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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Los populistas también tienen razón

El auge de los gobiernos de izquierda en América Latina, particularmente la elección de Evo Morales como Presidente de Bolivia, ¿es el presagio de un cambio hacia la izquierda dura en todo el continente? ¿Marca un repudio a la política exterior de Estados Unidos en la región? ¿Llevará a una renacionalización de las vastas reservas de gas natural de Bolivia?

Se trata de preguntas vitales, pero no abordan el trasfondo más amplio del ascenso de una figura como Morales, ya que se trata del primer jefe de Estado indígena electo en ese país. Su victoria constituye un paso hacia adelante en la democratización general de América Latina, con una significación positiva en el largo plazo para el desarrollo económico y social de la región.

Para comprender el porqué es útil dar una mirada más amplia a la historia y al desarrollo económico de América Latina. Las sociedades del continente americano fueron forjadas por conquistas europeas de poblaciones indígenas, y por las divisiones raciales y étnicas subsiguientes. Tanto EE.UU. como América Latina todavía enfrentan divisiones históricas.

La democracia en América Latina ha sido una lucha que ha costado ganar. Incluso en EE.UU., un país que gusta verse como un modelo de democracia, los afroamericanos no tuvieron plenos derechos sino hasta mediados de los años 60. En América Latina, la democracia ha sido similarmente incompleta, inestable y a menudo inaccesible para los indígenas, los afroamericanos y las poblaciones mestizas.

Más aún, dadas las vastas desigualdades de poder y riqueza en América Latina, y con una gran parte de la población sin acceso a tierras ni educación, por largo tiempo la región ha sido vulnerable a rebeliones y formas populistas de hacer política, con líderes que prometen rápidas ganancias para los desposeídos a través del despojo de las propiedades de las elites. Las elites han reaccionado, a menudo de manera brutal, para proteger su propiedad. En consecuencia, la política ha tendido a ser una lucha más violenta que electoral, y con frecuencia los derechos de propiedad han sido débiles.

Un patrón dominante tanto en EE.UU. como en América Latina ha sido la resistencia de las comunidades dominantes blancas a contribuir al financiamiento de inversiones públicas en "capital humano" (salud y educación) de las comunidades negras e indígenas.

La elección de Morales en Bolivia -donde se estima que los grupos indígenas componen cerca del 55% de la población y que la gente mestiza constituye otro 30%- debe verse con este telón histórico. Más aún, el de Bolivia no es un caso aislado: el cambio de regímenes militares a gobiernos democráticos en América Latina a lo largo de los últimos 20 años está consolidando gradualmente y con avances y retrocesos, pero en forma constante, el fortalecimiento político más allá de las elites y los grupos étnicos tradicionales. Por ejemplo, Alejandro Toledo es el primer presidente indígena del Perú.

A más largo plazo, la difusión y consolidación de la democracia en América Latina promete no sólo sociedades más justas, sino también económicamente más dinámicas. La crónica falta de inversiones en educación de la región, particularmente en ciencia y tecnología, es en parte responsable de su estancamiento económico durante el último cuarto de siglo.

Ahora esto puede cambiar, al menos de manera gradual. Bolivia haría bien en seguir el ejemplo de su vecino Brasil.

Por supuesto, la elección de Morales también plantea muchas dudas y preguntas importantes en el corto plazo. ¿Seguirá el nuevo gobierno políticas económicas responsables, o Bolivia se verá tentada nuevamente a aplicar medidas populistas desestabilizadoras, como lo ha hecho tantas veces en el pasado? ¿Renegociará Morales las leyes y contratos acerca de las vastas reservas naturales de Bolivia, como su gobierno se ha comprometido con toda razón, de un modo que no termine alejando la tan necesaria inversión extranjera?

Bolivia ha entrado a una nueva era de movilización masiva de sus comunidades indígenas, que tanto tiempo han sufrido y ahora han alcanzado la victoria. Las perspectivas de corto plazo son inciertas. Sin embargo, en un más largo plazo, es correcto apostar a los beneficios económicos de la democratización.

Jeffrey Sachs. Profesor de Economía de Columbia University

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