Emprendedoras: "Yo no estoy inventando la pólvora"
Entrevista a KAREN LEMA. Ella había optado por ser ama de casa, pero su hija --recién nacida-- decidió convertirla en empresaria. Con su hermana están revalorando la lliclla. Atiende pedidos aquí y en Europa.
Un hijo te cambia la vida. A Karen Lema, su linda hija se la hizo más productiva. Todo niño viene con un pan bajo el brazo. Lo que Sofía trajo, fue una empresa.
Mil soles fue su capital inicial. "Era lo que podíamos. Además, no teníamos tanta experiencia como para sacrificar tanto". Decidió trabajar con Patricia, su hermana mayor, quien ya era madre cuando Karen dio a luz y, sin pretenderlo, terminó gestando un producto para cargar bebes que recrea un uso ancestral. Portawawa lo bautizó (también es útil para hacer papilla taras nacionales).
Ser madre la hizo empresaria.
Exacto. Las ideas que hemos desarrollado después de que lanzamos nuestro producto, ¡todas tienen que ver con el hecho de ser mamás! Sobre todo yo, que justo entonces vivía fuera y tenía que ingeniármelas: mi esposo se iba a trabajar todo el día y yo tenía que ver ¡cómo hacía con mi hija!
¿Cómo llegó al uso del manto? ¿Por qué recurrió a él?
Porque me acordé, porque decía: si en la sierra la gente trabaja y hace su vida como si nada, ¡por qué no lo puedo hacer yo!
Mi niña necesitaba que la cargase, pero yo también necesitaba hacer cosas; cosas básicas: comer, ir al baño, salir, respirar; pero cuando son chiquititos necesitan tu contacto: es superimportante.
Perfecto, pero por muy peruana que sea: hacerlo no correspondía a su entorno.
Es que estando fuera terminas valorando más lo que hay en tu país, ¿no? Además, yo nunca fui de las que decían: ¡Cómo pueden llevar así a sus bebitos! Al contrario, yo siempre lo había visto como algo positivo y después --cuando comencé a leer sobre el tema-- supe que así los bebes son felices: no lloran, no están fastidiando a sus mamás. Esto ha funcionado por años de años, así que tenía que funcionar.
Eso fue el 2005. Sí, y yo estaba en San Francisco.
¿Y cómo...
¿Cómo nace la idea? Yo llegué de vacaciones --con mi hija de 3 meses--, mi hermana acababa de dar a luz y le dije: mira Patty, tienes que usar esto, te va a salvar la vida. Ella tenía otro hijo, entonces lo comenzamos a usar y veíamos que funcionaba. Teníamos a nuestros bebes felices: si querían lactar, lo tenían todo cerca; salíamos a la calle y no teníamos que cargar con el cochecito, no teníamos que preocuparnos por nada.
¿Cuál fue la reacción de su familia, de las amigas?
Al principio nos decían: ay, cómo los cargas así...
¡Qué chola!
Sí, tenían una reacción así; o decían: pobrecito, sus piernas, ¡se las vas a doblar! La gente habla sin saber.
¿Y cuál era su reacción?
¡Que mi hija está feliz! Porque si a un bebe no le gusta algo: llora. Este uso ha funcionado toda la vida: yo no estoy inventando la pólvora. Yo, simplemente, estoy adaptando --para mi propio uso-- algo que he visto siempre. Pero así como había críticas, también había gente que nos decía: ¡qué maravilla! Nos paraban en la calle y: ¡Cómo se usa! ¡Cómo lo has hecho!
Era una rareza...
Porque nos íbamos a pasear a lugares 'occidentalizados' usando una costumbre que es de la sierra. Y claro --como le explicaba a mi mamá-- si yo me viese como una persona de la sierra hubiera pasado desapercibida, pero nosotras --limeñas-- llamábamos la atención.
¿Cómo nació la idea de hacer empresa?
Porque todo el mundo nos decía: qué lindo, dónde lo consigues, ¡yo quiero uno para mí!
Había tantos comentarios positivos, que dijimos: haremos un poquito, pues; para vender entre nuestras conocidas. Porque cuando tienes bebes, te mueves en un entorno en el que hay bebitos por donde vayas. Entonces mandamos a hacer diez.
¿En cuánto tiempo volaron?
En una semana. Lo hice sin pensar que los iría a vender rapidísimo, y tuvimos que mandar a hacer más: sin tener idea de dónde íbamos a comprar telas, sin tener idea de ¡nada! Nosotras nunca habíamos estado metidas en un mundo de textiles y de talleres...
Usted se casó y se entregó a una vida de ama de casa...
¡Estaba desconectadísima! Solo sabía que tenía algo que a la gente le gustaba, y dije: algo bueno tengo que sacar de esto, ¡porque lo podíamos compartir con otras mamás!
Hoy tienen pedidos de Chile, de Suiza...
...de España, Suecia, nos han llamado de México, Estados Unidos...
¿Cómo entenderlo?
Es que esto no es nuevo ni típico únicamente del Perú, también se usa en México, África, Indonesia... es una tradición que se mantiene en culturas que no han sido manoseadas por el mundo occidental. Ahora en Europa lo están usando porque no tienen otra opción: no tienen a las mamás ni a las abuelitas cerca, y lo valoran porque saben del beneficio que hay en llevar a tu hijo cerca: saben que hay un beneficio emocional.
Sin pretenderlo: están revalorando un uso ancestral.
Exacto. La idea es fomentar la crianza cerca del calor de papá y mamá; y por experiencia propia --y de mi hermana y de las otras mamás-- ¡son bebitos felices! Flexibles, sociables, seguros de ellos mismos...
Están haciendo niños felices y, de taquito, atacando esa lacra tan impregnada en el Perú: el racismo. La idea es que puedas llevar a tu bebe sin que sea visto como algo de gente pobre...
Pobre, ignorante...
¡Exacto! Porque si bien quien lleva a su hijito en una lliclla es por lo general pobre y lo hace por necesidad --porque tiene que trabajar--, también lo hace para fortalecer el vínculo con su hijo, ¡que es tan importante! Hay estudios que lo demuestran.
Occidente no ha sabido valorar su sabiduría.
Estamos tan industrializados, tan pendientes del último cochecito, que nos olvidamos de lo más simple: que es transportarnos tal como se ha hecho desde el principio de la humanidad.
O sea que, en la sierra, en la selva, por décadas nos han estado mostrando la mejor manera de llevar a nuestros hijos y, para variar, no nos hemos querido dar cuenta.
¡Siempre han estado ahí! Las mamás que nos paraban en la calle nos decían: ¿Y esto? ¡Seguro lo has traído de Estados Unidos o de Europa! Yo les decía que no, que lo podían encontrar en cualquier lugar del Perú.
Cuando decidió hacer empresa y trabajar con su hermana, ¿no temió que terminasen arrancándose los pelos?
No iba a ocurrir por ser hermanas, pero el problema --al principio-- era el capital: no teníamos mucho y no sabíamos cómo nos iba a ir, pero después nos dimos cuenta de que había que ponerle punche: porque era un producto superbonito y además iba perfecto con la marca que creamos, porque tú lo ves y dices, realmente, ¡es un portawawa!
Por su hija ha descubierto su oficio.
¡Exacto! Ser mamá me abrió a todo un mundo que antes no veía, porque antes, cuando Patty tuvo a su primer hijo, yo le decía: no lo cargues, lo vas a malacostumbrar. Cuando uno no sabe, habla por hablar y en esta sociedad --con la mejor voluntad-- te llenan de consejos que a veces no son los mejores y no te dejan seguir tu instinto de mamá.
Los mejores colaboradores de su empresa deben ser su hija y los de su hermana.
¡Ellos han sido nuestros modelos! Cuando íbamos a venderle un portawawa a alguien, los llevábamos con nosotros, ¡para demostrarles cómo se usaban! Hemos hecho talleres, cursos en las tiendas, y a todos lados han ido con nosotras.
Son sus empleados.
Se ganaban su pan (ríe)...
LA FICHA
Nombre: Karen Julissa Lema Agüero.
Colegio: Liceo Naval.
Estudios: Administradora hotelera del Instituto Los Andes. Tras casarse, decidió dedicarse a su hogar.
Edad: 28 años.
Cargo: Gerenta general de Portawawa.
Por Antonio Orjeda
Un hijo te cambia la vida. A Karen Lema, su linda hija se la hizo más productiva. Todo niño viene con un pan bajo el brazo. Lo que Sofía trajo, fue una empresa.
Mil soles fue su capital inicial. "Era lo que podíamos. Además, no teníamos tanta experiencia como para sacrificar tanto". Decidió trabajar con Patricia, su hermana mayor, quien ya era madre cuando Karen dio a luz y, sin pretenderlo, terminó gestando un producto para cargar bebes que recrea un uso ancestral. Portawawa lo bautizó (también es útil para hacer papilla taras nacionales).
Ser madre la hizo empresaria.
Exacto. Las ideas que hemos desarrollado después de que lanzamos nuestro producto, ¡todas tienen que ver con el hecho de ser mamás! Sobre todo yo, que justo entonces vivía fuera y tenía que ingeniármelas: mi esposo se iba a trabajar todo el día y yo tenía que ver ¡cómo hacía con mi hija!
¿Cómo llegó al uso del manto? ¿Por qué recurrió a él?
Porque me acordé, porque decía: si en la sierra la gente trabaja y hace su vida como si nada, ¡por qué no lo puedo hacer yo!
Mi niña necesitaba que la cargase, pero yo también necesitaba hacer cosas; cosas básicas: comer, ir al baño, salir, respirar; pero cuando son chiquititos necesitan tu contacto: es superimportante.
Perfecto, pero por muy peruana que sea: hacerlo no correspondía a su entorno.
Es que estando fuera terminas valorando más lo que hay en tu país, ¿no? Además, yo nunca fui de las que decían: ¡Cómo pueden llevar así a sus bebitos! Al contrario, yo siempre lo había visto como algo positivo y después --cuando comencé a leer sobre el tema-- supe que así los bebes son felices: no lloran, no están fastidiando a sus mamás. Esto ha funcionado por años de años, así que tenía que funcionar.
Eso fue el 2005. Sí, y yo estaba en San Francisco.
¿Y cómo...
¿Cómo nace la idea? Yo llegué de vacaciones --con mi hija de 3 meses--, mi hermana acababa de dar a luz y le dije: mira Patty, tienes que usar esto, te va a salvar la vida. Ella tenía otro hijo, entonces lo comenzamos a usar y veíamos que funcionaba. Teníamos a nuestros bebes felices: si querían lactar, lo tenían todo cerca; salíamos a la calle y no teníamos que cargar con el cochecito, no teníamos que preocuparnos por nada.
¿Cuál fue la reacción de su familia, de las amigas?
Al principio nos decían: ay, cómo los cargas así...
¡Qué chola!
Sí, tenían una reacción así; o decían: pobrecito, sus piernas, ¡se las vas a doblar! La gente habla sin saber.
¿Y cuál era su reacción?
¡Que mi hija está feliz! Porque si a un bebe no le gusta algo: llora. Este uso ha funcionado toda la vida: yo no estoy inventando la pólvora. Yo, simplemente, estoy adaptando --para mi propio uso-- algo que he visto siempre. Pero así como había críticas, también había gente que nos decía: ¡qué maravilla! Nos paraban en la calle y: ¡Cómo se usa! ¡Cómo lo has hecho!
Era una rareza...
Porque nos íbamos a pasear a lugares 'occidentalizados' usando una costumbre que es de la sierra. Y claro --como le explicaba a mi mamá-- si yo me viese como una persona de la sierra hubiera pasado desapercibida, pero nosotras --limeñas-- llamábamos la atención.
¿Cómo nació la idea de hacer empresa?
Porque todo el mundo nos decía: qué lindo, dónde lo consigues, ¡yo quiero uno para mí!
Había tantos comentarios positivos, que dijimos: haremos un poquito, pues; para vender entre nuestras conocidas. Porque cuando tienes bebes, te mueves en un entorno en el que hay bebitos por donde vayas. Entonces mandamos a hacer diez.
¿En cuánto tiempo volaron?
En una semana. Lo hice sin pensar que los iría a vender rapidísimo, y tuvimos que mandar a hacer más: sin tener idea de dónde íbamos a comprar telas, sin tener idea de ¡nada! Nosotras nunca habíamos estado metidas en un mundo de textiles y de talleres...
Usted se casó y se entregó a una vida de ama de casa...
¡Estaba desconectadísima! Solo sabía que tenía algo que a la gente le gustaba, y dije: algo bueno tengo que sacar de esto, ¡porque lo podíamos compartir con otras mamás!
Hoy tienen pedidos de Chile, de Suiza...
...de España, Suecia, nos han llamado de México, Estados Unidos...
¿Cómo entenderlo?
Es que esto no es nuevo ni típico únicamente del Perú, también se usa en México, África, Indonesia... es una tradición que se mantiene en culturas que no han sido manoseadas por el mundo occidental. Ahora en Europa lo están usando porque no tienen otra opción: no tienen a las mamás ni a las abuelitas cerca, y lo valoran porque saben del beneficio que hay en llevar a tu hijo cerca: saben que hay un beneficio emocional.
Sin pretenderlo: están revalorando un uso ancestral.
Exacto. La idea es fomentar la crianza cerca del calor de papá y mamá; y por experiencia propia --y de mi hermana y de las otras mamás-- ¡son bebitos felices! Flexibles, sociables, seguros de ellos mismos...
Están haciendo niños felices y, de taquito, atacando esa lacra tan impregnada en el Perú: el racismo. La idea es que puedas llevar a tu bebe sin que sea visto como algo de gente pobre...
Pobre, ignorante...
¡Exacto! Porque si bien quien lleva a su hijito en una lliclla es por lo general pobre y lo hace por necesidad --porque tiene que trabajar--, también lo hace para fortalecer el vínculo con su hijo, ¡que es tan importante! Hay estudios que lo demuestran.
Occidente no ha sabido valorar su sabiduría.
Estamos tan industrializados, tan pendientes del último cochecito, que nos olvidamos de lo más simple: que es transportarnos tal como se ha hecho desde el principio de la humanidad.
O sea que, en la sierra, en la selva, por décadas nos han estado mostrando la mejor manera de llevar a nuestros hijos y, para variar, no nos hemos querido dar cuenta.
¡Siempre han estado ahí! Las mamás que nos paraban en la calle nos decían: ¿Y esto? ¡Seguro lo has traído de Estados Unidos o de Europa! Yo les decía que no, que lo podían encontrar en cualquier lugar del Perú.
Cuando decidió hacer empresa y trabajar con su hermana, ¿no temió que terminasen arrancándose los pelos?
No iba a ocurrir por ser hermanas, pero el problema --al principio-- era el capital: no teníamos mucho y no sabíamos cómo nos iba a ir, pero después nos dimos cuenta de que había que ponerle punche: porque era un producto superbonito y además iba perfecto con la marca que creamos, porque tú lo ves y dices, realmente, ¡es un portawawa!
Por su hija ha descubierto su oficio.
¡Exacto! Ser mamá me abrió a todo un mundo que antes no veía, porque antes, cuando Patty tuvo a su primer hijo, yo le decía: no lo cargues, lo vas a malacostumbrar. Cuando uno no sabe, habla por hablar y en esta sociedad --con la mejor voluntad-- te llenan de consejos que a veces no son los mejores y no te dejan seguir tu instinto de mamá.
Los mejores colaboradores de su empresa deben ser su hija y los de su hermana.
¡Ellos han sido nuestros modelos! Cuando íbamos a venderle un portawawa a alguien, los llevábamos con nosotros, ¡para demostrarles cómo se usaban! Hemos hecho talleres, cursos en las tiendas, y a todos lados han ido con nosotras.
Son sus empleados.
Se ganaban su pan (ríe)...
LA FICHA
Nombre: Karen Julissa Lema Agüero.
Colegio: Liceo Naval.
Estudios: Administradora hotelera del Instituto Los Andes. Tras casarse, decidió dedicarse a su hogar.
Edad: 28 años.
Cargo: Gerenta general de Portawawa.
Por Antonio Orjeda
0 comentarios