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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Haciendas, apuesta por el turismo rural

¿Cómo no van a ser inolvidables unas vacaciones que invitan, entre otras cosas, a ordeñar vacas, hacer quesos, montar a caballo y acariciar víboras? Imagínese abrir los ojos a las 5.00, calzarse unas botas e ir al establo para ordeñar a las vacas. O dirigirse a la cocina para preparar pan en un horno a leña. Y desayunar una watia que, a diferencia de la del altiplano, tiene como único ingrediente una cabeza enterita de res cocida toda la noche en un horno a leña. Claro que si su espíritu es más aventurero, bien podría montar a caballo o saludar a las víboras —incluidas alguna cascabel y hasta una enorme anaconda— que duermen en cajas de cristal.

Pues todo esto y mucho más ofrecen las haciendas del norte cruceño, de vocación azucarera y ganadera, que se han unido para establecer un circuito turístico sin parangón en el país. Y es que los propietarios de tierras —de amplias extensiones de terreno que incluyen porciones de monte virgen— decidieron abrir sus puertas para que los visitantes conozcan las bondades de vivir en el campo.

Los empresarios, dueños de las haciendas El Cidral, Flamboyán, Santa María del Guayabochi, El Naranjal, La Jupia y Santa Marta, se han animado a probar suerte con otro rubro, sin abandonar su actividad esencial, que es la productiva, con la certeza de que tienen una verdadera joya que vale la pena exhibir.

Como en casa

Con esta oferta de turismo rural hay que hacerse a la idea de que el visitante traspasa esa línea que divide lo público de lo más íntimo, lo familiar. Las haciendas, ya sea ofreciendo pernoctar en ellas o participar de las faenas cotidianas, no son hoteles, sino hogares que muestran a cada paso detalles de la vida de sus propietarios.

La Jupia, por ejemplo, es la hacienda de la familia de Óscar “Papi” Moreno. Allí se abre a los ojos de la gente la afición de este hombre por las plantas, lo que le ha llevado a crear un jardín botánico que posee más de 300 especies.

Un río artificial se abre paso por la propiedad, llevando peces, como los sábalos, que se prestan a la pesca deportiva. Por supuesto, no faltan las especies de monos, venados y otros mamíferos, que a veces se lucen ante la presencia humana.

El Naranjal, de la familia Aguilera, tiene como principal atractivo la antigua edificación, que ha visto pasar a cuatro generaciones y que está muy bien conservada. El turista puede optar por paseos a pie o a caballo, pues el paisaje lo amerita.

El Cidral es propiamente una puerta hacia el pasado. Su propietario, Jorge Hurtado, ha reunido antiguos utensilios caseros y de trabajo (desde planchas hasta moledoras de granos) para formar un museo que evoca los días del Santa Cruz rural.

El Cidral ofrece además caminatas por un sendero donde monos, lagartijas, perdices y otros animales de monte atinan a pasar, de día y de noche. En época menos seca, reptiles de respetables dimensiones dormitan a orillas de una laguna llamada “Los Lagartos”.

En esta misma hacienda, un rehabilitado trapiche de madera deja extraer el jugo de caña con la tracción de un caballo, mientras un perol sobre leña ardiente recibe el líquido para convertirlo a continuación en chancaca y en empanizao.

Los Aguilera vuelven a aparecer en el camino, esta vez en otra propiedad, Flamboyán, donde se puede pasar la noche en habitaciones que combinan la comodidad moderna con la arquitectura del pasado.

De la misma familia es el Pueblo Fantasma, nombre que recibe la hacienda Santa María del Guayabochi, que estuvo inactiva por años y que ahora ha sido retomada para la crianza de avestruces de Sudáfrica.

Las llaves del siguiente destino las tiene Jaime “Gringo” Paz. En su propiedad de Santa Martha se puede acampar, ordeñar vacas, hacer queso, amasar empanadas o simplemente hamacarse mientras se contempla a las tejedoras del pueblo guaraní o se escucha a los músicos de vientos y de tamborita.

El salto en el tiempo es posible también. Para ello, los ingenios Unagro y Guabirá se han unido al circuito posibilitando el ingreso a las entrañas de modernas industrias fabricantes de azúcar, alcohol, ron... Hay acceso a todo el ciclo, pues luego de haber montado en un tractor para sembrar caña, uno puede seguir el camino de ésta hasta verla envasada y lista ya para el consumo.

Los esfuerzos descritos cuentan con pleno respaldo de la Prefectura cruceña y de las alcaldías de Montero, Minero y General Saavedra, con el asesoramiento del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad).

Mabel Franco

1 comentario

Karen -

Hola Mabel, estoy egresando de la Carrera de Turismo. Me alegra saber que existe gente con interés de redactar artículo sobre Turismo. Me gustó tu artículo.