Blogia
CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

En Chile, profesionales y alumnos ayudan a microempresarios a surgir

Ana María y Jaime, su pareja, fabrican las lámparas y cuadernos que venden. Gracias a la tutoría, aumentaron sus ventas en un 500%. Gracias a su asesoría, éstos logran aumentar sus ventas. Hoy se premiará en la U. Católica a ocho emprendedores destacados.

Cuarenta por ciento de los microempresarios que han formado parte del programa social "Un Mejor Trabajo para Chile" -de la Corporación Simón de Cirene- han triplicado sus ventas y logrado crear nuevos puestos de trabajo.

Todo gracias a la experiencia que desde 2004 busca que ejecutivos voluntarios y estudiantes de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica, que tienen esta labor como parte de un ramo, apoyen juntos a microempresarios de escasos recursos a reorganizar su negocio.

Hasta el momento, han participado 200 pequeños emprendedores, y hoy, por primera vez, se premiará a ocho que gracias al programa de asesorías lograron cambiar su futuro.

Todos ganan

La ceremonia se llevará a cabo en el Centro de Extensión de la UC, y los ganadores recibirán un computador o una cuenta de ahorro con $100.000, según la categoría que los distinga.

Axel Heilenkotter, gerente de marketing de Hewlett Packard, es uno de los voluntarios. "En general, los microempresarios tienen los negocios mezclados con las finanzas personales. Es que como están metidos en el día a día y son autodidactas, no saben proyectarse. Pero a mí también me ha servido para conocer otra realidad", asegura.

Ana María Dinamarca es la ganadora en la categoría "Emprendimiento". En los cinco meses que duró su asesoría logró aumentar en 500% las ventas de lámparas y libretas que ella misma fabrica con papel reciclado.

"Antes tenía una confusión total con la plata. Estaba muy perdida y era muy ingenua: si me hacían un pedido al por mayor, bajaba mucho el precio y al final no ganaba nada", explica Ana María, quien trabajaba con su pareja en una feria artesanal, pero debido a las malas ventas tuvo que cerrar el local e irse a vivir con su mamá a Las Rejas.

Hoy ya aprendió a sacar las cuentas, a promocionar su negocio y, además, contempla hacer una fusión con otra microempresaria, que administra hogares de pacientes psiquiátricos, para que trabajen en el taller como parte de su rehabilitación.

Le ha ido tan bien, que para diciembre ya piensa comprarse un auto para los pedidos y cambiarse de casa. "Esto nos dio dignidad, nos enseñó el valor de nuestro trabajo" dice.

El semestre pasado, a Andrés Claro, alumno de ingeniería comercial y al ejecutivo de Gasco Guillermo Arias, les tocó a apoyar a Lidia Bello, la mujer que en Lo Prado administra tres hogares para pacientes psiquiátricos y que se aliará con Ana María. Para Andrés la experiencia fue tan positiva que quiere seguir trabajando de manera voluntaria. "Además que uno se encariña con las personas, también aprendemos harto viendo cómo funcionan los negocios". El Mercurio.

0 comentarios