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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Reclutan a peluqueros en la lucha contra el SIDA: India

La salud y la higiene no son conceptos que fácilmente se asocian con Sanjay, en Nueva Delhi. A una corta distancia del distrito de las embajadas en la capital india, las viviendas precarias de esta villa miseria se hunden bajo techos de ramas y plástico y un canal abierto de excremento atraviesa el lugar como un foso defensivo. Los chicos defecan en la letrina maloliente mientras sus madres a su lado se dedican a lavar y cocinar. La tuberculosis está a la orden del día. Pero, si uno avanza por el corazón de Sanjay, junto a chivas atadas y perros infestados de moscas, se topa con una choza abarrotada de cuadros y computadoras.


Aquí, gracias a la campaña de la condesa francesa Albina du Boisrouvray, los que tienen edad suficiente para aprender entre los 37.000 habitantes de la villa reciben clases regulares sobre conocimientos básicos, saneamiento y prevención de un flagelo que diezmó a familias enteras en el subcontinente: el VIH/sida.

La India hoy ostenta una posición para nada envidiable, la de tener más ciudadanos diagnosticados con el virus –aproximadamente 5,7 millones- que cualquier otro país en el mundo, según UNISIDA. La enfermedad avanzó tan silenciosa e invisiblemente en las comunidades que más del 90% de los portadores no tienen idea de que son VIH positivos. Los índices de infección son tales que, a pesar de la economía pujante de la India, las autoridades creen que pronto le darán un golpe duro a la ambición del país de convertirse en una potencia global.

"Estamos en un momento muy crítico", dice Manisha Mishra, de la oficina de UNISIDA en Nueva Delhi. "La enfermedad ahora afecta a todos los grupos etarios, desde la cuna hasta la tumba. Hay una creciente feminización del virus y, con el 80% de las mujeres (portadoras) en relaciones monógamas, es un tema importante que debemos enfrentar".

Todas estas son noticias deprimentes para Du Boisrouvray, cuya organización, la Asociación Francois-Xavier Bagnoud (FXB), fue una de las primeras en la India en enfrentar la epidemia del sida, resaltando la situación de los huérfanos del sida y los chicos sin hogar en todo el país. Con proyectos de apoyo que llegaron a más de un millón de personas, sigue siendo la única ONG con filiales establecidas en cada uno de los 35 estados y territorios de la India. "Durante 16 años, estuve golpeando puertas y diciéndole a la gente que el sida se convertirá en algo terrible, que a menos que lo controlemos dará origen a otros problemas y creará agujeros en el tejido económico y social de la India", dijo Du Boisrouvray quien, en marzo, recorrió el país e incluso fue a las villas de Sanjay. "Pero hubo mucha negación, mucha estigmatización. En la India, hace cinco años, no se hablaba del sida. Oficialmente, no existía. Recién ahora la gente está escuchando y empezando a preocuparse a nivel estatal y gubernamental".

Son pocos los que trabajaron tan intensamente para sembrar conciencia de la epidemia como la ex productora cinematográfica que afectada por la tragedia –la muerte de su único hijo, un piloto en una misión de rescate- lanzó la ONG en 1989. Establecida con la venta de las tres cuartas partes de sus activos, la organización lleva el nombre del joven piloto de rescate.

Con iniciativas desde Tailandia hasta Uganda, Colombia hasta Mongolia, la ONG rápidamente se ganó el reconocimiento internacional como defensora de los pueblos olvidados en lugares olvidados. Pero a medida que empeoran las cifras del sida (Du Boisrouvray cree que para 2010 la epidemia habrá dejado huérfanos a por lo menos 100 millones de chicos), la mujer de 66 años concentró su atención en la India. Y es en lugares como el campo Sanjay –un villorio donde viven principalmente trabajadores inmigrantes de "alto riesgo"- donde la mujer adoptó la medida novedosa de contratar a barberos para luchar contra la enfermedad. Como agentes de matrimonios arreglados, los barberos tradicionalmente cuentan con una alta estima en el subcontinente.

"Al visitar Sanjay descubrí que los barberos eran una maravillosa herramienta de difusión", dijo la activista que también utilizó su riqueza para crear el primer centro académico del mundo dedicado exclusivamente a la salud y los derechos humanos en Harvard en 1993. "Podrían difundir el mensaje de prevención contra el VIH/sida cuando sus clientes están relajados y dispuestos a conversar".

Según el programa, los barberos no sólo reciben una capacitación básica en materia de sida, sino un entrenamiento sobre cómo vencer los tabúes de la homosexualidad y el sexo.
Hasta el momento, unas 6.000 peluquerías se inscribieron en el programa y reparten preservativos a pedido. "En un país donde la simple mención del sexo es tabú, ¿por dónde empezar a hablar sobre el sida y sus vías de transmisión?", dijo Du Boisrouvray mientras viajaba de Nueva Delhi al estado de Rajastán, al norte del país.

"Esa era la pregunta que teníamos que formular", agregó la mujer antes de exhortar a un grupo de barberos a "llevar a cabo la obra de bien" en la capital caótica de Rajastán, Jaipur.

"En un país tan grande como la India, hay que recurrir al chisme si uno quiere asegurarse de que el mensaje sea transmitido".

El plan de los barberos se basa en una serie de programas pioneros de bajo costo que la ONG con sede en Suiza diseñó para ayudar a resolver los problemas sociales, económicos y sanitarios causados por el sida.

Du Boisrouvray, consciente de que más del 50% de las nuevas infecciones ocurren entre los jóvenes, inició sesiones de información sobre el sida en las escuelas y dice que las peluquerías serán las próximas. Y también tiene planes para que FXB aporte 150.000 dólares en diversos programas para las comunidades de hasta 80 familias afectadas por el sida.

Son pequeños pasos, pero visto y considerando que el gobierno indio está empezando a tomar conciencia de la magnitud de la crisis, aparentemente están funcionando. Tanto el presidente como el primer ministro del país se hicieron un tiempo en sus agendas apretadas para reunirse con esta mujer cuyo nombre ya se empieza a cubrir de un halo de Premio Nobel.

Helena Smith, The Observer.


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