Arthur Andersen, la ética por sobre todas las cosas
Fundó la principal auditora del mundo sobre profundos valores éticos. Arthur Edward Andersen nació en 1881 en una familia de inmigrantes noruegos asentada en un pequeño pueblo granjero a 40 millas de Chicago. Desde la más tierna infancia, fue educado en la disciplina, la honestidad y la cultura del trabajo.
La vida no sería sencilla para el joven Arthur. La muerte de sus padres lo obligó a trabajar mientras cursaba la escuela secundaria. Pero el esfuerzo rindió sus frutos: Andersen se graduó y comenzó a cursar en la Universidad de Illinois mientras trabajaba como empleado contable para unos fabricantes de equipos agrícolas de Chicago.
En 1908, Andersen consiguió empleo en la oficina de Chicago de la firma británica de contabilidad PriceWaterhouse. A los 23 años, tuvo el honor de convertirse en el Contador Público más joven del estado de Illinois. Poco después de su graduación, con su amigo Clarence Delany, fundó "Andersen, Delany & Company" para ofrecer servicios contables y de auditoría. Al poco tiempo, Delany se abrió de la empresa que fue rebautizada como "Arthur Andersen & Company".
La firma tuvo una sensacional expansión en los años veinte gracias a una gran idea de su fundador: las empresas energéticas adquirían cada vez mayor peso en la economía norteamericana. ¿Por qué no tenerlas como principales clientes para sus servicios de auditoría?
Sin embargo, la Gran Depresión de 1930 fue un tremendo golpe para muchos de sus clientes (y, por extensión, para su firma). Arthur puso el hombro por ellos. Arriesgando su prestigio, convenció a distintos bancos de que otorgaran los créditos necesarios para que las compañías siguieran operando. Gracias a este gesto, la reputación de la auditora se difundió a lo largo y ancho de norteamérica.
A lo largo de toda su carrera, Arthur se caracterizó por un estricto respecto hacia los valores éticos que le habían inculcado desde niño. Varias veces rechazó oscuras ofertas de ejecutivos de las empresas que auditaba. Siempre que se le presentaban estos dilemas, él repetía su lema: "Think straight, talk straight". Incluso, todos aquellos que quisieran trabajar para él debían comprender que la ética era el valor fundamental de la compañía.
Hacia el final de su vida, Arthur se dedicó a escribir libros sobre auditoría y a recorrer los Estados Unidos pronunciando discursos sobre la profesión. A su muerte, en 1947, Arthur Andersen & Co ya tenía oficinas en casi todo el territorio norteamericano y empleaba cerca de 1.000 contadores. Tres décadas después, ya empleaba unas 80.000 personas en más de 80 países.
Sin embargo, la historia no tendría final feliz. A fines del 2001, un caso de fraude, donde aparecían involucrados altos ejecutivos de Arthur Andersen, acabó por desintegrar a la compañía. Irónicamente, la crisis se desencadenó en una de las empresas que Arthur había ayudado a sobrevivir allá por la década del 30: la energética Enron. Clarin.
La vida no sería sencilla para el joven Arthur. La muerte de sus padres lo obligó a trabajar mientras cursaba la escuela secundaria. Pero el esfuerzo rindió sus frutos: Andersen se graduó y comenzó a cursar en la Universidad de Illinois mientras trabajaba como empleado contable para unos fabricantes de equipos agrícolas de Chicago.
En 1908, Andersen consiguió empleo en la oficina de Chicago de la firma británica de contabilidad PriceWaterhouse. A los 23 años, tuvo el honor de convertirse en el Contador Público más joven del estado de Illinois. Poco después de su graduación, con su amigo Clarence Delany, fundó "Andersen, Delany & Company" para ofrecer servicios contables y de auditoría. Al poco tiempo, Delany se abrió de la empresa que fue rebautizada como "Arthur Andersen & Company".
La firma tuvo una sensacional expansión en los años veinte gracias a una gran idea de su fundador: las empresas energéticas adquirían cada vez mayor peso en la economía norteamericana. ¿Por qué no tenerlas como principales clientes para sus servicios de auditoría?
Sin embargo, la Gran Depresión de 1930 fue un tremendo golpe para muchos de sus clientes (y, por extensión, para su firma). Arthur puso el hombro por ellos. Arriesgando su prestigio, convenció a distintos bancos de que otorgaran los créditos necesarios para que las compañías siguieran operando. Gracias a este gesto, la reputación de la auditora se difundió a lo largo y ancho de norteamérica.
A lo largo de toda su carrera, Arthur se caracterizó por un estricto respecto hacia los valores éticos que le habían inculcado desde niño. Varias veces rechazó oscuras ofertas de ejecutivos de las empresas que auditaba. Siempre que se le presentaban estos dilemas, él repetía su lema: "Think straight, talk straight". Incluso, todos aquellos que quisieran trabajar para él debían comprender que la ética era el valor fundamental de la compañía.
Hacia el final de su vida, Arthur se dedicó a escribir libros sobre auditoría y a recorrer los Estados Unidos pronunciando discursos sobre la profesión. A su muerte, en 1947, Arthur Andersen & Co ya tenía oficinas en casi todo el territorio norteamericano y empleaba cerca de 1.000 contadores. Tres décadas después, ya empleaba unas 80.000 personas en más de 80 países.
Sin embargo, la historia no tendría final feliz. A fines del 2001, un caso de fraude, donde aparecían involucrados altos ejecutivos de Arthur Andersen, acabó por desintegrar a la compañía. Irónicamente, la crisis se desencadenó en una de las empresas que Arthur había ayudado a sobrevivir allá por la década del 30: la energética Enron. Clarin.
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