamente percibido, debido a que las urgencias que plantea la coyuntura a menudo impiden ver con nitidez el panorama general.
En efecto, la incorporación decidida al comercio internacional de economías como China, India y aquellas que conformaron la Unión Soviética ha tenido efectos impresionantes en la dinámica de la economía mundial.
Algunos estudios han intentado establecer la magnitud de los efectos que ha provocado esta ampliación del comercio mundial, encontrando resultados sorprendentes. Así, por ejemplo, el economista Richard Freeman, de la Universidad de Harvard, ha señalado que la incorporación al comercio internacional de las economías mencionadas habría provocado un efecto equivalente a la duplicación de la fuerza de trabajo de las economías que participaban activamente antes en éste. Desde luego, las repercusiones de este fenómeno son tan profundas como diversas. De hecho, parece razonable suponer que aquí se encuentra -en buena parte- la explicación de las presiones deflacionarias que han manifestado numerosos bienes de consumo en los últimos años. Además, este fenómeno explicaría los cambios que se han producido en el mercado laboral de numerosas economías, en las que se observa un fuerte "premio" a la calificación de los trabajadores, el que ha ampliado las brechas de ingreso y salarios.
Otro aspecto que ha contribuido al profundo proceso de transformaciones -y que desde luego ha tenido una influencia importante en el comportamiento de los precios y las remuneraciones, antes mencionado- se refiere al vertiginoso proceso de cambio tecnológico originado en las innovaciones en el área de los sistemas de información, las que se exponen elocuentemente en el celebrado libro de Thomas Friedman "La Tierra es Plana".
Para el Premio Nobel de Economía Robert Lucas, el proceso de innovación iniciado con la revolución industrial continúa, dando origen a un crecimiento sin precedentes en la economía mundial.
En la era global
Es evidente que el crecimiento del comercio mundial y el progreso tecnológico configuran una oportunidad propicia para elevar el bienestar económico de la población. Sin embargo, ello implica adecuarse a las exigencias que conlleva "competir en las grandes ligas", como lo muestra claramente T. Friedman en su libro.
En este ejercicio, lo primero consiste en reconocer que el mundo actual muestra factores productivos cuya movilidad es sustancialmente mayor que la registrada en el pasado. Ya no se trata sólo de que el capital pueda desplazarse rápidamente de una economía a otra. Ahora los procesos productivos mismos pueden descomponerse con facilidad y, por lo tanto, se pueden asignar en diferentes economías, dependiendo de los atractivos que cada una ofrezca en materia de carga tributaria, instituciones y marco regulatorio.
Además, es necesario advertir que la competitividad de la fuerza de trabajo de una economía -determinada por la calidad de su educación y por la coherencia que muestre el nivel de salarios con ésta- determinará en gran medida las posibilidades de aprovechamiento de los beneficios de la apertura y la innovación.
Las consideraciones anteriores describen -a grandes trazos- una nueva realidad económica, la que no se puede soslayar en el diseño de políticas. Así, no es razonable suponer que el establecimiento de determinados impuestos o regulaciones va a provocar efectos más o menos acotados. Por diferentes vías, la capacidad de respuesta de los mercados ha aumentado, y es importante reconocerlo en el diseño de política económica.
Nuevas posibilidades
Un temor habitualmente expuesto en el debate público respecto a los efectos de la realidad actual de la economía mundial -la denominada "globalización"- se refiere a la amenaza de una mayor concentración de los mercados en pocas y grandes empresas. De hecho, algo de ello se observa en algunos sectores, aunque no necesariamente implica que falte competencia en dichos mercados, puesto que se puede llegar a la concentración por diversos caminos y con diferentes consecuencias.
Sin embargo, la realidad que se manifiesta en numerosos casos de empresas exitosas a nivel mundial, "que parten de la nada" y que en poco tiempo logran crecimientos insospechados, muestra cómo la apertura y la mano de obra calificada se potencian para promover la innovación y la competencia en los mercados, dando origen a un mayor bienestar para los consumidores.
En definitiva, el ambiente de mayor competencia e innovación ofrece importantes posibilidades de crecimiento, ya sea para las empresas pequeñas o grandes. Lo verdaderamente relevante es la eficiencia y capacidad de adaptación de éstas. Desde este punto de vista, al revisar las dificultades que encuentran muchas empresas pequeñas -las "Pymes" en general- para sobrevivir en este ambiente, la atención no debe dirigirse sólo al rigor de la competencia, sino también a las dificultades que plantean numerosas regulaciones para desenvolverse eficazmente en este contexto.
Regulaciones
Por otro lado, la realidad es que para las grandes empresas la capacidad de maniobra frente a cambios en las normas tributarias o en la regulación laboral suele ser sustancialmente mayor que para empresas pequeñas. En este aspecto, no puede soslayarse el carácter regresivo que pueden tener las regulaciones al mercado del trabajo u otros aspectos de la actividad económica.
El sentimiento antiglobalización que, con diversa intensidad, ha aflorado en muchos países no sólo refleja los complejos efectos distributivos que conllevan los cambios en la estructura del comercio internacional -los que hacen necesario contar con mercados laborales flexibles, junto con mecanismos que faciliten el reentrenamiento de los trabajadores-, sino que a menudo responden a la frustración que provoca un cuadro donde la competencia debe abordarse en condiciones desventajosas, como resultado de regulaciones ineficientes y/o una carga tributaria excesiva.
Francisco Rosende, Decano Facultad de Economía y Administración Universidad Católica
En las últimas dos décadas, la economía mundial ha experimentado un cambio profundo, el que no siempre es adecuadamente percibido, debido a que las urgencias que plantea la coyuntura a menudo impiden ver con nitidez el panorama general.
En efecto, la incorporación decidida al comercio internacional de economías como China, India y aquellas que conformaron la Unión Soviética ha tenido efectos impresionantes en la dinámica de la economía mundial.
Algunos estudios han intentado establecer la magnitud de los efectos que ha provocado esta ampliación del comercio mundial, encontrando resultados sorprendentes. Así, por ejemplo, el economista Richard Freeman, de la Universidad de Harvard, ha señalado que la incorporación al comercio internacional de las economías mencionadas habría provocado un efecto equivalente a la duplicación de la fuerza de trabajo de las economías que participaban activamente antes en éste. Desde luego, las repercusiones de este fenómeno son tan profundas como diversas. De hecho, parece razonable suponer que aquí se encuentra -en buena parte- la explicación de las presiones deflacionarias que han manifestado numerosos bienes de consumo en los últimos años. Además, este fenómeno explicaría los cambios que se han producido en el mercado laboral de numerosas economías, en las que se observa un fuerte "premio" a la calificación de los trabajadores, el que ha ampliado las brechas de ingreso y salarios.
Otro aspecto que ha contribuido al profundo proceso de transformaciones -y que desde luego ha tenido una influencia importante en el comportamiento de los precios y las remuneraciones, antes mencionado- se refiere al vertiginoso proceso de cambio tecnológico originado en las innovaciones en el área de los sistemas de información, las que se exponen elocuentemente en el celebrado libro de Thomas Friedman "La Tierra es Plana".
Para el Premio Nobel de Economía Robert Lucas, el proceso de innovación iniciado con la revolución industrial continúa, dando origen a un crecimiento sin precedentes en la economía mundial.
En la era global
Es evidente que el crecimiento del comercio mundial y el progreso tecnológico configuran una oportunidad propicia para elevar el bienestar económico de la población. Sin embargo, ello implica adecuarse a las exigencias que conlleva "competir en las grandes ligas", como lo muestra claramente T. Friedman en su libro.
En este ejercicio, lo primero consiste en reconocer que el mundo actual muestra factores productivos cuya movilidad es sustancialmente mayor que la registrada en el pasado. Ya no se trata sólo de que el capital pueda desplazarse rápidamente de una economía a otra. Ahora los procesos productivos mismos pueden descomponerse con facilidad y, por lo tanto, se pueden asignar en diferentes economías, dependiendo de los atractivos que cada una ofrezca en materia de carga tributaria, instituciones y marco regulatorio.
Además, es necesario advertir que la competitividad de la fuerza de trabajo de una economía -determinada por la calidad de su educación y por la coherencia que muestre el nivel de salarios con ésta- determinará en gran medida las posibilidades de aprovechamiento de los beneficios de la apertura y la innovación.
Las consideraciones anteriores describen -a grandes trazos- una nueva realidad económica, la que no se puede soslayar en el diseño de políticas. Así, no es razonable suponer que el establecimiento de determinados impuestos o regulaciones va a provocar efectos más o menos acotados. Por diferentes vías, la capacidad de respuesta de los mercados ha aumentado, y es importante reconocerlo en el diseño de política económica.
Nuevas posibilidades
Un temor habitualmente expuesto en el debate público respecto a los efectos de la realidad actual de la economía mundial -la denominada "globalización"- se refiere a la amenaza de una mayor concentración de los mercados en pocas y grandes empresas. De hecho, algo de ello se observa en algunos sectores, aunque no necesariamente implica que falte competencia en dichos mercados, puesto que se puede llegar a la concentración por diversos caminos y con diferentes consecuencias.
Sin embargo, la realidad que se manifiesta en numerosos casos de empresas exitosas a nivel mundial, "que parten de la nada" y que en poco tiempo logran crecimientos insospechados, muestra cómo la apertura y la mano de obra calificada se potencian para promover la innovación y la competencia en los mercados, dando origen a un mayor bienestar para los consumidores.
En definitiva, el ambiente de mayor competencia e innovación ofrece importantes posibilidades de crecimiento, ya sea para las empresas pequeñas o grandes. Lo verdaderamente relevante es la eficiencia y capacidad de adaptación de éstas. Desde este punto de vista, al revisar las dificultades que encuentran muchas empresas pequeñas -las "Pymes" en general- para sobrevivir en este ambiente, la atención no debe dirigirse sólo al rigor de la competencia, sino también a las dificultades que plantean numerosas regulaciones para desenvolverse eficazmente en este contexto.
Regulaciones
Por otro lado, la realidad es que para las grandes empresas la capacidad de maniobra frente a cambios en las normas tributarias o en la regulación laboral suele ser sustancialmente mayor que para empresas pequeñas. En este aspecto, no puede soslayarse el carácter regresivo que pueden tener las regulaciones al mercado del trabajo u otros aspectos de la actividad económica.
El sentimiento antiglobalización que, con diversa intensidad, ha aflorado en muchos países no sólo refleja los complejos efectos distributivos que conllevan los cambios en la estructura del comercio internacional -los que hacen necesario contar con mercados laborales flexibles, junto con mecanismos que faciliten el reentrenamiento de los trabajadores-, sino que a menudo responden a la frustración que provoca un cuadro donde la competencia debe abordarse en condiciones desventajosas, como resultado de regulaciones ineficientes y/o una carga tributaria excesiva.
Francisco Rosende, Decano Facultad de Economía y Administración Universidad Católica
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