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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

El dragón está hambriento. Tenga cuidado o se lo comerá crudo

¿Quiere exportar productos masivos de bajo valor? Lamentablemente, el cupo está lleno. Si no desiste rápido de sus intenciones, será presa fácil del dragón. En 1994, buena parte de la burguesía industrial mexicana alzaba las copas por la fundación del NAFTA, el tratado de libre comercio con Canadá y los Estados Unidos. Algunos, en un desborde de optimismo, exclamaban: "¡Seremos los principales proveedores de bienes industriales de bajo valor al infinito mercado norteamericano!". Y, por un tiempo, así fue. Cientos de empresas estadounidenses instalaron sus fábricas del otro lado de la frontera para aprovechar la mano de obra barata mexicana.

Sin embargo, las esperanzas se desvanecieron pronto. Hacia el año 2000, las grúas de los puertos de los Estados Unidos descargaban miles de containers con juguetes, textiles y artículos electrónicos "made in China". Mientras tanto, en México, cientos de industrias cerraban sus puertas. Más de 270.000 trabajadores, a la calle.

Moraleja: ¡Cuidado con las promesas de crecimiento en base a la mano de obra barata! Estos fútiles espejismos se evaporan apenas aparece un competidor que ofrece salarios aún más bajos al insaciable apetito de reducción de costos de los gerentes globales de la supply chain.

Según el artículo Beyond Cheap Labor: Lessons for Developing Economies, de la consultora McKinsey (elaborado por Diana Farrell, Antonio Puron y Joana Remes), la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio y el gradual aumento de la capacitación de sus trabajadores encienden luces de alerta en las naciones que han apostado por una estrategia de inserción externa basada en los bajos salarios. Las principales víctimas europeas: Polonia y Portugal. En América Latina: México y Brasil.

Ya es demasiado tarde para lamentarse. La avalancha de productos chinos es irreversible. Competirle al gigante oriental vía costos es receta segura para el desastre. Quiérase o no, México y Brasil están condenados a perder, tarde o temprano, sus mercados de bienes industriales de escaso valor.

Por lo tanto, advierte el estudio de McKinsey, estos países deben replantearse su estrategia de inserción externa en base a una nueva máxima: "Adiós bajos salarios. ¡Bienvenido el valor agregado!". Es hora de dejar en manos chinas la producción de bienes de bajo valor y reorientar la producción hacia el hi-tech, la biotecnología y la nanotecnología.

Sin embargo, esta no es tarea sencilla. En una economía capitalista, resulta imposible (e indeseable) una reasignación masiva de recursos de un sector a otro. En este marco, los gobiernos deben tomar medidas para encauzar gradualmente las actividades de las compañías establecidas hacia industrias de valor agregado. ¿Cómo lograrlo?

1) Incentivos financieros e impositivos para la inversión en industrias de punta.

2) Construcción de una moderna moderna infraestructura de transporte y telecomunicaciones.

3) Desregulación para fomentar la competencia. Controles de precios y aranceles deben ser eliminados.

En definitiva, señala el artículo McKinsey, no se trata de renegar de la estrategia de crecimiento en base a bajos salarios que se haya implementado en su momento.

Sin embargo, hay que comprender que el contexto ha cambiado y saltar a la fase del valor agregado. Pero si usted insiste en la vieja receta y pretende competirle al dragón a través de los bajos salarios, en el 99 por ciento de los casos el resultado será el mismo: China se lo comerá crudo. Clarin.

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