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Una escuela para aprender a perdonar

La metodología de las Espere recibió en París la mención de honor Premio Unesco para la paz. Mientras la humanidad trata de moverse a través de una fuerza impulsora, el amor, otros tres sentimientos se encargan de frenarla: la rabia, el rencor y el deseo de venganza.

Así define el padre Leonel Narváez, cabeza de la Fundación para la Reconciliación, los factores subjetivos que son decisivos para promover la violencia.

El padre Narváez acaba de llegar de París, donde la Fundación para la Reconciliación recibió la mención de honor Premio Unesco Educación para la Paz 2006 que destaca la metodología utilizada para poner en práctica el perdón y la reconciliación.

Esta práctica ha sido desarrollada desde hace casi dos décadas por los Padres Misioneros de la Consolata en Colombia y actualmente se aplica no sólo en el país sino en otras naciones como Brasil, Perú, México, Suráfrica, Etiopía, Senegal, Italia y España.

La fundación nació de la necesidad de poner en práctica la experiencia y vivencias de esta comunidad religiosa en zonas de conflicto en el país.

En esta región, el padre vivió durante 10 años incluso durante el período de 'despeje'- y pudo comprobar que la violencia en Colombia no sólo tiene causas objetivas como la pobreza, la falta de salud, educación o de infraestructura.

"También hay otros subjetivos tienen que ver con la rabia, el rencor y el deseo de venganza", apunta el misionero de la Consolata, que reconoce que mientras la humanidad trata de responder a los factores objetivos, hay poca respuesta frente a estos otros elementos subjetivos.

Esto llevó a su comunidad a desarrollar las Escuelas de Perdón y Reconciliación, Espere, que han logrado suplir los vacíos existentes en cuanto a formación de la comunidad para la convivencia, la seguridad pública y la cultura.

"Mientras al colegio los niños van a aprender de matemáticas, física, química, que producen plata, todo lo que es el tema de perdón, reconciliación y sobre todo de la bondad y la ternura, no va a la escuela", asegura el padre Narváez.

La metodología fue desarrollada luego de que fracasaran los esfuerzos por alcanzar la paz durante el gobierno del presidente Andrés Pastrana.

"En 1999 tuve la oportunidad de ir a Harvard a estudiar y con un grupo de profesionales multidisciplinarios, durante dos años, tratamos de respondernos una pregunta: ¿cómo popularizar cultura y pedagogía de perdón y reconciliación?", asegura este misionero.

De su profundización de conocimientos y la acumulación de experiencias de trabajo con comunidades en zonas de violencia, nació la idea de crear las Escuelas de Perdón y Reconciliación, Espere, que tienen como eje central la figura de los 'animadores'.

Son los 'animadores' los que permiten llegar al corazón de las personas que asisten a estas escuelas para esculcarles en los afectos, el cariño y los sentimientos más entrañables y sacarlos a flote.

Actualmente la fundación ha formado a unos 1.500 animadores y ha creado núcleos de trabajo en ciudades como Bogotá, Quibdó, Barranquilla, Cali, Medellín, Cartago, Pereira, Armenia, Manizales, Bucaramanga, La Dorada, Guaduas y Popayán.

El sistema de reconciliación y perdón ha permitido que unas 35.000 personas hayan pasado por estas escuelas para tratar algunos de sus principales problemas, generados básicamente por la violencia.

Entre los beneficiados de este programa se encuentran desplazados por la violencia, ciudadanos de la calle, pandillas, familiares de víctimas de crímenes de lesa humanidad, vendedores ambulantes campesinos, docentes, padres de familia, niños y adolescentes, madres comunitarias, jóvenes catequistas, comunidades religiosas, agentes de pastoral, juntas de acción comunal, líderes comunitarios y hasta reclusos.

La primera aplicación de la metodología Espere, desarrollada por los Misioneros de la Consolata, se realizó en Bogotá en un trabajo desarrollado conjuntamente con el Departamento de Acción Comunal, en el proyecto Ecobarrios, desarrollado en el 2001.

Según el padre Narváez, "lo que caracteriza a las Espere es que no sólo se logra un impacto positivo racional, sino también un entrenamiento emocional y comportamental".

Una medición realizada por la Universidad de Los Andes, sobre los resultados de las Escuelas de Perdón y Reconciliación encontró que el impacto más grande que se lograba en las personas era la transformación de conducta, luego de haber sufrido un impacto grande en sus vidas.

De hecho, el premio Unesco del 2006 le fue otorgado a las Espere no sólo por la metodología novedosa sino también por el impacto social positivo que han logrado. El trabajo de las Espere se concentra en unos elementos básicos:

*Utiliza multiplicadores, de la misma comunidad, que enseñan a los otros. "No es el siquiatra de la universidad o del norte de Bogotá que se va al sur y no entiende nada, son personas entrenadas en herramientas sencillas para que las reconstruyan dentro de su ambiente", asegura el padre Narváez. Estos multiplicadores se han convertido en claves de éxito del programa.

*Aplica el trabajo y la terapia de grupo. Esto implica que no sólo es el experto el que tiene que manejar temas como los deseos de venganza o la depresión. A partir de terapias de grupo durante las cuales se cuentan las experiencias y vivencias, se busca lograr resultados efectivos para el grupo.

*La resolución de conflictos, rabias y rencores no se trabaja sobre una idea sino sobre un hecho o hechos concretos. "No se trata simplemente de una idea general de rencor o rabia, sino que todos los participantes escogen desde el principio un sujeto de perdón con el cual buscan la reconciliación y durante el transcurso de la experiencia ellos aprenden las herramientas para manejar estos sentimientos", asegura el director de la Fundación.

El tema de fondo, asegura el padre Narváez, es lograr transformar ese 'Caín' que llevamos adentro para convertirlo en un 'Abel' cotidiano.

Frente a la realidad que vive Colombia, con un proceso de paz en curso con los paramilitares y otro en expectativa, con los guerrilleros, el padre Narváez se muestra muy seguro del trabajo que puede hacerse desde la Fundación.

"Le estamos apuntando a un sistema nacional de reconciliación en el que un país tan sufrido como el nuestro, comience a generar cultura y pedagogía de la reconciliación", asegura.

Este sistema tendría dos escenarios en la vida cotidiana, por un lado la familia y por el otro, la escuela.

Al igual que un sistema de emergencias, el sistema nacional de reconciliación 'encendería las alarmas' en la cuadra cuando se avizoren peligros, para resolver los conflictos por la vía de la no violencia.

En Bogotá la Secretaría de Educación ya ha asumido el liderazgo en el manejo de este sistema de paz y está generando toda una pedagogía sobre la reconciliación como elementos fundamentales para renovar los lazos en el distrito.

Bajo esta directriz, los profesores están enseñando a sus alumnos que no basta saber de geografía, sino también de las emociones, rabias, rencor "y sobre todo de la geografía del ser humano y cómo manejarla", asegura el padre Narváez.

Le estamos apuntando a crear un sistema nacional de reconciliación en el país".

2 comentarios

millaray -

ola soi de chile y estoy comenzando un taller espere hasta el momento me ha parecido todo muy bueno e interesante espero k estas iniciativas sigan haciendose en todos lados ....

CLAUDIA ALEJANDRA MENDOZA CASTILLO -

busco al Fray Ange.angel quisiera saver como comunicarme con tigo soy ale de coyoacan ahora vivo en queretaro por favor mi telefono es 01 442 2 46 11 00