Legado de Milton Friedman: un negocio sin terminar
Las ideas de este economista cambiaron el mundo, pero no lo suficiente. Si uno tuviera que describir a Milton Friedman con un solo adjetivo, éste sería "incansable".
Hasta su muerte, a los 94 años -el 16 de noviembre pasado- el economista norteamericano seguía escribiendo artículos de su puño y letra en algunos diarios, hablando sobre los méritos del libre mercado.
También estaba involucrado en un documental para la televisión que debía mostrar al mundo, 25 años después de sus series, "Free to Choose". Claramente, Friedman todavía creía que tenía mucho trabajo, y estaba en lo cierto.
Ése podría ser un epitafio extraño para quien fue el economista más influyente en la última mitad del siglo pasado.
Cuando Friedman estaba atacando el crecimiento del Estado y anunciando la libertad de elegir hace 50 años, pocos se listaron... ahora muchos lo hacen.
Incluso, ideas que alguna vez parecieron necias se han vuelto parte de la realidad o parte del flujo del discurso político.
Y el impacto de Friedman fue probablemente mayor en lugares donde los no economistas no lo marcaron: y es que en parte, gracias a él, los gobiernos ya no creen que pueden comprar permanentemente un desempleo menor al precio de una pequeña inflación.
Escenarios
Usted incluso podría ser perdonado por pensar que el mundo completo fue rehecho bajo la imagen de Friedman.
El comunismo ya no impone las normas en la mitad de Europa, incluso en China y Vietnam se introdujo el capitalismo.
Los políticos de izquierda y derecha hablan del poder, y algunas veces de las virtudes, de las fuerzas de mercado. No es sorprendente que aquellas fuerzas a veces se eleven como intolerantes o simplemente triunfantes desde Seattle (Estados Unidos) hasta Shanghai (China).
Y así en adelante: La ronda de Doha en sus conversaciones comerciales está en pedazos, porque las protecciones agrícolas son demasiado valoradas. Los políticos de Europa y Estados Unidos siguen evitando las tomas de control por parte de extranjeros. Para el panorama general, las medidas más obvias sobre el tamaño del Estado, el ratio que el gobierno gasta del PIB.
Desde 1989, año en que Ronald Reagan, el Presidente norteamericano que estuvo más en sintonía con las ideas de Friedman, dejó el cargo, y cayó el muro de Berlín, el gobierno norteamericano ha crecido al mismo ritmo que su economía.
La tajada del Estado del PIB está calculada en 36,6% en 2006, desde un 36,1% que significaba hace 17 años.
Tema educacional
El sector público también ha crecido en las tres grandes economías de Europa -Gran Bretaña, Francia y Alemania- y en las economías de la OCDE como un todo. Los gobiernos están más convencidos de que saben más qué hacer con el dinero que los mismos ciudadanos.
La educación es un tema, y no sólo en la tierra de Friedman. Por muchos años argumentó que a los padres debiera dárseles más alternativas sobre cómo educar a sus hijos. El gobierno -decía- no debiera gastar por sí mismo el dinero, sino que debiera entregarles recursos para que pudieran gastar en la educación que ellos consideren mejor.
La competencia entre colegios podría hacer mucho más por elevar el nivel de los a veces deprimidos estándares de la educación primaria y secundaria de Estados Unidos, que un sinnúmero de directrices burocráticas.
Este semanario se ha suscrito firmemente durante mucho tiempo a la idea de los vouchers escolares. Los vouchers están abriéndose camino, pero de una forma muy lenta, bloqueados por los sindicatos de profesores (¿hay alguna vez que los productores estatales hayan abrazado alguna vez la competencia?) y algunas veces por la corte.
"Juzgado por la práctica", escribió Friedman y su señora, Rose, en sus memorias, publicadas hace ocho años. "Nosotros hemos estado, a pesar de algunos éxitos, en el lado de los perdedores. Juzgados por las ideas, hemos estado en el lado de los ganadores". Aquellos de espíritu liberal, incluyendo a "The Economist", tienen mucho que agradecerle a Friedman por -y tristemente- lo mucho que aún queda por hacer.
Hasta su muerte, a los 94 años -el 16 de noviembre pasado- el economista norteamericano seguía escribiendo artículos de su puño y letra en algunos diarios, hablando sobre los méritos del libre mercado.
También estaba involucrado en un documental para la televisión que debía mostrar al mundo, 25 años después de sus series, "Free to Choose". Claramente, Friedman todavía creía que tenía mucho trabajo, y estaba en lo cierto.
Ése podría ser un epitafio extraño para quien fue el economista más influyente en la última mitad del siglo pasado.
Cuando Friedman estaba atacando el crecimiento del Estado y anunciando la libertad de elegir hace 50 años, pocos se listaron... ahora muchos lo hacen.
Incluso, ideas que alguna vez parecieron necias se han vuelto parte de la realidad o parte del flujo del discurso político.
Y el impacto de Friedman fue probablemente mayor en lugares donde los no economistas no lo marcaron: y es que en parte, gracias a él, los gobiernos ya no creen que pueden comprar permanentemente un desempleo menor al precio de una pequeña inflación.
Escenarios
Usted incluso podría ser perdonado por pensar que el mundo completo fue rehecho bajo la imagen de Friedman.
El comunismo ya no impone las normas en la mitad de Europa, incluso en China y Vietnam se introdujo el capitalismo.
Los políticos de izquierda y derecha hablan del poder, y algunas veces de las virtudes, de las fuerzas de mercado. No es sorprendente que aquellas fuerzas a veces se eleven como intolerantes o simplemente triunfantes desde Seattle (Estados Unidos) hasta Shanghai (China).
Y así en adelante: La ronda de Doha en sus conversaciones comerciales está en pedazos, porque las protecciones agrícolas son demasiado valoradas. Los políticos de Europa y Estados Unidos siguen evitando las tomas de control por parte de extranjeros. Para el panorama general, las medidas más obvias sobre el tamaño del Estado, el ratio que el gobierno gasta del PIB.
Desde 1989, año en que Ronald Reagan, el Presidente norteamericano que estuvo más en sintonía con las ideas de Friedman, dejó el cargo, y cayó el muro de Berlín, el gobierno norteamericano ha crecido al mismo ritmo que su economía.
La tajada del Estado del PIB está calculada en 36,6% en 2006, desde un 36,1% que significaba hace 17 años.
Tema educacional
El sector público también ha crecido en las tres grandes economías de Europa -Gran Bretaña, Francia y Alemania- y en las economías de la OCDE como un todo. Los gobiernos están más convencidos de que saben más qué hacer con el dinero que los mismos ciudadanos.
La educación es un tema, y no sólo en la tierra de Friedman. Por muchos años argumentó que a los padres debiera dárseles más alternativas sobre cómo educar a sus hijos. El gobierno -decía- no debiera gastar por sí mismo el dinero, sino que debiera entregarles recursos para que pudieran gastar en la educación que ellos consideren mejor.
La competencia entre colegios podría hacer mucho más por elevar el nivel de los a veces deprimidos estándares de la educación primaria y secundaria de Estados Unidos, que un sinnúmero de directrices burocráticas.
Este semanario se ha suscrito firmemente durante mucho tiempo a la idea de los vouchers escolares. Los vouchers están abriéndose camino, pero de una forma muy lenta, bloqueados por los sindicatos de profesores (¿hay alguna vez que los productores estatales hayan abrazado alguna vez la competencia?) y algunas veces por la corte.
"Juzgado por la práctica", escribió Friedman y su señora, Rose, en sus memorias, publicadas hace ocho años. "Nosotros hemos estado, a pesar de algunos éxitos, en el lado de los perdedores. Juzgados por las ideas, hemos estado en el lado de los ganadores". Aquellos de espíritu liberal, incluyendo a "The Economist", tienen mucho que agradecerle a Friedman por -y tristemente- lo mucho que aún queda por hacer.
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