Melinda Gates sale de la sombra
A sus 42 años, la esposa del fundador de Microsoft está lista para asumir un papel más público en la Fundación.
DESPUÉS DE dar a luz a su primer hijo hace 10 años, Melinda Gates, la esposa del fundador de Microsoft Corp. Bill Gates, dejó su trabajo como ejecutiva en el gigante de software y se dedicó a cuidar de los hijos y diseñar un plan estratégico para la Fundación Bill y Melinda Gates, la organización filantrópica que el matrimonio fundó en 2000.
Ahora que su tercer hijo está a punto de ingresar a la escuela primaria, Melinda, de 42 años, está preparada para convertirse en el centro de atención como activista a favor de la erradicación del desequilibrio mundial en temas de salud. El jueves anunció en la cumbre de la malaria, organizada por la Casa Blanca, que donaría US$83,5 millones a proyectos para ampliar el control y la investigación de la enfermedad.
Cada año, casi un millón de personas mueren por este mal que se contagia a través de mosquitos. Esta subvención elevará la cantidad que la Fundación dedica a la malaria a unos US$766 millones.
La iniciativa de US$1.200 millones del presidente de Estados Unidos George W. Bush contra la malaria pretende reducir las muertes por esta enfermedad a la mitad en 15 países.
Melinda habló con THE WALL STREET JOURNAL sobre sus planes para coordinar su labor en la Fundación con su papel como madre y cómo se está preparando para convertirse en una figura
pública. He aquí algunos extractos:
WSJ: Siendo una mujer vista por muchos como reservada, ¿cómo refuta la impresión de que ha estado viviendo en la sombra de su marido?
Melinda Gates: Creo que es muy importante que la gente entienda que Bill y yo estamos detrás de esta fundación, y [...] que somos nosotros como pareja. Tomé una decisión un año después de que naciera nuestra hija, Phoebe, de hacerme más visible. Ya estaba haciendo mucho trabajo de estrategia interna.
Lo que pasa es que, por no haber querido salir antes, el público pensaba que la fundación era sólo Bill. Pero no es así: éramos los dos [...] A medida que Bill organice su transición en Microsoft y se dedique más a la fundación, mi papel crecerá en el apoyo, el
trabajo interno y los viajes.
WSJ: ¿Cómo expresa su propia voz como defensora y cómo elige los asuntos y eventos en los que se centrará?
Gates: Es un trabajo en progreso. Una de las cosas que Bill y yo tratamos de recordar constantemente es que ésta es nuestra oportunidad de iluminar oscuros rincones del mundo con sida y malaria [...] Selecciono dónde presentarme y hablar según los asuntos que me parecen importantes. Participé en la Conferencia Internacional del Sida en Toronto porque me parecía importante.
Ambos queríamos llevar la discusión a la prevención. La gente estaba trabajando con drogas antirretrovirales y eso es magnífico. Pero si nos alejamos de la prevención, es un desastre. Elijo cosas que me llaman la atención emocional e intelectualmente. Por eso, recurro al mundo en desarrollo.
Me aparto de las estadísticas. Visitar un pueblo y estar con una madre y su hijo me ayuda para cuando vuelvo a Seattle y selecciono los temas en los que trabajará la fundación.
WSJ: ¿Cuáles son las cualidades que cada uno aporta a este proyecto?
Gates: Esa es una de las cosas que la gente más malinterpreta: aportamos muchos (de los mismos) talentos. Pensamos, leemos mucho, discutimos los temas en casa, nos introducimos en el campo y lo maduramos todo. En los últimos años, he viajado más que Bill, debido a su trabajo en Microsoft. Ambos somos muy apasionados.
WSJ: ¿Cómo reflejan sus donaciones en la investigación de malaria los objetivos de largo plazo y la filosofía de su fundación?
Gates: Bill y yo desarrollamos la fundación bajo la premisa de que todas las vidas tienen el mismo valor. Cuando repasamos la lista de enfermedades, empezando por el sida, uno no tarda en descubrir las mayores desigualdades. Detrás del sida y la tuberculosis, la malaria sigue de cerca.
A medida que empezamos a fijarnos en esta enfermedad, nos dimos cuenta de que no podíamos concentrarnos sólo en una vacuna.
WSJ: ¿Cómo coordina la malaria con otras enfermedades prioritarias, como el sida y la tuberculosis?
Gates: Hablamos sobre prioridades constantemente. Bill y yo leemos mucho sobre salud global. Nos preguntamos ¿cómo nos aseguramos de no abarcar demasiado? Escribimos una lista de nuestras ocho prioridades, empezando por el sida, la tuberculosis y la malaria. Desarrollamos un portafolio y lo promovemos con el equipo de salud mundial. A veces tenemos que preguntarnos si hemos priorizado lo suficiente y si nos hemos concentrado en lo que creemos como pareja.
WSJ: ¿Por qué armoniza sus proyectos sobre malaria con la Casa Blanca y otros socios, en vez de tener a proyectos independientes compitiendo entre sí?
Gates: Para ser sincera, es un poco como lo que pasa en Zambia.
Allí ya había muchos socios. Había esa predisposición y voluntad de unirnos. A veces hace falta una tercera parte para lograr que la gente se reúna. Nosotros lo conseguimos. El gobierno fue clave. Tan pronto nos sentamos, pudimos compartir lecciones aprendidas y obstáculos.
POR MARILYN CHASE - THE WALL STREET JOURNAL
DESPUÉS DE dar a luz a su primer hijo hace 10 años, Melinda Gates, la esposa del fundador de Microsoft Corp. Bill Gates, dejó su trabajo como ejecutiva en el gigante de software y se dedicó a cuidar de los hijos y diseñar un plan estratégico para la Fundación Bill y Melinda Gates, la organización filantrópica que el matrimonio fundó en 2000.
Ahora que su tercer hijo está a punto de ingresar a la escuela primaria, Melinda, de 42 años, está preparada para convertirse en el centro de atención como activista a favor de la erradicación del desequilibrio mundial en temas de salud. El jueves anunció en la cumbre de la malaria, organizada por la Casa Blanca, que donaría US$83,5 millones a proyectos para ampliar el control y la investigación de la enfermedad.
Cada año, casi un millón de personas mueren por este mal que se contagia a través de mosquitos. Esta subvención elevará la cantidad que la Fundación dedica a la malaria a unos US$766 millones.
La iniciativa de US$1.200 millones del presidente de Estados Unidos George W. Bush contra la malaria pretende reducir las muertes por esta enfermedad a la mitad en 15 países.
Melinda habló con THE WALL STREET JOURNAL sobre sus planes para coordinar su labor en la Fundación con su papel como madre y cómo se está preparando para convertirse en una figura
pública. He aquí algunos extractos:
WSJ: Siendo una mujer vista por muchos como reservada, ¿cómo refuta la impresión de que ha estado viviendo en la sombra de su marido?
Melinda Gates: Creo que es muy importante que la gente entienda que Bill y yo estamos detrás de esta fundación, y [...] que somos nosotros como pareja. Tomé una decisión un año después de que naciera nuestra hija, Phoebe, de hacerme más visible. Ya estaba haciendo mucho trabajo de estrategia interna.
Lo que pasa es que, por no haber querido salir antes, el público pensaba que la fundación era sólo Bill. Pero no es así: éramos los dos [...] A medida que Bill organice su transición en Microsoft y se dedique más a la fundación, mi papel crecerá en el apoyo, el
trabajo interno y los viajes.
WSJ: ¿Cómo expresa su propia voz como defensora y cómo elige los asuntos y eventos en los que se centrará?
Gates: Es un trabajo en progreso. Una de las cosas que Bill y yo tratamos de recordar constantemente es que ésta es nuestra oportunidad de iluminar oscuros rincones del mundo con sida y malaria [...] Selecciono dónde presentarme y hablar según los asuntos que me parecen importantes. Participé en la Conferencia Internacional del Sida en Toronto porque me parecía importante.
Ambos queríamos llevar la discusión a la prevención. La gente estaba trabajando con drogas antirretrovirales y eso es magnífico. Pero si nos alejamos de la prevención, es un desastre. Elijo cosas que me llaman la atención emocional e intelectualmente. Por eso, recurro al mundo en desarrollo.
Me aparto de las estadísticas. Visitar un pueblo y estar con una madre y su hijo me ayuda para cuando vuelvo a Seattle y selecciono los temas en los que trabajará la fundación.
WSJ: ¿Cuáles son las cualidades que cada uno aporta a este proyecto?
Gates: Esa es una de las cosas que la gente más malinterpreta: aportamos muchos (de los mismos) talentos. Pensamos, leemos mucho, discutimos los temas en casa, nos introducimos en el campo y lo maduramos todo. En los últimos años, he viajado más que Bill, debido a su trabajo en Microsoft. Ambos somos muy apasionados.
WSJ: ¿Cómo reflejan sus donaciones en la investigación de malaria los objetivos de largo plazo y la filosofía de su fundación?
Gates: Bill y yo desarrollamos la fundación bajo la premisa de que todas las vidas tienen el mismo valor. Cuando repasamos la lista de enfermedades, empezando por el sida, uno no tarda en descubrir las mayores desigualdades. Detrás del sida y la tuberculosis, la malaria sigue de cerca.
A medida que empezamos a fijarnos en esta enfermedad, nos dimos cuenta de que no podíamos concentrarnos sólo en una vacuna.
WSJ: ¿Cómo coordina la malaria con otras enfermedades prioritarias, como el sida y la tuberculosis?
Gates: Hablamos sobre prioridades constantemente. Bill y yo leemos mucho sobre salud global. Nos preguntamos ¿cómo nos aseguramos de no abarcar demasiado? Escribimos una lista de nuestras ocho prioridades, empezando por el sida, la tuberculosis y la malaria. Desarrollamos un portafolio y lo promovemos con el equipo de salud mundial. A veces tenemos que preguntarnos si hemos priorizado lo suficiente y si nos hemos concentrado en lo que creemos como pareja.
WSJ: ¿Por qué armoniza sus proyectos sobre malaria con la Casa Blanca y otros socios, en vez de tener a proyectos independientes compitiendo entre sí?
Gates: Para ser sincera, es un poco como lo que pasa en Zambia.
Allí ya había muchos socios. Había esa predisposición y voluntad de unirnos. A veces hace falta una tercera parte para lograr que la gente se reúna. Nosotros lo conseguimos. El gobierno fue clave. Tan pronto nos sentamos, pudimos compartir lecciones aprendidas y obstáculos.
POR MARILYN CHASE - THE WALL STREET JOURNAL
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