El Biodiesel, la energía y la agricultura
Los dos grandes temas de la semana han sido la creciente escasez de gasoil y la caída del precio de los granos, en particular el de la soja. Son cuestiones que van más allá de las tribulaciones de los chacareros, ya que lo que está en juego es nada menos que la cosecha. Es decir, el sostén de la macroeconomía, por su aporte al superávit comercial y a la solvencia fiscal, los dos pilares que sostienen la recuperación económica.
En la coyuntura, el gobierno va a intentar forzar a las petroleras para que resuelvan el primer punto. Pero en lo estructural, la reflexión nos lleva casi linealmente al análisis de lo que podrían aportar los biocombustibles. Porque en ellos anida la solución de fondo para la escasez estructural. Y además, su desarrollo fortalecería los precios agrícolas. Dos ventajas en una, y todo sin salir de casa.
Todos los días se reciben noticias acerca del avance de los biocombustibles en el mundo. Y cada vez con más frecuencia y consistencia, los analistas vinculan el precio de los granos con los de la energía.
En los EE.UU. ya se muelen para producir etanol más de 50 millones de toneladas de maíz, el 17% de la cosecha. Tres cosechas argentinas. Esta nueva demanda explica al menos un 10% de mejora en el precio del cereal. En otras palabras, sin el fomento al etanol, el maíz valdría 10 dólares menos la tonelada. Los productores pampeanos, y el gobierno a través de las retenciones, abrevan de esta tendencia, aun cuando en el país el desarrollo de los biocombustibles esté demorado.
La revista Oil World, de enorme influencia en el mercado de oleaginosas, cada vez más relaciona el precio de los aceites vegetales (materia prima del biodiésel) con el del gasoil. El informe diario de una poderosa operadora de fondos de inversión sostiene permanentemente que el precio del aceite de soja se arbitra con el del "heating oil" (gasoil) en Nueva York, que es la referencia de los refinadores de petróleo. En su análisis, la consultora dice que a pesar de los altos stocks de aceites vegetales, los precios tienen sostén porque en estos niveles el biodiésel es rentable. Estos hechos tienen un especial significado para la Argentina, primer exportador mundial de aceite de soja y girasol, y segundo exportador mundial de maíz.
Contamos con el cluster sojero más eficiente del mundo, nadie produce cereales a menor costo y el girasol argentino es imbatible. Dijimos más de una vez que no hacer nada significa desaprovechar una oportunidad única, clarísima: liderar el mercado mundial de combustibles renovables. Ahora se suma la posibilidad de resolver la crisis de escasez de gasoil.
Convirtiendo en biodiésel el 10% del aceite que se produce y exporta (6 millones de toneladas) estaría resuelta con creces la necesidad de gasoil. La inversión para ello rondaría los 100 millones de dólares, con plantas de escala y buena tecnología. Es la quinta parte de lo que costaría una nueva refinería de petróleo.
En el caso del etanol, la Argentina exporta hoy las dos terceras partes del maíz que produce. El resto se embarca sin procesar. Es decir, hay 10 millones de toneladas, capaces de producir 4.000 millones de litros de etanol, que es más que la nafta que consumimos. El mercado mundial está ávido de etanol. El precio de exportación oscila en los 40 centavos de dólar el litro, así que una tonelada de maíz convertida en etanol adquiere un valor de US$ 160 la tonelada. El doble que el precio de exportación. Y quedan 350 kilos de coproducto con valor superior al del maíz (burlanda) y 350 kilos de CO2 para usos alimenticios o industriales.
Aquí está la gran esperanza. El país ya cuenta con una ley, y está a punto de definirse la reglamentación. Cuanto antes se cuente con un marco apropiado, que sirva de base a una política de Estado en materia de biocombustibles, mejor se aprovechará la oportunidad de este nuevo mercado. Oportunidad para los productores del campo, que podrán incursionar en nuevos negocios de valor agregado. Oportunidad para las empresas de energía, que saben que deben avanzar hacia los recursos renovables. Oportunidad para el medio ambiente. Empleo, inversión, valor agregado. Solución a la crisis energética. ¿Qué esperamos?
Héctor A. Huergo, Clarin.
En la coyuntura, el gobierno va a intentar forzar a las petroleras para que resuelvan el primer punto. Pero en lo estructural, la reflexión nos lleva casi linealmente al análisis de lo que podrían aportar los biocombustibles. Porque en ellos anida la solución de fondo para la escasez estructural. Y además, su desarrollo fortalecería los precios agrícolas. Dos ventajas en una, y todo sin salir de casa.
Todos los días se reciben noticias acerca del avance de los biocombustibles en el mundo. Y cada vez con más frecuencia y consistencia, los analistas vinculan el precio de los granos con los de la energía.
En los EE.UU. ya se muelen para producir etanol más de 50 millones de toneladas de maíz, el 17% de la cosecha. Tres cosechas argentinas. Esta nueva demanda explica al menos un 10% de mejora en el precio del cereal. En otras palabras, sin el fomento al etanol, el maíz valdría 10 dólares menos la tonelada. Los productores pampeanos, y el gobierno a través de las retenciones, abrevan de esta tendencia, aun cuando en el país el desarrollo de los biocombustibles esté demorado.
La revista Oil World, de enorme influencia en el mercado de oleaginosas, cada vez más relaciona el precio de los aceites vegetales (materia prima del biodiésel) con el del gasoil. El informe diario de una poderosa operadora de fondos de inversión sostiene permanentemente que el precio del aceite de soja se arbitra con el del "heating oil" (gasoil) en Nueva York, que es la referencia de los refinadores de petróleo. En su análisis, la consultora dice que a pesar de los altos stocks de aceites vegetales, los precios tienen sostén porque en estos niveles el biodiésel es rentable. Estos hechos tienen un especial significado para la Argentina, primer exportador mundial de aceite de soja y girasol, y segundo exportador mundial de maíz.
Contamos con el cluster sojero más eficiente del mundo, nadie produce cereales a menor costo y el girasol argentino es imbatible. Dijimos más de una vez que no hacer nada significa desaprovechar una oportunidad única, clarísima: liderar el mercado mundial de combustibles renovables. Ahora se suma la posibilidad de resolver la crisis de escasez de gasoil.
Convirtiendo en biodiésel el 10% del aceite que se produce y exporta (6 millones de toneladas) estaría resuelta con creces la necesidad de gasoil. La inversión para ello rondaría los 100 millones de dólares, con plantas de escala y buena tecnología. Es la quinta parte de lo que costaría una nueva refinería de petróleo.
En el caso del etanol, la Argentina exporta hoy las dos terceras partes del maíz que produce. El resto se embarca sin procesar. Es decir, hay 10 millones de toneladas, capaces de producir 4.000 millones de litros de etanol, que es más que la nafta que consumimos. El mercado mundial está ávido de etanol. El precio de exportación oscila en los 40 centavos de dólar el litro, así que una tonelada de maíz convertida en etanol adquiere un valor de US$ 160 la tonelada. El doble que el precio de exportación. Y quedan 350 kilos de coproducto con valor superior al del maíz (burlanda) y 350 kilos de CO2 para usos alimenticios o industriales.
Aquí está la gran esperanza. El país ya cuenta con una ley, y está a punto de definirse la reglamentación. Cuanto antes se cuente con un marco apropiado, que sirva de base a una política de Estado en materia de biocombustibles, mejor se aprovechará la oportunidad de este nuevo mercado. Oportunidad para los productores del campo, que podrán incursionar en nuevos negocios de valor agregado. Oportunidad para las empresas de energía, que saben que deben avanzar hacia los recursos renovables. Oportunidad para el medio ambiente. Empleo, inversión, valor agregado. Solución a la crisis energética. ¿Qué esperamos?
Héctor A. Huergo, Clarin.
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