¿Qué hacer cuando sobra el dinero? Es la preocupación de Chile, hoy
Parece que el precio del cobre es una maldición: si se gasta o invierte internamente, el tipo de cambio caería y la inflación aumentaría. Los empresarios tienen expectativas negativas y se esfuerzan por que el gobierno invierta todo en el exterior para cuando las vacas sean flacas.
De tanto preocuparse de cuándo se gastan los recursos se ha dejado de lado la pregunta principal: ¿en qué se va a gastar?
Cuando la riqueza aumenta el tipo de cambio cae y los ingresos medidos en dólares suben: los autos, los viajes, los refrigeradores, etc. son más baratos, lo que es beneficioso para la economía como un todo. Si esto fuera transitorio, ¿qué hace un pequeño exportador para sobrevivir? Es complicado, pero mantener un precio fuera de equilibrio es un muy mal sustituto para una reforma global al mercado de capitales.
Respecto a la inflación, no parece coherente preocuparse por el tipo de cambio y por la inflación al mismo tiempo porque los dos efectos tienen signo contrario.
¿Servirá ahorrar en el exterior y así evitar los efectos en la inflación y en el tipo de cambio? ¿Se podrá afectar el precio de un activo financiero moviendo sus flujos de un país a otro? ¿Valdrá distinto la acción de una empresa si deposita sus utilidades en el exterior o en el mercado local? No parece.
Nadie duda de que Chile debe tener una fracción de su riqueza en el exterior, pero lo que mantiene hoy (cerca de US$ 20.000 millones) es más que suficiente. Además, Chile es uno de los países con menor deuda pública respecto al PIB en el mundo, por lo que podría perfectamente endeudarse cuando lleguen las vacas flacas.
Entonces, ¿en qué se gastan los recursos? Es obvio que se debe invertir en infraestructura y en educación. Para la infraestructura ya existe un método eficiente. Habría que aprovechar de revisar la tasa de descuento que se usa para estos proyectos (quizás qué habría pasado con el puente del Chacao con una tasa de descuento menor).
En educación hay tres problemas: la falta de recursos, la administración poco flexible y, el problema mayor, el bajo nivel del capital humano de los profesores. Una vez solucionados los problemas de administración, tiene sentido aumentar la subvención. Esto último contribuye en buena medida a mitigar el problema de los docentes.
Sin embargo, creemos que la política más importante para solucionar el problema de los profesores es producir un gran intercambio de pedagogos de colegio y universitarios con los países y las universidades extranjeras reconocidas por sus logros en educación. Para ello se debe contratar a una gran cantidad de profesores extranjeros para que enseñen en Chile y becar a una gran cantidad de profesores chilenos para que estudien en el exterior. Esto es lo que se podría llamar el "Método Chicago".
Ahorrar los recursos en el exterior no sólo no arregla los teóricos problemas del tipo de cambio, sino que además es una muy mala decisión de inversión.
Ahorrar los recursos en el exterior no arregla los teóricos problemas del tipo de cambio y es una muy mala decisión de inversión".
Juan Braun, PhD. Universidad de Harvard, El Mercurio
De tanto preocuparse de cuándo se gastan los recursos se ha dejado de lado la pregunta principal: ¿en qué se va a gastar?
Cuando la riqueza aumenta el tipo de cambio cae y los ingresos medidos en dólares suben: los autos, los viajes, los refrigeradores, etc. son más baratos, lo que es beneficioso para la economía como un todo. Si esto fuera transitorio, ¿qué hace un pequeño exportador para sobrevivir? Es complicado, pero mantener un precio fuera de equilibrio es un muy mal sustituto para una reforma global al mercado de capitales.
Respecto a la inflación, no parece coherente preocuparse por el tipo de cambio y por la inflación al mismo tiempo porque los dos efectos tienen signo contrario.
¿Servirá ahorrar en el exterior y así evitar los efectos en la inflación y en el tipo de cambio? ¿Se podrá afectar el precio de un activo financiero moviendo sus flujos de un país a otro? ¿Valdrá distinto la acción de una empresa si deposita sus utilidades en el exterior o en el mercado local? No parece.
Nadie duda de que Chile debe tener una fracción de su riqueza en el exterior, pero lo que mantiene hoy (cerca de US$ 20.000 millones) es más que suficiente. Además, Chile es uno de los países con menor deuda pública respecto al PIB en el mundo, por lo que podría perfectamente endeudarse cuando lleguen las vacas flacas.
Entonces, ¿en qué se gastan los recursos? Es obvio que se debe invertir en infraestructura y en educación. Para la infraestructura ya existe un método eficiente. Habría que aprovechar de revisar la tasa de descuento que se usa para estos proyectos (quizás qué habría pasado con el puente del Chacao con una tasa de descuento menor).
En educación hay tres problemas: la falta de recursos, la administración poco flexible y, el problema mayor, el bajo nivel del capital humano de los profesores. Una vez solucionados los problemas de administración, tiene sentido aumentar la subvención. Esto último contribuye en buena medida a mitigar el problema de los docentes.
Sin embargo, creemos que la política más importante para solucionar el problema de los profesores es producir un gran intercambio de pedagogos de colegio y universitarios con los países y las universidades extranjeras reconocidas por sus logros en educación. Para ello se debe contratar a una gran cantidad de profesores extranjeros para que enseñen en Chile y becar a una gran cantidad de profesores chilenos para que estudien en el exterior. Esto es lo que se podría llamar el "Método Chicago".
Ahorrar los recursos en el exterior no sólo no arregla los teóricos problemas del tipo de cambio, sino que además es una muy mala decisión de inversión.
Ahorrar los recursos en el exterior no arregla los teóricos problemas del tipo de cambio y es una muy mala decisión de inversión".
Juan Braun, PhD. Universidad de Harvard, El Mercurio
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