La lucha entre el yen y yang
El yen podría mantenerse débil por más tiempo de lo que muchos analistas esperan, atrayendo así a los inversionistas en monedas. Puede que muy pronto los chinos pongan la vista en el yen, la moneda más subvalorada del mundo.
Si el yen es la moneda más subvalorada del planeta, ¿cómo es que los socios comerciales de Japón no reclaman fuertemente, tal como lo hacen con el yuan?
Algunos ministros europeos de Hacienda y banqueros centrales, entre los que se incluyen Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, han comenzado recientemente a argumentar que el yen no ha recibido el golpe por la declinación del dólar.
Sin embargo, la gran diferencia entre Japón y China es que el yen flota libremente y no es mantenido abajo por algún tipo de intervención monetaria, como la que ocurría en 2003-2004.
Una moneda tan barata podría parecer una buena inversión, pero para predecir hacia dónde está apuntando el yen, uno tiene que entender por qué está tan débil hoy en día.
Una razón es que a 0,25%, las tasas de interés de Japón siguen siendo poco atractivas. Y la inflación se ha elevado en más de un cuarto de punto en las tasas de interés japonesas, dejando a las tasas reales en cifras reales cercanas a cero y a niveles incluso más bajos que el año anterior.
La explicación más popular de la quietud del yen es una reaparición del "carry trade" (endeudarse en yenes baratos para comprar inversiones de retornos más altos en otras partes).
Esto significa vender la moneda, lo que la impulsa hacia abajo. En el último mes, los carry trades se han vuelto más atractivos; la expectación de que el BoJ eleve nuevamente las tasas de interés este año se palidecieron como resultado de los datos que muestran una economía más lenta. Si este es el caso, en algún punto el yen va a rebotar fuertemente si la economía de Estados Unidos tambalea y caen las tasas de interés norteamericanas cerrando la brecha con Japón.
De todas formas, al analista de Morgan Stanley, Stephen Jen está escéptico de que los carry trades sean los principales culpables. Él calcula que la mayor parte de las inversiones se ha ido a dólar y no a euro, y por eso no se puede explicar por qué el yen ha bajado en relación a la moneda europea. Incluso más, los flujos netos desde Japón en inversiones en bonos de renta fija han declinado este año, especialmente en los últimos meses.
Jen tiene una explicación alternativa de por qué el yen es tan débil en relación el euro: la "Hipótesis del traspaso global". Que se focaliza en el comercio neto y los flujos de capital de Asia y los países exportadores de petróleo, los cuales podrían manejar un excedente de cuenta corriente combinado de cerca de US$ 900 mil millones este año. En términos simples, el mundo compra en estos países y luego ellos invierten en los mercados financieros.
La mayor parte del comercio mundial está establecido en dólares y euros. Por ello, los importadores tienen que vender sus monedas locales para ordenar una compra del exterior.
Jen llama esto "Flujos de moneda corriente arriba".
Los "flujos de corriente abajo", en contraste, es lo que los asiáticos y los exportadores de petróleo hagan con sus reservas acumuladas. La composición de moneda de los dos flujos no necesariamente es igual.
Dado que los países asiáticos comercian mucho entre ellos, el grueso de los flujos corrientes arriba involucra la venta de yen y otras monedas asiáticas.
En cambio, la mayor parte de los flujos corriente abajo va a dólares y euros. Los bancos centrales prefieren poner dinero en mercados financieros bien desarrollados, por ello es que los mercados más seguros y líquidos de Estados Unidos y el área del euro y de Inglaterra atraen más capital.
Esto causa un traspaso desde las monedas asiáticas a dólares y euros. Las reservas extranjeras al alza en las economías emergentes, entonces, impulsan el yen hacia abajo en contra de euro. Esto también explica la fortaleza de la libra esterlina. Cifras recientes muestran que sacó al yen de la percha de ser la tercera moneda más popular en las reservas mundiales.
Si es correcto, esta teoría sugiere que el yen podría mantenerse débil por más tiempo de lo que muchos analistas esperan.
The Economist.
Si el yen es la moneda más subvalorada del planeta, ¿cómo es que los socios comerciales de Japón no reclaman fuertemente, tal como lo hacen con el yuan?
Algunos ministros europeos de Hacienda y banqueros centrales, entre los que se incluyen Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, han comenzado recientemente a argumentar que el yen no ha recibido el golpe por la declinación del dólar.
Sin embargo, la gran diferencia entre Japón y China es que el yen flota libremente y no es mantenido abajo por algún tipo de intervención monetaria, como la que ocurría en 2003-2004.
Una moneda tan barata podría parecer una buena inversión, pero para predecir hacia dónde está apuntando el yen, uno tiene que entender por qué está tan débil hoy en día.
Una razón es que a 0,25%, las tasas de interés de Japón siguen siendo poco atractivas. Y la inflación se ha elevado en más de un cuarto de punto en las tasas de interés japonesas, dejando a las tasas reales en cifras reales cercanas a cero y a niveles incluso más bajos que el año anterior.
La explicación más popular de la quietud del yen es una reaparición del "carry trade" (endeudarse en yenes baratos para comprar inversiones de retornos más altos en otras partes).
Esto significa vender la moneda, lo que la impulsa hacia abajo. En el último mes, los carry trades se han vuelto más atractivos; la expectación de que el BoJ eleve nuevamente las tasas de interés este año se palidecieron como resultado de los datos que muestran una economía más lenta. Si este es el caso, en algún punto el yen va a rebotar fuertemente si la economía de Estados Unidos tambalea y caen las tasas de interés norteamericanas cerrando la brecha con Japón.
De todas formas, al analista de Morgan Stanley, Stephen Jen está escéptico de que los carry trades sean los principales culpables. Él calcula que la mayor parte de las inversiones se ha ido a dólar y no a euro, y por eso no se puede explicar por qué el yen ha bajado en relación a la moneda europea. Incluso más, los flujos netos desde Japón en inversiones en bonos de renta fija han declinado este año, especialmente en los últimos meses.
Jen tiene una explicación alternativa de por qué el yen es tan débil en relación el euro: la "Hipótesis del traspaso global". Que se focaliza en el comercio neto y los flujos de capital de Asia y los países exportadores de petróleo, los cuales podrían manejar un excedente de cuenta corriente combinado de cerca de US$ 900 mil millones este año. En términos simples, el mundo compra en estos países y luego ellos invierten en los mercados financieros.
La mayor parte del comercio mundial está establecido en dólares y euros. Por ello, los importadores tienen que vender sus monedas locales para ordenar una compra del exterior.
Jen llama esto "Flujos de moneda corriente arriba".
Los "flujos de corriente abajo", en contraste, es lo que los asiáticos y los exportadores de petróleo hagan con sus reservas acumuladas. La composición de moneda de los dos flujos no necesariamente es igual.
Dado que los países asiáticos comercian mucho entre ellos, el grueso de los flujos corrientes arriba involucra la venta de yen y otras monedas asiáticas.
En cambio, la mayor parte de los flujos corriente abajo va a dólares y euros. Los bancos centrales prefieren poner dinero en mercados financieros bien desarrollados, por ello es que los mercados más seguros y líquidos de Estados Unidos y el área del euro y de Inglaterra atraen más capital.
Esto causa un traspaso desde las monedas asiáticas a dólares y euros. Las reservas extranjeras al alza en las economías emergentes, entonces, impulsan el yen hacia abajo en contra de euro. Esto también explica la fortaleza de la libra esterlina. Cifras recientes muestran que sacó al yen de la percha de ser la tercera moneda más popular en las reservas mundiales.
Si es correcto, esta teoría sugiere que el yen podría mantenerse débil por más tiempo de lo que muchos analistas esperan.
The Economist.
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