La conquista de Oriente
Varias pymes de la agroindustria argentina fueron a China en una misión comercial. Clarín Rural las acompañó y cuenta la experiencia.
Tuvo el sabor de la aventura. Pero no lo fue: hubo un trabajo coordinado que permitió que poco y nada quedara librado al azar. Para la mayor parte de las Pymes agroindustriales de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Salta que llegaron hasta aquí, esta ciudad estaba muy lejos. Pero ahora está más cerca: los contactos que hicieron los argentinos les permiten pensar que para ellos también los negocios con China pueden crecer en serio.
Fabricantes de productos veterinarios, de derivados de la industria avícola, de máquinas para mantener la cadena de frío de los alimentos, de vinos, y otros más, como acopiadores de tabaco, fabricantes de inoculantes o de máquinas para la industria forestal, se pagaron sus pasajes hasta China, en un viaje que contó con el respaldo logístico y organizativo de la Cancillería argentina, para comprobar "in situ" que China no es sólo para los grandes y que hay espacio para todos.
El potencial que tiene este mercado no es un cuento chino. Con 1.300 millones de habitantes, es el país más poblado del mundo, cuyo PBI ha crecido cerca de 10% promedio en los últimos 10 años. Por eso, Clarín Rural llegó hasta aquí: para contar, como es su costumbre, qué pasa en el negocio agroindustrial, allí donde los hechos se producen.
Liliana Campagna viajó hasta esta ciudad, en cuyas deslumbrantes Montañas Púrpuras está sepultado el padre de la república china, Sun Yat-sen, en representación de Granjas Carnave, una empresa integrada avícola de Esperanza, en Santa Fe.
Mantuvo múltiples reuniones en China, tanto en Shangai, la capital financiera de esta país (y de Asia) como en Nanjing (la ciudad más importante de la provincia de Jiangsu, que tiene 80 millones de habitantes y un PBI que ha crecido en los últimos años más fuerte que el de su propio país) e hizo buenos contactos con los chinos de cara a un proyecto que tienen en mente en Esperanza: hacer un joint venture que permita concretar las inversiones necesarias para fabricar más huevo en polvo (un insumo importante de la industria alimenticia) y harina de pluma, que tiene un alto valor proteico y se utiliza en la alimentación animal.
La Argentina exportó el año pasado unos 3.200 millones de dólares a China. Y casi el 80% de eso fue poroto de soja y aceite de soja. En la Cancillería Argentina, que puso a la cabeza de la misión al propio ministro, Jorge Taiana, están convencidos de que, más allá de la continuidad y profundización de esos negocios, se puede ampliar la oferta exportable argentina y, en ese contexto, aseguran que las pymes tienen un rol muy importante para jugar.
Por eso llegaron hasta aquí empresarios de distintos rubros, pero los vinculados al negocio agroindustrial fueron mayoría.
En ese grupo estuvo Tomás Achával, de Nómade Wines & Vineyards, una bodega con actividad en Mendoza, Salta y Río Negro, de reunión en reunión (hubo rondas individuales de negocios en Shangai y Nanjing) tratando de imponer sus vinos.
En esa tarea, estaba entusiasmado con la posibilidad de explorar el interior de China, saliendo de las dos ciudades más grandes, Shangai y Pekín. "Allí todos tocamos las mismas puertas", dijo Achával.
Nanjing está en un lugar estratégico sobre el río Yangtze, que tiene una hidrovía de 4.000 kilómetros que se adentra en territorio chino. Se trata de una región muy rica y en rápido crecimiento que está aprovechando las ventajas estratégicas de ese curso de agua.
El embajador Miguel Velloso, el cónsul argentino en Shangai, quien tiene a su cargo en esa ciudad el "Centro de Promoción argentino", con jurisdicción aquí también, sostiene que la región tiene un enorme potencial: es por sí sola el 10% del PBI de China y tiene un ingreso per cápita de 3.000 dólares anuales (70% mayor al promedio del país).
Uno de los que escucharon atentamente a Velloso fue Federico De Lucía, de Friolatina, una empresa mendocina que hace máquinas para cuidar la cadena de frío de los alimentos. De Lucía vino a China a curarse en salud.
Las máquinas que se fabrican en este país se venden a bajos precios y le hacen temer por el impacto que eso pueda tener en el futuro de su empresa, justo ahora que acaba de invertir varios millones de dólares en una nueva línea de montaje. Por eso, llegó hasta acá buscando tecnología que le permita seguir produciendo en la Argentina, pero en forma aún más competitiva.
Si hay algo que necesita cadena de frío son los productos veterinarios. Aunque De Lucía no vende justamente esos, su colega Cristina Morrone, de Agroinsumos, tuvo en cuenta tal necesidad a la hora de las muchas reuniones que mantuvo con sus contrapartes chinas durante las rondas de negocios, tanto en la caótica y milenaria Shangai como aquí.
Morrone busca colocar en el mercado chino los productos que elabora en su fábrica porteña. Dice que en China hay mucho que hacer, por ejemplo, en sincronización de celo en el rodeo, y que ellos pueden dar una mano en la materia, entre otras cosas. "Valoraron el hecho de que nos hayamos presentado como una empresa familiar. Creo que eso nos va a ayudar a encontrar un distribuidor acá. Y nos vamos también con la posibilidad de importar algunos insumos que necesitamos", indicó la empresaria.
Las 80 millones de almas que habitan la provincia de Jiangsu, cuya cabecera es Nanjing, significan un enorme mercado para la Argentina. Por cierto, está lejos de ser el de toda China. Pero, coincidiendo con el cónsul Velloso, Luis Kreckler, subsecretario de Comercio Internacional de la Cancillería, sostuvo que "hay muchas posibilidades en el Interior chino, que inclusive están más a nuestro alcance, por una cuestión de tamaño, dado que en la grandes ciudades todo es enorme y posiblemente la demanda desborde las chances de abastecimiento de las pymes argentinas".
Uno que sintió fuerte la demanda por China, pero que por ahora la puede satisfacer, es el Centro Universitario de Idiomas de la Facultad de Agronomía de la UBA. Un representante del centro, Carlos Bell, integró la delegación empresaria argentina, y estuvo presente durante varios convenios educativos y lanzamiento de centros de estudios latinoamericanos aquí en Nanjing y en Shangai.
Bell contó que, en un año, pasaron de 40 a casi 1000 los alumnos que estudian chino en Agronomía. Una muestra clara del interés que genera este país. Y ya están colocando profesores argentinos de español en algunos lugares de China, como en ésta provincia de Jiangsu.
Nanjing significa "puerto de entrada". Es el que está en el Interior, puerto fundamental de la hidrovía de 4.000 kilómetros del río Yangtze, que desemboca en Shangai, que quiero decir "puerto de salida" y que constituye el mayor del mundo por movimiento de mercadería.
Aquí un puñado de Pymes agroindustriales comenzó a dar sus primeros pasos. Otras querrán seguirlas. A ambas, un diplomático argentino que conoce bien el país les envió un mensaje para poner las cosas en su justa medida. "Esto no es soplar y hacer botellas", dijo. Pero agregó, convencido: "para el que quiere trabajar con tiempo y hacer las cosas en serio, vale la pena".
Sergio Persoglia. NANJING, CHINA, Clarin
Tuvo el sabor de la aventura. Pero no lo fue: hubo un trabajo coordinado que permitió que poco y nada quedara librado al azar. Para la mayor parte de las Pymes agroindustriales de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Salta que llegaron hasta aquí, esta ciudad estaba muy lejos. Pero ahora está más cerca: los contactos que hicieron los argentinos les permiten pensar que para ellos también los negocios con China pueden crecer en serio.
Fabricantes de productos veterinarios, de derivados de la industria avícola, de máquinas para mantener la cadena de frío de los alimentos, de vinos, y otros más, como acopiadores de tabaco, fabricantes de inoculantes o de máquinas para la industria forestal, se pagaron sus pasajes hasta China, en un viaje que contó con el respaldo logístico y organizativo de la Cancillería argentina, para comprobar "in situ" que China no es sólo para los grandes y que hay espacio para todos.
El potencial que tiene este mercado no es un cuento chino. Con 1.300 millones de habitantes, es el país más poblado del mundo, cuyo PBI ha crecido cerca de 10% promedio en los últimos 10 años. Por eso, Clarín Rural llegó hasta aquí: para contar, como es su costumbre, qué pasa en el negocio agroindustrial, allí donde los hechos se producen.
Liliana Campagna viajó hasta esta ciudad, en cuyas deslumbrantes Montañas Púrpuras está sepultado el padre de la república china, Sun Yat-sen, en representación de Granjas Carnave, una empresa integrada avícola de Esperanza, en Santa Fe.
Mantuvo múltiples reuniones en China, tanto en Shangai, la capital financiera de esta país (y de Asia) como en Nanjing (la ciudad más importante de la provincia de Jiangsu, que tiene 80 millones de habitantes y un PBI que ha crecido en los últimos años más fuerte que el de su propio país) e hizo buenos contactos con los chinos de cara a un proyecto que tienen en mente en Esperanza: hacer un joint venture que permita concretar las inversiones necesarias para fabricar más huevo en polvo (un insumo importante de la industria alimenticia) y harina de pluma, que tiene un alto valor proteico y se utiliza en la alimentación animal.
La Argentina exportó el año pasado unos 3.200 millones de dólares a China. Y casi el 80% de eso fue poroto de soja y aceite de soja. En la Cancillería Argentina, que puso a la cabeza de la misión al propio ministro, Jorge Taiana, están convencidos de que, más allá de la continuidad y profundización de esos negocios, se puede ampliar la oferta exportable argentina y, en ese contexto, aseguran que las pymes tienen un rol muy importante para jugar.
Por eso llegaron hasta aquí empresarios de distintos rubros, pero los vinculados al negocio agroindustrial fueron mayoría.
En ese grupo estuvo Tomás Achával, de Nómade Wines & Vineyards, una bodega con actividad en Mendoza, Salta y Río Negro, de reunión en reunión (hubo rondas individuales de negocios en Shangai y Nanjing) tratando de imponer sus vinos.
En esa tarea, estaba entusiasmado con la posibilidad de explorar el interior de China, saliendo de las dos ciudades más grandes, Shangai y Pekín. "Allí todos tocamos las mismas puertas", dijo Achával.
Nanjing está en un lugar estratégico sobre el río Yangtze, que tiene una hidrovía de 4.000 kilómetros que se adentra en territorio chino. Se trata de una región muy rica y en rápido crecimiento que está aprovechando las ventajas estratégicas de ese curso de agua.
El embajador Miguel Velloso, el cónsul argentino en Shangai, quien tiene a su cargo en esa ciudad el "Centro de Promoción argentino", con jurisdicción aquí también, sostiene que la región tiene un enorme potencial: es por sí sola el 10% del PBI de China y tiene un ingreso per cápita de 3.000 dólares anuales (70% mayor al promedio del país).
Uno de los que escucharon atentamente a Velloso fue Federico De Lucía, de Friolatina, una empresa mendocina que hace máquinas para cuidar la cadena de frío de los alimentos. De Lucía vino a China a curarse en salud.
Las máquinas que se fabrican en este país se venden a bajos precios y le hacen temer por el impacto que eso pueda tener en el futuro de su empresa, justo ahora que acaba de invertir varios millones de dólares en una nueva línea de montaje. Por eso, llegó hasta acá buscando tecnología que le permita seguir produciendo en la Argentina, pero en forma aún más competitiva.
Si hay algo que necesita cadena de frío son los productos veterinarios. Aunque De Lucía no vende justamente esos, su colega Cristina Morrone, de Agroinsumos, tuvo en cuenta tal necesidad a la hora de las muchas reuniones que mantuvo con sus contrapartes chinas durante las rondas de negocios, tanto en la caótica y milenaria Shangai como aquí.
Morrone busca colocar en el mercado chino los productos que elabora en su fábrica porteña. Dice que en China hay mucho que hacer, por ejemplo, en sincronización de celo en el rodeo, y que ellos pueden dar una mano en la materia, entre otras cosas. "Valoraron el hecho de que nos hayamos presentado como una empresa familiar. Creo que eso nos va a ayudar a encontrar un distribuidor acá. Y nos vamos también con la posibilidad de importar algunos insumos que necesitamos", indicó la empresaria.
Las 80 millones de almas que habitan la provincia de Jiangsu, cuya cabecera es Nanjing, significan un enorme mercado para la Argentina. Por cierto, está lejos de ser el de toda China. Pero, coincidiendo con el cónsul Velloso, Luis Kreckler, subsecretario de Comercio Internacional de la Cancillería, sostuvo que "hay muchas posibilidades en el Interior chino, que inclusive están más a nuestro alcance, por una cuestión de tamaño, dado que en la grandes ciudades todo es enorme y posiblemente la demanda desborde las chances de abastecimiento de las pymes argentinas".
Uno que sintió fuerte la demanda por China, pero que por ahora la puede satisfacer, es el Centro Universitario de Idiomas de la Facultad de Agronomía de la UBA. Un representante del centro, Carlos Bell, integró la delegación empresaria argentina, y estuvo presente durante varios convenios educativos y lanzamiento de centros de estudios latinoamericanos aquí en Nanjing y en Shangai.
Bell contó que, en un año, pasaron de 40 a casi 1000 los alumnos que estudian chino en Agronomía. Una muestra clara del interés que genera este país. Y ya están colocando profesores argentinos de español en algunos lugares de China, como en ésta provincia de Jiangsu.
Nanjing significa "puerto de entrada". Es el que está en el Interior, puerto fundamental de la hidrovía de 4.000 kilómetros del río Yangtze, que desemboca en Shangai, que quiero decir "puerto de salida" y que constituye el mayor del mundo por movimiento de mercadería.
Aquí un puñado de Pymes agroindustriales comenzó a dar sus primeros pasos. Otras querrán seguirlas. A ambas, un diplomático argentino que conoce bien el país les envió un mensaje para poner las cosas en su justa medida. "Esto no es soplar y hacer botellas", dijo. Pero agregó, convencido: "para el que quiere trabajar con tiempo y hacer las cosas en serio, vale la pena".
Sergio Persoglia. NANJING, CHINA, Clarin
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