Los minipreneurs, la última tendencia acuñada en EE.UU.
En un garaje de California, Fred Durham y Maheesh Jain decidieron montar su oficina. Después de probar juntos diferentes negocios, todos relacionados con servicios de internet, se decidieron por el sitio web www.cafepress.com, al cual los usuarios pueden enviar sus diseños para estamparlos en poleras, tazones y otros artículos, y luego venderlos en el mismo sitio.
Para poner esta idea en marcha sólo necesitaron un par de computadores, sus dos cabezas y la asistencia de un único empleado: la mamá de Fred.
Han pasado casi siete años y hoy Cafepress tiene más de doscientos empleados, recibe alrededor de nueve millones de visitas mensuales, cuenta con un catálogo de productos creados por 35 millones de usuarios y existe un millón 400 mil inscritos que mantienen una "tienda" (e-commerce shop) en Cafepress.
Este ejemplo es la más viva expresión de lo que es un minipreneur, el último concepto que satisface esa debilidad norteamericana por acuñar con siglas o palabras curiosas las diferentes tendencias que perfilan a sus consumidores y profesionales (como lo fueron en su momento los dinks, yuppies, kidults, entre otros).
Manual de un minipreneur
TOMAR EL CONTROL. Si no puedes deshacerte por completo de tu jefe, por lo menos puedes saborear la sensación, aunque sea un par de veces a la semana, de ser tu propio jefe.
INTERNET Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS. Conoce con claridad las potencialidades de internet y las nuevas tecnologías, como vía para ofrecer sus servicios y herramienta que les permite montar sus negocios.
PENSAR EN CHICO, ARRIESGAR POCO. Quienes vienen del mundo de los grandes negocios saben que los riesgos que toman como minipreneurs no los acercarán jamás al estrés de poner en marcha y conducir una gran empresa corporativa.
SATISFACER NECESIDADES ESPECÍFICAS. Actualmente la gente está aburrida de los mercados masivos de productos y servicios: están buscando lo personalizado.
La traducción más cercana a este concepto podría ser mini-empresario o mini-emprendedor, pero el término puede fácilmente confundirse con el gestor de una mini pyme.
Identificando a un minipreneur
Para identificar a un minipreneur, según el sitio www.trendwatching.com -empresa dedicada a analizar y descubrir nuevas tendencias-, hay un criterio que marca la diferencia: la relevancia de internet y las nuevas tecnologías en el montaje del negocio, que permiten hacerlo con una inversión inicial casi mínima y, por esto mismo, posibilitan que muchos minipreneurs mantengan sus trabajos mientras ponen en marcha su idea.
Así, dedican un par de horas libres a la espera de que este negocio alternativo prenda. Si no lo hace, no tienen casi nada que perder: mantienen sus trabajos y no han arriesgado grandes capitales.
En este sentido, Cafepress no sólo es un proyecto ejecutado por dos minipreneurs; este sitio también "alimenta" a muchos minipreneurs alrededor del globo: profesionales que trabajan en grandes corporaciones y que prueban suerte a través de este sitio, subiendo sus propios diseños con la idea de venderlos con éxito.
Monstruos virtuales
Internet es un caldo de cultivo para que un solo cerebro y un computador pongan en marcha estos negocios que con el tiempo se convierten en verdaderos monstruos virtuales. Otro ejemplo es el de www.emachineshop.com, a cargo de Jim Lewis, un genio computacional y amante de la mecánica. Jim se dio cuenta de que, como él, "muchos aficionados a los autos, las motos o el aeromodelismo ideaban piezas inexistentes en el mercado que harían maravillas en sus máquinas. Por eso, mientras seguía en mi trabajo, dediqué 4 años a la creación de un software amigable que se puede descargar gratis de www.emachineshop.com para diseñar piezas de todo tipo que luego mandamos a hacer y enviamos a domicilio", comenta.
Ideas geniales como ésta, hay varias. Tantas, que los gestores de estos proyectos ya se han convertido en una masa lo suficientemente atractiva como para que las grandes compañías consideren sus necesidades específicas: productos y servicios que les provean accesos instantáneos para iniciar sus negocios. Así, por ejemplo, IBM ve en los minipreneurs un mercado emergente, identificándolos como personas que generalmente vienen de grandes compañías y por lo tanto requieren tecnologías igualmente eficientes pero en menor escala, y, por ello, están desarrollando productos que se ajusten a esta necesidad. Lo mismo pasa con empresas proveedoras de servicios de internet y comunicaciones que están desarrollando "Home Business Programs", pensados específicamente para consumidores como los minipreneurs.
Y en Chile, ¿nacerá esta especie?
En nuestro país, no pasa mucho con los minipreneurs. Habría que flexibilizar mucho el concepto para adjudicarles a algunos chilenos ese título. Porque, es cierto. Sí existe una creciente masa de profesionales que quieren lanzarse con un proyecto propio, que odian ser empleados, tener un jefe y cumplir un horario.
Y sí, muchos de ellos mantienen sus trabajos, mientras ponen en marcha un negocio paralelo a la espera de que crezca, pero todos requieren de cierta inversión, del contrato de terceras personas y, en estos casos, el uso de internet se limita a la facilidad de poder trabajar en línea y dar a conocer sus proyectos en una página web.
Sin embargo, el cientista político, Patricio Navia, explica que Chile es un terreno bastante árido para desarrollar un negocio alternativo manteniendo un trabajo estable. De hecho, Paul OToole de Endeavor -organismo que se dedica a apoyar a los emprendedores- reconoce que no tienen personas con este perfil en su base de datos, porque su criterio de selección requiere una facturación sobre US$ 500 mil anuales y, por ende, una dedicación full time al proyecto. Navia resume las dificultades de partir un negocio paralelo en tres puntos:
"Primero, nuestro sistema de impuestos no está diseñado para facilitarles la vida a los emprendedores que tienen trabajos estables y que prueban otras cosas.
Segundo, hay demasiados papeles que llenar, demasiados permisos que obtener, y por lo tanto el costo de entrada es demasiado alto. Por eso, poca gente se anima a tener un negocio "on the side". Si uno no se dedica de lleno a ese negocio, las ganancias no serán suficientes como para amortiguar el costo inicial en tiempo, y en plata".
"Y tercero, creo que la exigencia con los horarios no ayuda mucho. La productividad no tiene mucho que ver con la presencia física en la oficina. Hay que avanzar hacia sistemas más flexibles, donde a la gente se la mida por el desempeño y no por el número de horas que están en las oficinas". Es decir, no hay tiempo, ni recursos, ni un sistema que sustente a los minipreneurs.
Internet como mercado
En este sentido, internet todavía no se ha visto como una excelente oportunidad para eliminar estas barreras. Cristián Leporati, director de la escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales, cree que esto pasa porque en Chile estamos todavía en pañales y las nuevas generaciones están recién descubriendo las potencialidades de internet. Los jóvenes que se manejan más cómodamente con esta tecnología todavía la ven sólo como un medio de comunicación alternativo, no como un mercado.
Así, son cada vez más las páginas, portales y blogs nacionales que impresionan por su excelencia gráfica y su creatividad, pero el desarrollo de estos proyectos pasa por un tema de expresión y afición, nunca por un interés lucrativo. Leporati cree que es cuestión de tiempo. En Chile, todavía el nivel de penetración de internet es bajo (un 35% v/s el 70% que existe en Estados Unidos), pero si comparamos la cantidad de usuarios chilenos en 2000 (2 millones 300 mil) con los que se registraron en 2004 (5 millones 600 mil), el crecimiento es explosivo.
Se trata, entonces, de un mercado prometedor. Habrá que esperar un par de años para ver si a las nuevas generaciones se les abre el apetito por llevarse una tajada de esta torta virtual.
Carolina Ríos Urzúa, Emol.
Para poner esta idea en marcha sólo necesitaron un par de computadores, sus dos cabezas y la asistencia de un único empleado: la mamá de Fred.
Han pasado casi siete años y hoy Cafepress tiene más de doscientos empleados, recibe alrededor de nueve millones de visitas mensuales, cuenta con un catálogo de productos creados por 35 millones de usuarios y existe un millón 400 mil inscritos que mantienen una "tienda" (e-commerce shop) en Cafepress.
Este ejemplo es la más viva expresión de lo que es un minipreneur, el último concepto que satisface esa debilidad norteamericana por acuñar con siglas o palabras curiosas las diferentes tendencias que perfilan a sus consumidores y profesionales (como lo fueron en su momento los dinks, yuppies, kidults, entre otros).
Manual de un minipreneur
TOMAR EL CONTROL. Si no puedes deshacerte por completo de tu jefe, por lo menos puedes saborear la sensación, aunque sea un par de veces a la semana, de ser tu propio jefe.
INTERNET Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS. Conoce con claridad las potencialidades de internet y las nuevas tecnologías, como vía para ofrecer sus servicios y herramienta que les permite montar sus negocios.
PENSAR EN CHICO, ARRIESGAR POCO. Quienes vienen del mundo de los grandes negocios saben que los riesgos que toman como minipreneurs no los acercarán jamás al estrés de poner en marcha y conducir una gran empresa corporativa.
SATISFACER NECESIDADES ESPECÍFICAS. Actualmente la gente está aburrida de los mercados masivos de productos y servicios: están buscando lo personalizado.
La traducción más cercana a este concepto podría ser mini-empresario o mini-emprendedor, pero el término puede fácilmente confundirse con el gestor de una mini pyme.
Identificando a un minipreneur
Para identificar a un minipreneur, según el sitio www.trendwatching.com -empresa dedicada a analizar y descubrir nuevas tendencias-, hay un criterio que marca la diferencia: la relevancia de internet y las nuevas tecnologías en el montaje del negocio, que permiten hacerlo con una inversión inicial casi mínima y, por esto mismo, posibilitan que muchos minipreneurs mantengan sus trabajos mientras ponen en marcha su idea.
Así, dedican un par de horas libres a la espera de que este negocio alternativo prenda. Si no lo hace, no tienen casi nada que perder: mantienen sus trabajos y no han arriesgado grandes capitales.
En este sentido, Cafepress no sólo es un proyecto ejecutado por dos minipreneurs; este sitio también "alimenta" a muchos minipreneurs alrededor del globo: profesionales que trabajan en grandes corporaciones y que prueban suerte a través de este sitio, subiendo sus propios diseños con la idea de venderlos con éxito.
Monstruos virtuales
Internet es un caldo de cultivo para que un solo cerebro y un computador pongan en marcha estos negocios que con el tiempo se convierten en verdaderos monstruos virtuales. Otro ejemplo es el de www.emachineshop.com, a cargo de Jim Lewis, un genio computacional y amante de la mecánica. Jim se dio cuenta de que, como él, "muchos aficionados a los autos, las motos o el aeromodelismo ideaban piezas inexistentes en el mercado que harían maravillas en sus máquinas. Por eso, mientras seguía en mi trabajo, dediqué 4 años a la creación de un software amigable que se puede descargar gratis de www.emachineshop.com para diseñar piezas de todo tipo que luego mandamos a hacer y enviamos a domicilio", comenta.
Ideas geniales como ésta, hay varias. Tantas, que los gestores de estos proyectos ya se han convertido en una masa lo suficientemente atractiva como para que las grandes compañías consideren sus necesidades específicas: productos y servicios que les provean accesos instantáneos para iniciar sus negocios. Así, por ejemplo, IBM ve en los minipreneurs un mercado emergente, identificándolos como personas que generalmente vienen de grandes compañías y por lo tanto requieren tecnologías igualmente eficientes pero en menor escala, y, por ello, están desarrollando productos que se ajusten a esta necesidad. Lo mismo pasa con empresas proveedoras de servicios de internet y comunicaciones que están desarrollando "Home Business Programs", pensados específicamente para consumidores como los minipreneurs.
Y en Chile, ¿nacerá esta especie?
En nuestro país, no pasa mucho con los minipreneurs. Habría que flexibilizar mucho el concepto para adjudicarles a algunos chilenos ese título. Porque, es cierto. Sí existe una creciente masa de profesionales que quieren lanzarse con un proyecto propio, que odian ser empleados, tener un jefe y cumplir un horario.
Y sí, muchos de ellos mantienen sus trabajos, mientras ponen en marcha un negocio paralelo a la espera de que crezca, pero todos requieren de cierta inversión, del contrato de terceras personas y, en estos casos, el uso de internet se limita a la facilidad de poder trabajar en línea y dar a conocer sus proyectos en una página web.
Sin embargo, el cientista político, Patricio Navia, explica que Chile es un terreno bastante árido para desarrollar un negocio alternativo manteniendo un trabajo estable. De hecho, Paul OToole de Endeavor -organismo que se dedica a apoyar a los emprendedores- reconoce que no tienen personas con este perfil en su base de datos, porque su criterio de selección requiere una facturación sobre US$ 500 mil anuales y, por ende, una dedicación full time al proyecto. Navia resume las dificultades de partir un negocio paralelo en tres puntos:
"Primero, nuestro sistema de impuestos no está diseñado para facilitarles la vida a los emprendedores que tienen trabajos estables y que prueban otras cosas.
Segundo, hay demasiados papeles que llenar, demasiados permisos que obtener, y por lo tanto el costo de entrada es demasiado alto. Por eso, poca gente se anima a tener un negocio "on the side". Si uno no se dedica de lleno a ese negocio, las ganancias no serán suficientes como para amortiguar el costo inicial en tiempo, y en plata".
"Y tercero, creo que la exigencia con los horarios no ayuda mucho. La productividad no tiene mucho que ver con la presencia física en la oficina. Hay que avanzar hacia sistemas más flexibles, donde a la gente se la mida por el desempeño y no por el número de horas que están en las oficinas". Es decir, no hay tiempo, ni recursos, ni un sistema que sustente a los minipreneurs.
Internet como mercado
En este sentido, internet todavía no se ha visto como una excelente oportunidad para eliminar estas barreras. Cristián Leporati, director de la escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales, cree que esto pasa porque en Chile estamos todavía en pañales y las nuevas generaciones están recién descubriendo las potencialidades de internet. Los jóvenes que se manejan más cómodamente con esta tecnología todavía la ven sólo como un medio de comunicación alternativo, no como un mercado.
Así, son cada vez más las páginas, portales y blogs nacionales que impresionan por su excelencia gráfica y su creatividad, pero el desarrollo de estos proyectos pasa por un tema de expresión y afición, nunca por un interés lucrativo. Leporati cree que es cuestión de tiempo. En Chile, todavía el nivel de penetración de internet es bajo (un 35% v/s el 70% que existe en Estados Unidos), pero si comparamos la cantidad de usuarios chilenos en 2000 (2 millones 300 mil) con los que se registraron en 2004 (5 millones 600 mil), el crecimiento es explosivo.
Se trata, entonces, de un mercado prometedor. Habrá que esperar un par de años para ver si a las nuevas generaciones se les abre el apetito por llevarse una tajada de esta torta virtual.
Carolina Ríos Urzúa, Emol.
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