¿Puede mantenerse vivo el espíritu emprendedor en una gran organización?
Las empresas exitosas suelen tener fundadores visionarios y de magnífico empuje emprendedor. Pero cuando la empresa se consolida, su espíritu innovador se apaga (y con él, la competitividad). ¿Cómo mantener viva la chispa?
Lo primero que cabe hacer al hablar sobre este asunto es aconsejar a las empresas, y muy especialmente a quienes forman parte de sus cúpulas, que asegurar el desarrollo del negocio debe ser prioritario para mantener niveles de competitividad de manera sostenida en el tiempo.
Pudiera parecer que el tema es obvio. Pero la experiencia personal me demuestra que, en ocasiones, las cúpulas directivas establecen otras prioridades y dedican sus principales esfuerzos a cuestiones que tienen más que ver con la eficiencia en la gestión, la reducción de costos generales, etc.
Pareciera que, muchas veces, aspectos como el carácter emprendedor, la innovación, la creatividad o la cercanía al mercado para detectar nuevas oportunidades afloran en su máximo esplendor en los momentos iniciales de las empresas y luego decaen para dar paso a otras prioridades.
La exigencia por cultivar el desarrollo de negocio es clave hoy en día. Por circunstancias propias de nuestro entorno, los mercados son tremendamente competitivos, cambiantes y dinámicos. Las ventanas de oportunidad se estrechan y hay que realizar un permanente ejercicio de reinvención del modelo de negocio para aportar una clara propuesta de valor a los clientes.
Piénsese en ejemplos como las industrias discográficas y de los medios, donde los usos y costumbres de los consumidores, aprovechando las posibilidades que hoy proporciona la tecnología, han cambiado por completo las reglas del juego, obligando a repensar nuevos modelos de negocios. La compra de YouTube por parte de Google es fiel reflejo de este fenómeno.
Pero esto no sólo afecta a industrias de sesgo tecnológico. Lo mismo está pasando, por ejemplo, en alimentación donde se avecinan profundos cambios como consecuencia de un mayor interés por lo orgánico y ecológico. Wal-Mart, por ejemplo, ya ha apostado claramente por esta nueva vía que pronto dejará de ser un asunto de nichos de consumo sofisticado y se irá popularizando.
En España, el uruguayo Ernesto Colma ha revolucionado la industria dental con la creación de su cadena de clínicas dentales VitalDent, un cambio que se ilustra con una frase de este emprendedor: "donde otros ponen una tienda de moda, nosotros abrimos una clínica dental".
Por consiguiente, el principal punto es contar con el entrepreneurship como un valor capital de la cultura organizativa y no dejar que este aspecto recaiga sólo en el fundador de la empresa (si es que pensamos en empresas familiares) o en el CEO o el departamento de innovación.
A partir de aquí, como en tantas y tantas cosas, las personas son clave. En los equipos, debemos también incorporar talento emprendedor. Incorporemos directivos con capacidad de liderazgo para impulsar el permanente ejercicio de la innovación en la búsqueda de nuevas oportunidades que aseguren el crecimiento a medio y largo plazo de la empresa.
Quiero insistir mucho en este punto pues pareciera que, en estos tiempos donde priman tanto las tecnologías, el ser humano pierde importancia. Y pensar así es caer en un enorme error. A más talento en la organización más probabilidades de éxito.
Creemos sistemas que permitan el ejercicio de la innovación, no castiguemos a quien se equivoca cuando propone cosas nuevas y desarrollemos sistemas de remuneración que premien el carácter emprendedor y, sobre todo, sus resultados.
Desde el punto de vista organizativo, parece claro que organizaciones muy jerárquicas son poco propicias para crear esta cultura. Por el contrario, organizaciones en red, donde surgen unidades de negocio con objetivos muy claros facilitan la puesta en marcha de estas políticas.
En conclusión, es fundamental que esta manera de pensar (que yo denomino "gestión emprendedora") se instale absolutamente en las mentes y el quehacer de los dueños o las cúpulas de las organizaciones. A partir de ahí, fluirá a toda la organización.
Ciertamente, el mundo está avanzando a mayor velocidad que nunca y tener organizaciones emprendedoras será la única fórmula que pueda asegurar niveles de competitividad a futuro.
Manuel Bermejo Sánchez, Director de Programas para la Alta Dirección, Instituto de Empresa
Lo primero que cabe hacer al hablar sobre este asunto es aconsejar a las empresas, y muy especialmente a quienes forman parte de sus cúpulas, que asegurar el desarrollo del negocio debe ser prioritario para mantener niveles de competitividad de manera sostenida en el tiempo.
Pudiera parecer que el tema es obvio. Pero la experiencia personal me demuestra que, en ocasiones, las cúpulas directivas establecen otras prioridades y dedican sus principales esfuerzos a cuestiones que tienen más que ver con la eficiencia en la gestión, la reducción de costos generales, etc.
Pareciera que, muchas veces, aspectos como el carácter emprendedor, la innovación, la creatividad o la cercanía al mercado para detectar nuevas oportunidades afloran en su máximo esplendor en los momentos iniciales de las empresas y luego decaen para dar paso a otras prioridades.
La exigencia por cultivar el desarrollo de negocio es clave hoy en día. Por circunstancias propias de nuestro entorno, los mercados son tremendamente competitivos, cambiantes y dinámicos. Las ventanas de oportunidad se estrechan y hay que realizar un permanente ejercicio de reinvención del modelo de negocio para aportar una clara propuesta de valor a los clientes.
Piénsese en ejemplos como las industrias discográficas y de los medios, donde los usos y costumbres de los consumidores, aprovechando las posibilidades que hoy proporciona la tecnología, han cambiado por completo las reglas del juego, obligando a repensar nuevos modelos de negocios. La compra de YouTube por parte de Google es fiel reflejo de este fenómeno.
Pero esto no sólo afecta a industrias de sesgo tecnológico. Lo mismo está pasando, por ejemplo, en alimentación donde se avecinan profundos cambios como consecuencia de un mayor interés por lo orgánico y ecológico. Wal-Mart, por ejemplo, ya ha apostado claramente por esta nueva vía que pronto dejará de ser un asunto de nichos de consumo sofisticado y se irá popularizando.
En España, el uruguayo Ernesto Colma ha revolucionado la industria dental con la creación de su cadena de clínicas dentales VitalDent, un cambio que se ilustra con una frase de este emprendedor: "donde otros ponen una tienda de moda, nosotros abrimos una clínica dental".
Por consiguiente, el principal punto es contar con el entrepreneurship como un valor capital de la cultura organizativa y no dejar que este aspecto recaiga sólo en el fundador de la empresa (si es que pensamos en empresas familiares) o en el CEO o el departamento de innovación.
A partir de aquí, como en tantas y tantas cosas, las personas son clave. En los equipos, debemos también incorporar talento emprendedor. Incorporemos directivos con capacidad de liderazgo para impulsar el permanente ejercicio de la innovación en la búsqueda de nuevas oportunidades que aseguren el crecimiento a medio y largo plazo de la empresa.
Quiero insistir mucho en este punto pues pareciera que, en estos tiempos donde priman tanto las tecnologías, el ser humano pierde importancia. Y pensar así es caer en un enorme error. A más talento en la organización más probabilidades de éxito.
Creemos sistemas que permitan el ejercicio de la innovación, no castiguemos a quien se equivoca cuando propone cosas nuevas y desarrollemos sistemas de remuneración que premien el carácter emprendedor y, sobre todo, sus resultados.
Desde el punto de vista organizativo, parece claro que organizaciones muy jerárquicas son poco propicias para crear esta cultura. Por el contrario, organizaciones en red, donde surgen unidades de negocio con objetivos muy claros facilitan la puesta en marcha de estas políticas.
En conclusión, es fundamental que esta manera de pensar (que yo denomino "gestión emprendedora") se instale absolutamente en las mentes y el quehacer de los dueños o las cúpulas de las organizaciones. A partir de ahí, fluirá a toda la organización.
Ciertamente, el mundo está avanzando a mayor velocidad que nunca y tener organizaciones emprendedoras será la única fórmula que pueda asegurar niveles de competitividad a futuro.
Manuel Bermejo Sánchez, Director de Programas para la Alta Dirección, Instituto de Empresa
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