Matthew Boulton, a todo vapor
La máquina de vapor fue uno de los pilares de la Revolución Industrial. Matthew Boulton tuvo mucho que ver con eso. Nacido en 1728 en la ciudad inglesa de Birmingham, Matthew Boulton se hizo cargo del negocio familiar de artículos en metal en 1759 tras la muerte de su padre.
Al poco tiempo, conoció a James Watt y le transmitió una inquietud: la fábrica de metales dependía de una corriente de agua como fuerza motriz. Sin embargo, en épocas de sequía, el caudal de agua no bastaba para accionar la rueda. ¿Cómo resolver el problema?
Watt, interesado por el desafío, se asoció con Boulton para proseguir con el desarrollo de la rudimentaria una máquina de vapor que había inventado y adaptarla para el negocio metalúrgico. Así nació la firma Boulton & Watt. Tras muchos intentos (y otros tantos fracasos), en 1786 lograron instalar la primera máquina de vapor perfectamente funcional. Luego, los dos socios siguieron con sus investigaciones hasta diseñar el primer regulador centrífugo.
La empresa creció exponencialmente y los millones comenzaron a llover sobre los geniales inventores. En 1800, cuando caducó la patente, la máquina de vapor ya se había convertido en una parte estándar del equipamiento de las fábricas. Hacia la fecha de su retiro, Matthew poseía una enorme fortuna y con sus inventos había sentado las bases de la Revolución Industrial.
Al poco tiempo, conoció a James Watt y le transmitió una inquietud: la fábrica de metales dependía de una corriente de agua como fuerza motriz. Sin embargo, en épocas de sequía, el caudal de agua no bastaba para accionar la rueda. ¿Cómo resolver el problema?
Watt, interesado por el desafío, se asoció con Boulton para proseguir con el desarrollo de la rudimentaria una máquina de vapor que había inventado y adaptarla para el negocio metalúrgico. Así nació la firma Boulton & Watt. Tras muchos intentos (y otros tantos fracasos), en 1786 lograron instalar la primera máquina de vapor perfectamente funcional. Luego, los dos socios siguieron con sus investigaciones hasta diseñar el primer regulador centrífugo.
La empresa creció exponencialmente y los millones comenzaron a llover sobre los geniales inventores. En 1800, cuando caducó la patente, la máquina de vapor ya se había convertido en una parte estándar del equipamiento de las fábricas. Hacia la fecha de su retiro, Matthew poseía una enorme fortuna y con sus inventos había sentado las bases de la Revolución Industrial.
0 comentarios