Cómo aplicar un modelo LIFO a la Contabilidad de Gestión
Entre los temas que actualmente se están discutiendo en nuestro país por razones fiscales -en tanto puede suponer un gran cambio en la recaudación de Hacienda por el impuesto de sociedades- figura el de la posible implantación del sistema LIFO en la valoración de las existencias. Esta implantación supondría variaciones en las Cuentas anuales de las empresas, concretamente en cuanto al contenido del Balance y de la Cuenta de Resultados en un período de costes crecientes como el que vivimos. Vamos a tratar de explicar en las siguientes líneas las implicaciones de la utilización del sistema LIFO (última entrada, primera salida) desde una perspectiva integral, es decir, desde el punto de vista tanto de la Contabilidad Financiera como de la Contabilidad de Gestión.
El sistema LIFO va a suponer, por lo menos en sus primeros años de aplicación, un ahorro o diferimiento externo de pago para los empresarios -según la prensa, de cientos de millones de pesetas- a la hora de declarar sus impuestos, ya que afluirán a la Cuenta de Resultados aquellos costes más elevados y quedarán en el Balance como existencias las mercancías de costes más bajos.
En la Cuenta de Resultados se imputarán, por tanto, como costes de venta, aquellos costes más recientes, y ello es casi correcto, pues de esta manera se recupera el coste más cercano al de reposición reduciendo los beneficios y yendo así acorde con el "principio de empresa en funcionamiento" que aconsejan los principios contables generalmente aceptados y en contra del precio medio del coste u otro similar.
Por otra parte, a nivel externo o fiscal, el LIFO es un sistema que principalmente reduce o difiere los impuestos sobre beneficio en los tiempo inflacionarios, si bien no es un instrumento correcto desde el punto de vista de la Contabilidad de gestión, la cual debe intentar siempre reflejar el beneficio operacional, en el cual se insertan de forma natural los cambios en los niveles de precios, tanto de venta como de compra.
Sin embargo el LIFO en sus informaciones asume todo tipo de pérdidas y ganancias atribuibles al mercado en sí mismo, dando por buena una estabilidad en los precios que, casi siempre es inexistente, presumiendo así un modelo de sistema comercial y económico que en realidad no existe. No obstante, el aspecto fiscal reforzó la progresión creciente en las apetencias por el sistema LIFO en países que, como USA, está permitiendo su uso, y ello se debe a la visión de corto plazo que lógicamente tienen los contribuyentes.
Por todo esto, el LIFO no satisface las necesidades de una buena Contabilidad de gestión, que debe centrar sus trabajos en conseguir una información contable válida para la toma de decisiones.
En todo caso, el sistema LIFO tiene una influencia positiva en cuanto a que enfrenta unos costes más actuales con los ingresos actuales, cumpliendo así, con el citado principio de empresa en funcionamiento, y también positiva en cuanto a su dimensión fiscal, por el ahorro correspondiente. Sin embargo, su influencia es negativa en las cifras que aparecen en el Balance de Situación, ya que se produce una distorsión en cuanto a la valoración de existencias, no a precio de reposición, sino con unos costes antiguos, más bajos; así, el valor de las existencias no se ajusta al que deberían constar en balance, pues no hay que olvidar que el valor monetario de cualquier activo productivo de un balance debería ser igual al valor actual -o descontado- de los ingresos futuros que se esperan por su utilización. Todos los demás criterios (precio de reposición, coste de compra, etc.), son secundarios, al hablar de un buen concepto del poder de creación de beneficios de las existencias.
Así las cosas, las citadas ventajas fiscales que implica el sistema LIFO en épocas inflacionarias hizo que, por ejemplo en USA, muchas empresas se acogieran a él cuando se implantó, a pesar de la influencia negativa que tuvo en la forma de presentar los balances.
Para salvar esta dicotomía los americanos pensaron como se podría salvar una situación que no complacía a nadie en la gestión empresarial, continuando con el principio del sistema LIFO (al que se adherirán crecientemente los empresarios) y al mismo tiempo dar los pasos necesarios para que el balance representase también los precios en curso. Veamos un ejemplo concreto al respecto.
Supongamos un Balance como el siguiente:
ACTIVO
Inmovilizado 1.000
Menos amortización acumulada 500) 500
Cuentas a cobrar 100
Tesorería 300
Existencias (valoradas con LIFO) 400
Exc. coste actual y real sobre LIFO 130 530
(270 menos Impuesto sobre beneficios)
1.430
PASIVO
Capital 200
Incremento de coste de existencias (1) 130
Remanente 500
Cuentas a pagar 600
1.430
1) Reserva para prevenir la disminución de cobertura de capital por aumento de las existencias.
Las existencias, tal como aparecen en Balance, están valoradas con el criterio LIFO, lo cual significa 200 u.m. menos que valoradas a coste real. Para que este balance refleje una situación correcta hay que ajustar las existencias al coste real de mercado, previa la deducción del impuesto de beneficios (70 u.m.) que conlleva valorar a LIFO. Como contrapartida compensadora, se acredita en el pasivo la cuenta de Reserva para evitar la disminución de cobertura de capital.
De esta forma se vuelve a armonizar el contenido del Balance (Valores actuales de ingresos esperados), y el de la cuenta de Resultados desde el punto de vista de la comparación de ingresos con costes actuales.
Quiza en este sistema el único problema que se puede encontrar en cuanto al logro de la mencionada armonización es que aparecen resultados en el balance que no son debidos estrictamente a la aplicación del LIFO y que desvirtúan la utilización pura de este sistema.
Este problema fue debatido en Estados Unidos, y todo ello depende en definitiva, de como se regule en España la implantación del LIFO y que holguras permita la Administración para el cálculo de beneficios.
En definitiva, las ventajas que se atribuyen al sistema LIFO se pueden resumir de la siguiente forma:
1) El consumo de materiales es realista al tener en cuentas los últimos precios.
2) En las industrias sujetas a grandes fluctuaciones de precios de las primeras materias, este método hace minimizar las ganancias y pérdidas de los inventarios no vendidos y tiende a estabilizar los informes en cuanto a los resultados de explotación, al incluir los costes más crecientes en la cuenta de resultados.
3) En período de precios crecientes, este método reduce los beneficios, provocando un ahorro en los impuestos.
Naturalmente, existirán problemas a la hora de valorar las devoluciones a los proveedores y las devoluciones de material de fábrica a los almacenes, y existirá el mismo problema mecánico al llevar más de dos o tres lotes de compra en las fichas de materiales, con diferentes costes de adquisición.
Es preciso señalar además, que cuando el stock más antiguo es el que primero sale, lo cual es la tendencia en la mayor parte de las industrias, el sistema LIFO supone asignar el coste más creciente al stock más antiguo. De esta forma el sistema LIFO puede ser un instrumento para estabilizar artificialmente el coste de los materiales que en realidad no es estable.
En resumen, de todo lo expuesto, se infiere que así como en una Contabilidad financiera se debe perseguir la exactitud como objetivo principal, cuando se trata cualquier tema desde el punto de vista de la Contabilidad de gestión, la óptica cambia completamente, ya que en ésta prevalecen las premisas de distintos resultados para distintos propósitos, y distintos costes para distintos propósitos.
En el caso que nos ocupa hemos querido exponer algunas de estas distintas ópticas, pues el usuario deberá considerar en la implantación del sistema LIFO la flexibilidad de la Contabilidad de gestión y las distintas ópticas que se deben enfocar, de acuerdo con los objetivos perseguidos, tratando con mucho cuidado la separación entre la información contable externa o fiscal, y la información contable para uso interno y de gestión.
Luis Carrascoso Mendizabal
El sistema LIFO va a suponer, por lo menos en sus primeros años de aplicación, un ahorro o diferimiento externo de pago para los empresarios -según la prensa, de cientos de millones de pesetas- a la hora de declarar sus impuestos, ya que afluirán a la Cuenta de Resultados aquellos costes más elevados y quedarán en el Balance como existencias las mercancías de costes más bajos.
En la Cuenta de Resultados se imputarán, por tanto, como costes de venta, aquellos costes más recientes, y ello es casi correcto, pues de esta manera se recupera el coste más cercano al de reposición reduciendo los beneficios y yendo así acorde con el "principio de empresa en funcionamiento" que aconsejan los principios contables generalmente aceptados y en contra del precio medio del coste u otro similar.
Por otra parte, a nivel externo o fiscal, el LIFO es un sistema que principalmente reduce o difiere los impuestos sobre beneficio en los tiempo inflacionarios, si bien no es un instrumento correcto desde el punto de vista de la Contabilidad de gestión, la cual debe intentar siempre reflejar el beneficio operacional, en el cual se insertan de forma natural los cambios en los niveles de precios, tanto de venta como de compra.
Sin embargo el LIFO en sus informaciones asume todo tipo de pérdidas y ganancias atribuibles al mercado en sí mismo, dando por buena una estabilidad en los precios que, casi siempre es inexistente, presumiendo así un modelo de sistema comercial y económico que en realidad no existe. No obstante, el aspecto fiscal reforzó la progresión creciente en las apetencias por el sistema LIFO en países que, como USA, está permitiendo su uso, y ello se debe a la visión de corto plazo que lógicamente tienen los contribuyentes.
Por todo esto, el LIFO no satisface las necesidades de una buena Contabilidad de gestión, que debe centrar sus trabajos en conseguir una información contable válida para la toma de decisiones.
En todo caso, el sistema LIFO tiene una influencia positiva en cuanto a que enfrenta unos costes más actuales con los ingresos actuales, cumpliendo así, con el citado principio de empresa en funcionamiento, y también positiva en cuanto a su dimensión fiscal, por el ahorro correspondiente. Sin embargo, su influencia es negativa en las cifras que aparecen en el Balance de Situación, ya que se produce una distorsión en cuanto a la valoración de existencias, no a precio de reposición, sino con unos costes antiguos, más bajos; así, el valor de las existencias no se ajusta al que deberían constar en balance, pues no hay que olvidar que el valor monetario de cualquier activo productivo de un balance debería ser igual al valor actual -o descontado- de los ingresos futuros que se esperan por su utilización. Todos los demás criterios (precio de reposición, coste de compra, etc.), son secundarios, al hablar de un buen concepto del poder de creación de beneficios de las existencias.
Así las cosas, las citadas ventajas fiscales que implica el sistema LIFO en épocas inflacionarias hizo que, por ejemplo en USA, muchas empresas se acogieran a él cuando se implantó, a pesar de la influencia negativa que tuvo en la forma de presentar los balances.
Para salvar esta dicotomía los americanos pensaron como se podría salvar una situación que no complacía a nadie en la gestión empresarial, continuando con el principio del sistema LIFO (al que se adherirán crecientemente los empresarios) y al mismo tiempo dar los pasos necesarios para que el balance representase también los precios en curso. Veamos un ejemplo concreto al respecto.
Supongamos un Balance como el siguiente:
ACTIVO
Inmovilizado 1.000
Menos amortización acumulada 500) 500
Cuentas a cobrar 100
Tesorería 300
Existencias (valoradas con LIFO) 400
Exc. coste actual y real sobre LIFO 130 530
(270 menos Impuesto sobre beneficios)
1.430
PASIVO
Capital 200
Incremento de coste de existencias (1) 130
Remanente 500
Cuentas a pagar 600
1.430
1) Reserva para prevenir la disminución de cobertura de capital por aumento de las existencias.
Las existencias, tal como aparecen en Balance, están valoradas con el criterio LIFO, lo cual significa 200 u.m. menos que valoradas a coste real. Para que este balance refleje una situación correcta hay que ajustar las existencias al coste real de mercado, previa la deducción del impuesto de beneficios (70 u.m.) que conlleva valorar a LIFO. Como contrapartida compensadora, se acredita en el pasivo la cuenta de Reserva para evitar la disminución de cobertura de capital.
De esta forma se vuelve a armonizar el contenido del Balance (Valores actuales de ingresos esperados), y el de la cuenta de Resultados desde el punto de vista de la comparación de ingresos con costes actuales.
Quiza en este sistema el único problema que se puede encontrar en cuanto al logro de la mencionada armonización es que aparecen resultados en el balance que no son debidos estrictamente a la aplicación del LIFO y que desvirtúan la utilización pura de este sistema.
Este problema fue debatido en Estados Unidos, y todo ello depende en definitiva, de como se regule en España la implantación del LIFO y que holguras permita la Administración para el cálculo de beneficios.
En definitiva, las ventajas que se atribuyen al sistema LIFO se pueden resumir de la siguiente forma:
1) El consumo de materiales es realista al tener en cuentas los últimos precios.
2) En las industrias sujetas a grandes fluctuaciones de precios de las primeras materias, este método hace minimizar las ganancias y pérdidas de los inventarios no vendidos y tiende a estabilizar los informes en cuanto a los resultados de explotación, al incluir los costes más crecientes en la cuenta de resultados.
3) En período de precios crecientes, este método reduce los beneficios, provocando un ahorro en los impuestos.
Naturalmente, existirán problemas a la hora de valorar las devoluciones a los proveedores y las devoluciones de material de fábrica a los almacenes, y existirá el mismo problema mecánico al llevar más de dos o tres lotes de compra en las fichas de materiales, con diferentes costes de adquisición.
Es preciso señalar además, que cuando el stock más antiguo es el que primero sale, lo cual es la tendencia en la mayor parte de las industrias, el sistema LIFO supone asignar el coste más creciente al stock más antiguo. De esta forma el sistema LIFO puede ser un instrumento para estabilizar artificialmente el coste de los materiales que en realidad no es estable.
En resumen, de todo lo expuesto, se infiere que así como en una Contabilidad financiera se debe perseguir la exactitud como objetivo principal, cuando se trata cualquier tema desde el punto de vista de la Contabilidad de gestión, la óptica cambia completamente, ya que en ésta prevalecen las premisas de distintos resultados para distintos propósitos, y distintos costes para distintos propósitos.
En el caso que nos ocupa hemos querido exponer algunas de estas distintas ópticas, pues el usuario deberá considerar en la implantación del sistema LIFO la flexibilidad de la Contabilidad de gestión y las distintas ópticas que se deben enfocar, de acuerdo con los objetivos perseguidos, tratando con mucho cuidado la separación entre la información contable externa o fiscal, y la información contable para uso interno y de gestión.
Luis Carrascoso Mendizabal
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