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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

El sueño de la vaca propia

En el 2001 invirtieron 3.500 dólares y ahora siembran 3.500 has., manejan un tambo de 300 vacas y ganadería de cría por fideicomiso.

Quién no soñó en algun momento de su vida con dejar la vorágine de la ciudad y probar suerte en el campo. Comprar una chacrita y ponerse a.... Y ahí comenzaban los problemas. ¿Cómo invertir el dinero?. ¿A qué tipo de producción dedicarse?. ¿Dónde hacerlo para tener mejores rindes? eran algunos de los interrogantes que atravesaban el sueño. Demasiados quizás, para alguien que solo cultivó la tierra de sus macetas en el balcón.

La tasa de interés del plazo fijo que ofrecía el banco pasaba entonces a ser la opción de inversión más segura para los pequeños ahorros. Después de todo algo daba, y no había que correr tantos riesgos.

Pero llegó la peor crisis económico—política que atravesó el país en los últimos años y, con un revés inesperado, el 2001 dejó relucir que en cuestiones financieras ni los bancos son seguros, al menos en la Argentina.

Sin tener demasiada conciencia sobre cómo este proceso nacional iba a ser determinante para el desarrollo de sus propios sueños, Luis Guillermo Villagra —Willy para los amigos— y Darío Genua, se permitieron soñar un sistema de producción agropecuaria que se basó, precisamente, en la confianza. Justo en un momento en donde los argentinos dudaban hasta de su propia sombra.

Con tan solo 25 y 27 años, estos dos amigos, de profesión Administrador Agrario uno y de Empresas el otro, decidieron asociarse para dar sus primeros pasos dentro de un emprendimiento agropecuario, sector al que habían estado ligados desde su niñez por historias familiares.

Es que la familia de Willy tiene campos en la localidad bonaerense de Trenque Lauquen, y el abuelo de Darío tuvo los suyos en el Norte. Y fue precisamente la mamá de Willy quién les dio el puntapié inicial al prestarles 50 hectáreas de su campo para que se larguen a producir.

"Fue importante porque arrancamos sin tener que pagar alquiler. Sembramos soja, nos fue muy bien, y ese mismo año compramos 30 vacas que trajimos del sur porque eran más baratas", recordó Luis Guillermo Villagra.

La inversión total había sido de 3.500 dólares, pero como no pagaron alquiler solo tuvieron los gastos de implantación, que aproximadamente alcanzaron los 90 dólares por hectárea. Ese año el rinde fue de 3.700 kilos, y las ganancias ascendieron al 30% del dinero invertido.

"La experiencia fue tan buena que al año siguiente (2002) ya teníamos primos, tíos y amigos, que entusiasmados por los resultados nos llamaban para ver como podían hacer para participar en nuestro proyecto".

Hasta ahí, el emprendimiento iba creciendo pero quedaba medianamente en familia y todos los inversores se conocían entre sí. El problema surgió ya en el 2003, después de dos años exitosos los llamados empezaron a desbordar ese dique de contención tan familiar .

"De golpe, sonaba el teléfono y del otro lado nos decían: 'hola, me dio tu número Santiago. Te llamo porque quiero invertir en el campo y participar del proyecto que manejan ustedes'. Fue ahí que tuvimos que parar la pelota.", confió Willy a Clarín Rural.

"Empezábamos a tener gente que quería invertir, que llegaba gracias al "boca a boca", pero que no conocíamos. Tomamos conciencia de que teníamos que encontrar alguna figura legal que nos permitiera agruparlos y así surgió la idea del fideicomiso, que finalmente tomó forma bajo el nombre de OPENAGRO S.A.", recordó este joven emprendedor.

OPENAGRO comenzó sembrando unas 120 hectáreas, con un volumen de inversión de aproximadamente 50.000 dólares. Después incorporaron a la producción 60 vacas de tambo.

El negocio siguió creciendo hasta llegar, en la actualidad, a sembrar 3.500 hectáreas en distintas zonas productivas del país. Además de consolidar un tambo con 300 vacas y la ganadería de cría.

Este nuevo desafío tuvo un gran impulso desde el comienzo, y la realidad nacional una vez más no fue ajena al proyecto, ya que tanto Willy como Darío sostienen que el gran motor fue el interés de la gente por "probar" suerte con el campo.

"Los que más se entusiasmaron con nuestra idea fueron, precisamente, los que vieron como sus ahorros fueron atrapados por el corralito, que no querían cobijarlos bajo el colchón y, mucho menos, volver a guardarlo en una entidad bancaria", confiaron estos dos socios y amigos.

El boca a boca funcionó de manera efectiva y de a poco fueron acercándose inversores de los más variados. En la actualidad participan del fideicomiso médicos, publicistas, arquitectos, abogados, escribanos y hasta deportistas de renombre, como es el caso del Puma Ignacio Fernández Lobbe —que actualmente juega en el club Richmond de Inglaterra— y el también Puma Rimas Alvarez.

"Cada año sumamos nuevos inversores, que nos proporcionan una escala más importante y, hasta el momento, ninguno ha salido de la inversión", acotó orgulloso Villagra.

Ahora, para los que no conocen como es que funciona el sistema de fideicomiso cabe aclarar que un inversor (fiduciante), aporta una cantidad de dinero (bienes fideicomitidos) para ser invertidos en algo específico. En este caso, producción agropecuaria.

Estos bienes son manejados por OPENAGRO (fiduciaria) y los frutos de dichas inversiones son para los beneficiarios (estos pueden ser los mismos fiduciantes o quienes ellos designen).

En este caso puntual, hay un estudio de abogados y un estudio contable que realiza las auditorías y los balances del fideicomiso. Este lleva un CUIT aparte de la sociedad fiduciaria, con lo cual también lleva una contabilidad separada.

En cuanto a los requisitos, sólo hay que estar de acuerdo con las condiciones de participación. Esto implica: un monto mínimo de inversión de 30.000 pesos y firmar el contrato de fideicomiso que detalla los derechos y obligaciones de cada parte. El monto de la inversión define el porcentaje de participación del fiduciante.

Durante todo el ciclo de los cultivos exclusivamente se dedican a la parte productiva, para lo que conformaron un equipo que integran ingenieros agrónomos y veterinarios, que controlan todo lo relacionado con la producción.

El planteo que realizan es la producción agrícola, ganadera y de leche. "Esta es justamente una de las cosas que atrae a los inversores. Que si bien todo forma parte del sector agropecuario, son producciones distintas que permiten acotar los riesgos del negocio (ver Como minimizar...), pero juntas presentan una buena alternativa de inversión.

Las zonas donde producen van desde Trenque Lauquen —donde dieron sus primeros pasos— hasta General Villegas, 30 de Agosto y Piedritas. Aunque este año comenzaron las tratativas para alquilar un campo en Vicuña Mackena, en la provincia de Córdoba.

Una vez que los cultivos son cosechados, se venden o parte de ellos son destinados a la alimentación animal de la producción ganadera. Durante el mes de junio de cada año, cuando ya se comercializó todo lo producido, se efectúa el cierre de balance y queda definido el porcentaje de rentabilidad del fideicomiso.

De ahí en más, corren 60 días para pagar la rentabilidad a los inversores, que se realiza mediante un cheque al día o por transferencia bancaria. En la última campaña se le pagó directamente al inversor un 16.75% sobre el capital invertido, y en la campaña anterior fue del 19%.

Ahora, volviendo al inicio de la nota, si la respuesta a los interrogantes las tienen ellos, porqué no animarse y dejarse llevar por los sueños. El suyo ¿es el campo?

Jorgelina Vidal, Clarin

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