El ganador se lleva (casi) todo
Si sus activos menos sus deudas suman US$ 2.161, usted está entre la mitad más adinerada de la raza humana.
La mayor parte del clásico tratado de Adam Smith "La riqueza de las naciones" no trata realmente sobre la riqueza en sí misma, sino más bien sobre el ingreso. Los dos conceptos son distintos: ingreso es el flujo de dinero que recibe un país u hogar durante un año; riqueza, en cambio, es el stock de activos acumulados a lo largo de una vida, menos las deudas.
Las diferencias importan, pero es difícil decir cuánto. La distribución del ingreso en el mundo ha sido estruendosamente debatida; en cambio, la repartición de la riqueza ha sido ignorada. Los economistas pueden hablar (y discutir) sólo acerca de lo que pueden medir. Allí donde han luchado por cuantificar la inequidad en la distribución del ingreso, apenas se han aventurado a hacer lo mismo con la riqueza. Hasta ahora.
El Instituto Mundial para el Desarrollo de Investigaciones Económicas, en Helsinki, publicó esta semana un audaz intento para mostrar cómo la riqueza personal estaba distribuida en el mundo en el año 2000. Los cálculos incluyen activos financieros, inmobiliarios, bienes de consumo durables e incluso ganado.
Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos miden su riqueza desde un siglo o más. Otros países de altos ingresos llevan la cuenta por décadas. Pero sólo fue posible realizar un cálculo global cuando tres naciones más populosas y pobres -China, India e Indonesia- comenzaron a encuestar sobre la riqueza de sus hogares.
Si bien ahora es bastante más factible el cálculo, todavía quedan algunos puntos pendientes para el análisis de la riqueza. Los autores tienen estadísticas, que a veces son irregulares, para sólo 38 países. Para los restantes 191, ellos imputaron cierto nivel de riqueza, basados en comparaciones con otras naciones para las cuales se contaba con información.
¿Qué hallaron? Si tenía más de US$ 2.161 en 2000, usted pertenecía a la mitad más rica de la raza humana. Y era aún mucho más suertudo si era dueño de US$ 515.000. Con ese monto, podía codearse con el 1% más adinerado del planeta (aunque éste es de lejos un club exclusivo, lo conforman 37 millones de adultos). La parte alta del ranking está aún dominada por los estadounidenses, japoneses y europeos. China está en un nivel medio. La riqueza se reparte mucho menos equitativamente que el ingreso: más de la mitad de ella está en manos de sólo el 2% de los adultos del mundo. En un mundo de diez personas, uno posee US$ 1.000 y los otros nueve tienen US$ 1 cada uno, según la distribución de la riqueza del año 2000.
Muchas personas en países pobres tienen cerca de cero, pero un sinnúmero de habitantes de las naciones ricas tienen menos que eso: sus deudas sobrepasan a sus activos. Por ejemplo, la mitad más pobre de los suecos tiene en conjunto una riqueza neta que es menor que cero. Esto dice que los países nórdicos son prósperos sin mucha riqueza personal. Finlandia, por ejemplo, tiene una riqueza per cápita (medido en paridad de poder de compra) de menos de US$ 39.000, inferior a Corea del Sur. Los finlandeses tienen derechos a generosas pensiones fiscales y a otros amplios beneficios que sobrepasan el ahorro que pueden considerar como propio.
The Economist
La mayor parte del clásico tratado de Adam Smith "La riqueza de las naciones" no trata realmente sobre la riqueza en sí misma, sino más bien sobre el ingreso. Los dos conceptos son distintos: ingreso es el flujo de dinero que recibe un país u hogar durante un año; riqueza, en cambio, es el stock de activos acumulados a lo largo de una vida, menos las deudas.
Las diferencias importan, pero es difícil decir cuánto. La distribución del ingreso en el mundo ha sido estruendosamente debatida; en cambio, la repartición de la riqueza ha sido ignorada. Los economistas pueden hablar (y discutir) sólo acerca de lo que pueden medir. Allí donde han luchado por cuantificar la inequidad en la distribución del ingreso, apenas se han aventurado a hacer lo mismo con la riqueza. Hasta ahora.
El Instituto Mundial para el Desarrollo de Investigaciones Económicas, en Helsinki, publicó esta semana un audaz intento para mostrar cómo la riqueza personal estaba distribuida en el mundo en el año 2000. Los cálculos incluyen activos financieros, inmobiliarios, bienes de consumo durables e incluso ganado.
Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos miden su riqueza desde un siglo o más. Otros países de altos ingresos llevan la cuenta por décadas. Pero sólo fue posible realizar un cálculo global cuando tres naciones más populosas y pobres -China, India e Indonesia- comenzaron a encuestar sobre la riqueza de sus hogares.
Si bien ahora es bastante más factible el cálculo, todavía quedan algunos puntos pendientes para el análisis de la riqueza. Los autores tienen estadísticas, que a veces son irregulares, para sólo 38 países. Para los restantes 191, ellos imputaron cierto nivel de riqueza, basados en comparaciones con otras naciones para las cuales se contaba con información.
¿Qué hallaron? Si tenía más de US$ 2.161 en 2000, usted pertenecía a la mitad más rica de la raza humana. Y era aún mucho más suertudo si era dueño de US$ 515.000. Con ese monto, podía codearse con el 1% más adinerado del planeta (aunque éste es de lejos un club exclusivo, lo conforman 37 millones de adultos). La parte alta del ranking está aún dominada por los estadounidenses, japoneses y europeos. China está en un nivel medio. La riqueza se reparte mucho menos equitativamente que el ingreso: más de la mitad de ella está en manos de sólo el 2% de los adultos del mundo. En un mundo de diez personas, uno posee US$ 1.000 y los otros nueve tienen US$ 1 cada uno, según la distribución de la riqueza del año 2000.
Muchas personas en países pobres tienen cerca de cero, pero un sinnúmero de habitantes de las naciones ricas tienen menos que eso: sus deudas sobrepasan a sus activos. Por ejemplo, la mitad más pobre de los suecos tiene en conjunto una riqueza neta que es menor que cero. Esto dice que los países nórdicos son prósperos sin mucha riqueza personal. Finlandia, por ejemplo, tiene una riqueza per cápita (medido en paridad de poder de compra) de menos de US$ 39.000, inferior a Corea del Sur. Los finlandeses tienen derechos a generosas pensiones fiscales y a otros amplios beneficios que sobrepasan el ahorro que pueden considerar como propio.
The Economist
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