El protocolo de la corrupción
Los sobornos constituyen un 8% del total de lo que cuesta manejar un negocio en Uganda. Este flagelo no es privilegio de los países ricos ni de los pobres, pero estudios demuestran que es una de las razones que impiden a las economías crecer más rápido.
Dele a la gente poder y discrecionalidad, y aunque sean grandes visires y guardias fronterizos, algunos usarán su posición para enriquecerse. Un estudio ha demostrado que los sobornos constituyen un 8% del total de lo que cuesta manejar un negocio en Uganda. Otro que la corrupción elevó el precio de los suministros hospitalarios en Buenos Aires en 15%.
El problema puede ser lo suficientemente grande para atrasar el desarrollo de un país. Paul Wolfowitz, el presidente del World Bank, está dedicando esfuerzos especiales para luchar contra este flagelo.
Para la mayoría de las personas, sin embargo, la preocupación no es que la corrupción pueda hacer más lento el crecimiento de su PGB. Es que su vida diaria están impregnadas de peleas sin fin, pequeñas y grandes. Y para todas las culturas - aquellas que sufren de este mal endémico o las que son relativamente limpias-, la evidencia muestra que las actitudes hacia la corrupción e incluso el lenguaje para describir los sobornos, son notoriamente similares alrededor de todo el mundo.
No se trata simplemente de evitar ser descubiertos. Incluso en los países en los que es tan común este tipo de prácticas, como para no llamar la atención ni ser perseguidas, un soborno casi siempre está disimulado en alguna otra clase de transacción.
Una primera manifestación es linguística. Poca gente le dice: "usted va a tener que pagarme si quiere que eso se haga". En lugar de eso, se usan una variada gama de eufemismos. Un corresponsal en Ucrania en 1998 debió pagar un soborno a dos policias para que le permitieran abordar un tren que salía del país. Ellos le explicaron que debía cancelar una "multa" porque supuestamente le faltaba un documento. El "papel" le costó US$ 25.
Otro concepto muy usado es el de "pago expedito". Pagando, las maletas y probablemente el contrabando no será revisado. En India se habla de "dinero rápido": con unos cuantos billetes es posible que los permisos para cualquier negocio salgan con mayor velocidad.
En los países de Europa del Este después de la caída del comunismo surgió una jerga casi de negocios para hablar de sobornos cuando de las privatizaciones se trataba. Lo más frecuente era contratar a una "persona bien conectada" como "consultor". A ellos se les pagaba una importante "tarifa", por su experiencia en la industria, en el entendido que podía "cortar" en las decisiones de las autoridades.
También es usual que los receptores de un soborno lo pidan como "un favor". Los policías nigerianos son famosos porque solicitan "una pequeña cantidad de algo para el wikén". Y un policía mexicano de tránsito sugerirá que le compre un refresco, lo mismo en Angola o Mozambique.
Sobres cafés
Además de este lenguaje oculto, la cultura de la corrupción envuelve evitar el traspaso de dinero directo de una mano a otra. Una razón obvia es la detección, pero incluso cuando no existe ese riesgo, los corruptos prefieren pagos indirectos, como dejar el dinero oculto en alguna parte. Una coima a un guardia fronterizo generalmente se pasa dentro del pasaporte.
Los periodistas son un blanco predilecto para los cazadores de sobornos. Un reportero de un diario occidental en Moscú iba atrasado a una importante cita en el Kremlin. En el camino, lo paró un policía de tránsito por una infracción real o inexistente. En el apuro, él le negoció un soborno pequeño, pero se dió cuenta que sólo tenía billetes grandes. Inspirado por la desesperación, renegoció y logró que lo llevaran en el auto policial, con sirena prendida, para asegurarse de llegar a tiempo a la entrevista.
Los periodistas también pueden estar en la nómina de algunos interesados en asegurarse una cobertura de prensa favorable.
Un ex corresponsal en Nigeria de The Economist, contaba que en ese país, uno de los más corruptos del mundo, a los periodistas se les dan cientos de dólares en sobre cafés "para gastos", simplemente por asistir a una conferencia de prensa. A un océano de distancia, Amstrong Williams, un columnista norteamericano y animador de televisión, recibió US$ 240.000 del Departamento de Educación para comentar regularmente sobre "No dejar un niño atrás", una ley de reforma educacional. El reclamó que no era un periodista, sino un comentarista.
Regalos inapropiados
The Economist tiene claras reglas para sus periodistas. Un sobre con dinero no sería apropiado, mucho menos un contrato de US$ 240.000. Cualquier obsequio, dice la regla, debe ser consumible en un día. De modo que una botella de vino es aceptable, una caja, no.
Los ricos países occidentales pueden pensar que sus sociedades no están plagadas de corrupción, pero la definición de soborno puede variar de persona en persona. Un neoyorquino puede condenar a un empresario del tercer mundo por pagar coimas sólo para mantener su negocio abierto. Pero el mismo neoyorquino no lo pensaría dos veces para darle una "propina" de US$ 50 al maitre de un restaurant para pasar sin reservación.
Efectivamente, en la economía más rica del mundo, lo que muchos pueden ver como un simple soborno es parte integral del proceso legislativo. En Washington DC es aceptado una generosa contribución de un lobista a una campaña de un congresista que eventualmente lo podría favorecer.
Pero probar la corrupción requiere demostrar el intento de intercambiar un favor por otro. Y eso es muy difícil, de modo que muy pocos de esos intercambios resultan en condenas. Pero muchos norteamericanos corrientes están concientes de lo que está pasando. Entonces, no cabe sorprenderse que el Congreso sea el brazo menos popular del gobierno. Aún así, las prácticas de corrupción en Estados Unidos y Europa Occidental no han penetrado tanto como en otras partes del mundo. No hay sólo factor cultural que incline a las sociedades hacia estas prácticas, pero los factores económicos juegan un papel importante. Más claramente, la pobreza y los sobornos van juntos.
¿Pero cuál es primero? La cruzada de Wolfowitz se apoya en la idea de que los países corruptos fracasan en su desarrollo.
Pero algunos países en Asia crecieron muy rápido donde ciertas prácticas corruptas como el nepotismo eras muy comunes. Lease Indonesia y Corea del Sur.
El más conspicuo ejemplo actual es China. Las encuestas muestran que la principal queja de los chinos hoy es la corrupción.
Jakob Svensson, un economista de la Universidad de Estocolmo constató que las economías socialistas muestran niveles más altos de corrupción que otras. Entre los factores que correlacionó con la corrupción es el nivel total de educación de los habitantes. Una segunda variable es la apertura a las importaciones (medidas como porcentaje del PIB), lo que está relacionado a las posibilidades de contrabando. Un tercer aspecto es la libertad de prensa, rankeado por Freedom House), en la hipótesis que la prensa libre va a hacer pública la corrupción. El cuarto factor son los días necesarios para iniciar un negocio, incluídos el número de perminos requeridos. Svensson encontró una clara correlación entre todas estas variables y el nivel total de corrupción.
Entre todos los factores que determinan el nivel de corrupción de un país, uno sobresale. Donde el tamaño del gobierno es muy grande, hay mucha corruptela. La corrupción confirma una vez más la frase atribuida a Thomas Jefferson: "el mejor gobierno es el que gobierna menos"
The Economist
Dele a la gente poder y discrecionalidad, y aunque sean grandes visires y guardias fronterizos, algunos usarán su posición para enriquecerse. Un estudio ha demostrado que los sobornos constituyen un 8% del total de lo que cuesta manejar un negocio en Uganda. Otro que la corrupción elevó el precio de los suministros hospitalarios en Buenos Aires en 15%.
El problema puede ser lo suficientemente grande para atrasar el desarrollo de un país. Paul Wolfowitz, el presidente del World Bank, está dedicando esfuerzos especiales para luchar contra este flagelo.
Para la mayoría de las personas, sin embargo, la preocupación no es que la corrupción pueda hacer más lento el crecimiento de su PGB. Es que su vida diaria están impregnadas de peleas sin fin, pequeñas y grandes. Y para todas las culturas - aquellas que sufren de este mal endémico o las que son relativamente limpias-, la evidencia muestra que las actitudes hacia la corrupción e incluso el lenguaje para describir los sobornos, son notoriamente similares alrededor de todo el mundo.
No se trata simplemente de evitar ser descubiertos. Incluso en los países en los que es tan común este tipo de prácticas, como para no llamar la atención ni ser perseguidas, un soborno casi siempre está disimulado en alguna otra clase de transacción.
Una primera manifestación es linguística. Poca gente le dice: "usted va a tener que pagarme si quiere que eso se haga". En lugar de eso, se usan una variada gama de eufemismos. Un corresponsal en Ucrania en 1998 debió pagar un soborno a dos policias para que le permitieran abordar un tren que salía del país. Ellos le explicaron que debía cancelar una "multa" porque supuestamente le faltaba un documento. El "papel" le costó US$ 25.
Otro concepto muy usado es el de "pago expedito". Pagando, las maletas y probablemente el contrabando no será revisado. En India se habla de "dinero rápido": con unos cuantos billetes es posible que los permisos para cualquier negocio salgan con mayor velocidad.
En los países de Europa del Este después de la caída del comunismo surgió una jerga casi de negocios para hablar de sobornos cuando de las privatizaciones se trataba. Lo más frecuente era contratar a una "persona bien conectada" como "consultor". A ellos se les pagaba una importante "tarifa", por su experiencia en la industria, en el entendido que podía "cortar" en las decisiones de las autoridades.
También es usual que los receptores de un soborno lo pidan como "un favor". Los policías nigerianos son famosos porque solicitan "una pequeña cantidad de algo para el wikén". Y un policía mexicano de tránsito sugerirá que le compre un refresco, lo mismo en Angola o Mozambique.
Sobres cafés
Además de este lenguaje oculto, la cultura de la corrupción envuelve evitar el traspaso de dinero directo de una mano a otra. Una razón obvia es la detección, pero incluso cuando no existe ese riesgo, los corruptos prefieren pagos indirectos, como dejar el dinero oculto en alguna parte. Una coima a un guardia fronterizo generalmente se pasa dentro del pasaporte.
Los periodistas son un blanco predilecto para los cazadores de sobornos. Un reportero de un diario occidental en Moscú iba atrasado a una importante cita en el Kremlin. En el camino, lo paró un policía de tránsito por una infracción real o inexistente. En el apuro, él le negoció un soborno pequeño, pero se dió cuenta que sólo tenía billetes grandes. Inspirado por la desesperación, renegoció y logró que lo llevaran en el auto policial, con sirena prendida, para asegurarse de llegar a tiempo a la entrevista.
Los periodistas también pueden estar en la nómina de algunos interesados en asegurarse una cobertura de prensa favorable.
Un ex corresponsal en Nigeria de The Economist, contaba que en ese país, uno de los más corruptos del mundo, a los periodistas se les dan cientos de dólares en sobre cafés "para gastos", simplemente por asistir a una conferencia de prensa. A un océano de distancia, Amstrong Williams, un columnista norteamericano y animador de televisión, recibió US$ 240.000 del Departamento de Educación para comentar regularmente sobre "No dejar un niño atrás", una ley de reforma educacional. El reclamó que no era un periodista, sino un comentarista.
Regalos inapropiados
The Economist tiene claras reglas para sus periodistas. Un sobre con dinero no sería apropiado, mucho menos un contrato de US$ 240.000. Cualquier obsequio, dice la regla, debe ser consumible en un día. De modo que una botella de vino es aceptable, una caja, no.
Los ricos países occidentales pueden pensar que sus sociedades no están plagadas de corrupción, pero la definición de soborno puede variar de persona en persona. Un neoyorquino puede condenar a un empresario del tercer mundo por pagar coimas sólo para mantener su negocio abierto. Pero el mismo neoyorquino no lo pensaría dos veces para darle una "propina" de US$ 50 al maitre de un restaurant para pasar sin reservación.
Efectivamente, en la economía más rica del mundo, lo que muchos pueden ver como un simple soborno es parte integral del proceso legislativo. En Washington DC es aceptado una generosa contribución de un lobista a una campaña de un congresista que eventualmente lo podría favorecer.
Pero probar la corrupción requiere demostrar el intento de intercambiar un favor por otro. Y eso es muy difícil, de modo que muy pocos de esos intercambios resultan en condenas. Pero muchos norteamericanos corrientes están concientes de lo que está pasando. Entonces, no cabe sorprenderse que el Congreso sea el brazo menos popular del gobierno. Aún así, las prácticas de corrupción en Estados Unidos y Europa Occidental no han penetrado tanto como en otras partes del mundo. No hay sólo factor cultural que incline a las sociedades hacia estas prácticas, pero los factores económicos juegan un papel importante. Más claramente, la pobreza y los sobornos van juntos.
¿Pero cuál es primero? La cruzada de Wolfowitz se apoya en la idea de que los países corruptos fracasan en su desarrollo.
Pero algunos países en Asia crecieron muy rápido donde ciertas prácticas corruptas como el nepotismo eras muy comunes. Lease Indonesia y Corea del Sur.
El más conspicuo ejemplo actual es China. Las encuestas muestran que la principal queja de los chinos hoy es la corrupción.
Jakob Svensson, un economista de la Universidad de Estocolmo constató que las economías socialistas muestran niveles más altos de corrupción que otras. Entre los factores que correlacionó con la corrupción es el nivel total de educación de los habitantes. Una segunda variable es la apertura a las importaciones (medidas como porcentaje del PIB), lo que está relacionado a las posibilidades de contrabando. Un tercer aspecto es la libertad de prensa, rankeado por Freedom House), en la hipótesis que la prensa libre va a hacer pública la corrupción. El cuarto factor son los días necesarios para iniciar un negocio, incluídos el número de perminos requeridos. Svensson encontró una clara correlación entre todas estas variables y el nivel total de corrupción.
Entre todos los factores que determinan el nivel de corrupción de un país, uno sobresale. Donde el tamaño del gobierno es muy grande, hay mucha corruptela. La corrupción confirma una vez más la frase atribuida a Thomas Jefferson: "el mejor gobierno es el que gobierna menos"
The Economist
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